Ahora que Donald Trump se ha entregado a todo tipo de teorías conspirativas – parcialidad en su contra de la prensa, de las empresas encuestadoras, presencia de millones de muertos en los padrones electorales que votarán en su contra…-, me pareció interesante escribir unas líneas sobre las teorías conspirativas. Dada su condición universal, existen también en nuestro país. Además, su vigencia no disminuye con el paso del tiempo. Razón de más para asomarme al tema.
¿Qué es una teoría conspirativa? Es la creencia en un complot secreto cuya consecuencia es un hecho político o una tragedia que sus creyentes condenan. Estos escogen selectivamente pedazos de información con los que construyen la estructura que sustenta sus creencias. Asimismo, son capaces de identificar a los conspiradores. Poco importa que estos últimos lo nieguen pues según los creyentes en las teorías conspirativas, su negación se explica por el carácter secreto de la conspiración. Estas conspiraciones son secretas porque muchas veces cuentan con la complicidad de los gobiernos para ocultarlas. Poco importa que no existan pruebas: para quien cree en teorías conspirativas, la ausencia de pruebas es una prueba.
Las teorías conspirativas han sido objeto de estudio de numerosos intelectuales. Estos se han adentrado en su naturaleza, sus causas, sus beneficios y sus clasificaciones.
En cuanto a su naturaleza, las teorías conspirativas son una manifestación de conocimiento o interpretación popular. Este conocimiento, sin embargo, no es legítimo, ya que es cercano a las leyendas urbanas, a la Astrología, a los rumores y a las filosofías y religiones new age. Algunos autores comparan las teorías conspirativas al hipernacionalismo y al fundamentalismo religioso. Las teorías conspirativas se han popularizado, en parte, gracias al Internet, a los blogs, a los videos y a las redes sociales. En ese sentido, son una parte importante de la cultura popular.
Las teorías conspirativas pueden enfocarse desde un punto de vista sicológico, sociológico, o político.
Las teorías conspirativas son muchas veces consecuencia de la búsqueda de sentido o significado. Las teorías conspirativas han sido relacionadas con la paranoia, la sicosis, la obsesión-compulsión y la esquizofrenia. Otros sicólogos estiman que estas teorías son reflejo de la proyección sicológica, la cual consiste en achacar de manera subconsciente a los conspiradores rasgos negativos propios que son indeseables.
En cuanto a las causas sociológicas, cabe mencionar el hecho de que las teorías conspirativas pueden ser satisfactorias moralmente. Esto así porque quienes creen en ellas pueden atribuir la responsabilidad moral de un evento o de una situación negativa a un grupo bien definido de individuos del cual ellos no forman parte, naturalmente. Según algunos, “las teorías conspirativas son el último refugio de quienes no tienen poder. Si no puedes cambiar tu vida es porque debe haber una fuerza mayor que controla el mundo”.
La relación entre las teorías conspirativas y la política es esencial. De hecho, la gran mayoría de las teorías conspirativas son de naturaleza política. Según Karl Popper, los totalitarismos (nazismo, fascismo, dictaduras militares, de derechas o de izquierdas) se basan en teorías conspirativas, las cuales se basan a su vez en escenarios paranoides predicados por tribalismos, chovinismos y racismos.
¿Qué beneficio obtienen los que creen en las teorías conspirativas? En primer lugar, explicar lo que para las investigaciones formales es inexplicable. Estas, al dar sentido a un mundo confuso, tranquilizan a sus creyentes, ya que, en general, la incertidumbre causa malestar en los seres humanos. En segundo lugar, reducir la complejidad de la realidad a un modelo basado en dos fuerzas opuestas: el bien y el mal. De esta manera, la comprensión del mundo es mucho más accesible. Finalmente, las teorías conspirativas provocan en sus creyentes un sentimiento de elitismo. A diferencia de la mayoría de sus congéneres, a quienes se les ha lavado el cerebro, a quienes se les ha servido la versión oficial de la realidad en cucharita, los creyentes creen conocer la realidad última de las cosas, la que se oculta detrás de las apariencias. En última instancia, las teorías conspirativas les permiten la explicación del mal.
Existen varios sistemas de clasificación de las teorías conspirativas. Una de ellas utiliza la ubicación de los enemigos (los conspiradores). Según esta, el enemigo puede ser exterior (o extranjero), interior (nacional), superior (gobiernos y estados) e inferior (popular). Otro sistema de clasificación se basa en la extensión de las supuestas conspiraciones. Una conspiración puede ser puntual (como el supuesto asesinato de la princesa Diana), sistémicas, más extendidas en el tiempo (como los planes de dominio mundial por los judíos o masones), o puede tratarse de una teoría superconspirativa, en la que diversas conspiraciones tienen su origen en una conspiración “madre”.
Las teorías conspirativas se han manifestado en todas las épocas y en todas las latitudes. Entre las más conocidas están las teorías antisemitas, la negación del holocausto armenio, la muerte simulada de Elvis Presley…
Nuestro país no está exento de teorías conspirativas. En un próximo artículo, me enfocaré en la más popular de todas: la de la unificación de la isla, la de la fusión entre nuestro país y el vecino.