En criminología, la “Teoría de las ventanas rotas” sostiene que, mantener los entornos urbanos y peri-urbanos en buenas condiciones, contribuye y/o influye a disminuir el vandalismo y reducir las tasas de criminalidad. Como tal, dicha teoría refiere que el miedo al delito provoca ansiedad en los ciudadanos y la ansiedad se traduce en miedo a transitar o cruzar por una calle o una zona determinada. Además, la Teoría de las ventanas rotas trata de explicar cómo prevenir o evitar el delito, haciendo que las personas se sientan más seguras en los espacios públicos en los que ellas transitan (James Q. Wilson y George L. Kelling, 1982).
Como psicológico social y planificador estratégico considero que, los actos violentos y criminales que están ocurriendo en nuestro país no se van a resolver por arte de magia, sustituyendo a un Director de la Policía Nacional por otro Director, formado y curtido en el seno de la institucional policial. El nuevo Director de la PN seguirá contando con los mismos policías con los que trabajaron todos los jefes y directores policiales que han estado al frente de la institución. Para atacar las causas-raíz que generan los actos violentos y criminales que ocurren en los países en vías de desarrollo como el nuestro, los gobiernos y sus instituciones, deben diseñar y poner en marcha políticas públicas creativas e innovadoras para crear nuevos empleos y oportunidades de negocios, para los hombres y las mujeres jóvenes que no estudian ni trabajan.
En tal sentido, los autores del libro “Teoría de las ventanas rotas” refieren que, una buena estrategia para prevenir y enfrentar los actos violentos y criminales, consiste en “arreglar los problemas sociales y comunitarios cuando aún estos son pequeños”. En el caso de la Republica Dominicana, yo soy de los creen que, todavía los problemas delincuenciales y criminales que ocurren en nuestros barrios y calles, son prevenibles, manejables y controlables, si se trabaja en la predicción, prevención y el control de los delitos y los actos delincuenciales de poca monta. Desde nuestro punto de vista, los policías dominicanos, sin importar su rango, deben ser formados, capacitados y reentrenados sobre planificación estratégica, inteligencia delictiva, predicción y prevención del delito, resolución de conflictos, gestión y optimización de los recursos humanos y logísticos, así como en el manejo y uso de armas de fuego letales y no letales.
Como especialista en psicología social considero que, el Presidente Luis Abinader Corona, debería instruir al Ministerio de Interior y Policía contratar sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras, antropólogos, planificadores, economistas, contadores, administradores de empresas e informáticos, para que éstos asesoren y acompañen la actual gestión del Ministerio de Interior y Policía y la propia Policía Nacional. Cualquier decisión que tome el Presidente Abinader para eficientizar y transparentar la gestión de la Policía Nacional, le agregará un plus a su gestión presidencial y, al mismo tiempo, cambiará la percepción que tiene la población dominicana sobre la gestión policial. Ni hablar de los resultados que se obtendrán en la predicción, prevención y control de los actos violentos y criminales a corto, mediano y largo plazo.
Se sabe que, la política de "tolerancia cero con la delincuencia" que Giuliani implementó cuando fue Alcalde de ciudad de New York, fue parte de un conjunto más amplio de reformas políticas y de gestión pública policial que se venía implementando desde el año 1985 en la ciudad de los rascas cielos. Giuliani hizo que la policía de New York fuera más predictiva, preventiva, estratégica y estricta en las calles, a través del uso de medidas no reactivas que contaron con el apoyo de expertos, profesionales y técnicos que no eran policías.
A nivel regional se sabe que, los resultados de las estrategias implementadas por Giuliani y sus antecesores contribuyeron a que las tasas de crímenes menores y mayores, se redujeron significativamente en la ciudad de New York. En tal sentido, no estamos proponiendo que en nuestro país se diseñen y se apliquen las mismas políticas, estrategias y las iniciativas que se implementaron en la ciudad de New York. Lo que estamos proponiendo es, diseñar políticas públicas, programas e iniciativas que permitan predecir, prevenir, perseguir y controlar los hechos violentos y criminales, antes de que estos ocurran en nuestros barrios y calles. No obstante, enfrentar las causas raíz que están generando los actos violentos y criminales, requiere identificar los estresores familiares, sociales, económicos, ambientales, culturales y comunitarios que están incidiendo en el desarrollo de las conductas violentas que están exhibiendo los jóvenes de ambos sexos que residen en los barrios y sectores marginados de nuestros país.
Los psicólogos, sociólogos, antropólogos y psiquiatras sabemos que, “las letras de la música de calle” que escuchan nuestros jóvenes, los incitan al consumo de alcohol y otras drogas ilícitas, al sexo promiscuo, llevar una vida fácil y a delinquir, sin que se aplique el debido régimen de consecuencias. Además, sabemos que, el ambiente de presión social al que están expuestos la mayoría de nuestros jóvenes, los induce a seguir los falsos valores y los modelos que promueven soluciones fáciles y rápidas a los problemas del desempleo, la pobreza, la desigualdad e inequidad social en la viven la mayoría de los jóvenes dominicanos.
Cuatro (4) estudios realizados por psicólogos sociales y sociólogos en varios países latinoamericanos en el período 1992-2012 refieren que, los jóvenes pobres de ambos sexos están ávidos de encontrar un empleo o una oportunidad para ellos hacer negocios. Además, estos estudios refieren que los jóvenes desean que se les escuche y que, un adulto capaz, se coloque en su lugar y, desde sus respectivos contextos, los comprendas, los orientes, los aconsejes, los acompañes y se convierta en su asesor o referente. Estos mismos estudios refieren que, las familias y el modelo de sociedad actual, les están exigiendo a los jóvenes comportamientos, actitudes y hábitos que los propios adultos (padres, tíos, padrastros, abuelos y tutores), no han podido modelar y sustentar en el tiempo.
