“Tenga usted paz en medio de la tormenta”, es una encomienda para el que está arriba, en el medio, o aun en la parte no creíble más baja.
Sin duda, esta condición es un ardiente anhelo de toda persona cuando se encuentra en una situación de agitación, sea por efectos internos o externos en la mente o en otras circunstancias de la vida. Es un deseo de ser como Jesús, quien fue capaz de dormir tranquilamente en una barca durante una tempestad en el mar de Galilea. (San Marcos 4: 35-41).
En medio de la tormenta Jesús estaba durmiendo en la parte atrás de la barca y fue despertado para llamar su atención por lo que ocurría; ante eso, el profeta se levantó y dio una orden al viento; el viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
Este hecho de la manifestación del Poder Divino es un verdadero dilema para la explicación científica. Es así por la intervención de Jesús para decretar: “Calla, quieta”, a una tormenta, y el viento y el mar le obedecen.
Hay muchos milagros de Jesús que son admisibles por la fe; sin embargo, hay narraciones que se contraponen a las probabilidades científicas, como el caso citado en San Marcos 4:35-41.
¿Cómo podemos reconciliar este conflicto religioso-científico? Si tomamos la naturaleza en un momento de furia, por ejemplo: “Cuando se desató una tormenta con un viento tan fuerte que las olas caían sobre la barca en el embravecido mar de Galilea”.
Los creyentes cristianos, así como los que plasmaron esta narrativa en los evangelios, aceptan esta intervención de la orden de Jesús dada al viento para que se calme; pero la ciencia y la incredulidad ven en este hecho una incongruencia difícil de aceptar como real, teniendo en cuenta que la oración, el mandato de un profeta no tiene asidero para cambiar el curso de una tormenta u otro fenómeno natural de esa envergadura.
Tomemos en consideración esta parte de los evangelios, cuando Jesús calma el viento, para orientarnos y ayudarnos a mantener la calma en medio de la tormenta. No hay porqué empeñarse en explicar y tratar de convencer al escéptico, al científico de este singular acontecimiento en los evangelios; pues, es dable aceptar por fe y confiar que el Poder Divino es capaz de influir paz en la tormenta, tranquilidad en la tempestad y confianza en la Gracia y el Poder de Dios.
Estamos en un momento histórico cuando hay conflictos entre pueblos y naciones, desavenencias y violencia en la familia, brotes de enfermedades, violaciones de los derechos humanos, persecuciones religiosas, tráfico de personas y de estupefacientes, ambiciones exageradas de empresarios y políticos. Hay muchos otros males que tienen efecto de borrascosas fuerzas destructoras y se desea la calma de Jesús.
Dios está presente en todo momento de la vida y los que confían en el Señor son inconmovibles, porque la confianza en Dios propicia tranquilidad, por tanto, habrá “paz en medio de la tormenta” para quien se mantiene firme; pues, el profeta Oseas nos aseguró la intención del Señor: “Convertiré el valle de desastre en puerta de esperanza”. (Oseas 2:15).