Por su parte, otros tres (3) estudios realizados por sociólogos, antropólogos y psicólogos sociales en Nicaragua, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Guatemala, Haití, Puerto Rico y México refieren que, los partidos políticos y sus respectivos líderes, los gobernantes y sus funcionarios, no han sido ni son referentes o modelos a seguir para la mayoría de los jóvenes, ya que sus comportamientos erráticos en el manejo de sus relaciones familiares, políticas, empresariales y, en sus actos públicos y privados, no son los mejores ejemplos a imitar por ellos. De nuestra parte, los psicólogos, sociólogos y psiquiatras sabemos que, los jóvenes son esponjas, grabadoras y videos cámaras que absorben, escuchan y graban todo. En tal sentido, si aquello que los jóvenes escuchan, ven y graban, no pasa por un filtro ético y moral crítico, esto influye en el comportamiento actual y futuro, de la mayoría de los jóvenes de todos los estratos y clases sociales.
Desde nuestro punto de vista, cualquier política pública, programas, proyectos e iniciativas que busquen prevenir y atacar los actos violentos y criminales que están ocurriendo en nuestro país, debe contemplar el diseño e implementación de un programa de formación técnico-vocacional que tenga como propósito: Formar a los hombres y a las mujeres jóvenes que viven en los barrios marginados sobre “ebanistería, plomería, diseño gráfico y publicidad, carpintería, mecánica automotriz, desabolladora y pintura, establecimiento de salones de bellezas, manicure, extensión y decoración de uñas, cortes y secado de pelos, maquillajes, decoración, entre otros, así como la incubación o establecimiento de micros y pequeños negocios que resulten viables, factibles y rentables.
En tal sentido, el Instituto de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) y los programas de capacitación, asesorías y microcréditos que están implementando varias instituciones públicas y muchas ONG, son claves para llevar a cabo la formación, la asistencia técnica, las asesorías y el financiamiento que requieren nuestros jóvenes para formarse vocacionalmente y, posteriormente, establecer y administrar sus respectivos micronegocios. Cualquier actividad productiva o comercial en las que se involucren los jóvenes, es una terapia ocupacional para desconectarlos de su condición de desempleados y/o pertenecientes a los grupos de jóvenes que ni estudian ni trabajan, pero que están siendo inducidos a consumir 24/7 y a vestir y actuar como los hacen los jóvenes que trabajan o que sus padres los mantienen. Iniciativas como las que estamos proponiendo para atacar las causas-raíz que generan violencia y criminalidad en nuestro país, han sido exitosas en El Salvador, Ecuador, México, Belice, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Colombia, Montreal y Quebec, Canadá.
En el contexto actual por el que atraviesa nuestro país, conviene y es estratégico, construir más canchas deportivas y promover todos los tipos de deportes, así como crear Centros Comunitarios de Higiene y Salud Mental en los barrios, demarcaciones y comunidades donde residan entre cinco mil (5,000) y diez mil (10,000) habitantes. Estos Centros de Higiene y Salud Mental son propicios para que los jóvenes y los adultos asistan a los mismos y les expresen a los psicólogos, trabajadores sociales y a los psiquiatras, sus preocupaciones y sus frustraciones personales, familiares, amorosas y laborales.
Además, los centros que estamos proponiendo crear, servirían de válvulas de escapes para que los jóvenes y los adultos que no han aprendido o no saben cómo canalizar y manejar sus emociones y sus frustraciones, reciban las orientaciones y las psicoterapias requeridas para canalizar y manejar sus problemas personales, familiares, sociales y laborales. Estos Centros de Higiene y Salud Mental deberán trabajar 24/7 en coordinación con los programas, los proyectos y las iniciativas de apoyo a la formación técnico-vocacional y al emprendimiento o incubación de micronegocios que estamos proponiendo.
Acusar a los jóvenes de ser los únicos responsables de los actos violentos y criminales que están ocurriendo en nuestro país, es desconocer la presión social y los problemas y vicisitudes que éstos han vivido y están viviendo en una sociedad altamente competitiva. Los psicólogos, sociólogos y psiquiatras sabemos que, la mayoría de los jóvenes dominicanos (hembras y varones) que abandonan las escuelas, no tienen opciones para formarse en una carrera técnico-vocacional que les agregue calor, como ocurre en Argentina, Costa Rica, Colombia, México, Paraguay, Uruguay y Chile.
En tal sentido, las únicas opciones que tienen los jóvenes que abandonan las escuelas son, entre otras: Motoconchar, trabajar en el sector de la construcción, ser meseros en una cafetería o restaurante, ser ayudantes del dueño de un colmadon, servir de vigilante diurno o nocturno, mensajería o servir de mulas para el micrográfico en sus respectivos barrios. Referirse a los actos violentos y delincuenciales que están ocurriendo en nuestro país, sin tomar en cuenta todos los aspectos que hemos vistos, es estropear y/o banalizar un tema sumamente complejo que requiere conocer las causas-raíz de todos los estresores psicosociales, socioeconómicos, familiares, culturales y comunitarios que los generan, recrean y los sustentan en el tiempo.
“La educación es la vacuna contra la violencia”. Edward James Olmos.