El presidente Abinader conmocionó al país cuando al comenzar su gestión viajó a Pedernales en su primera visita al interior. Con ello creó un potosí de esperanzas de que desataría el desarrollo turístico de la región más pobre del país. Pero hasta ahora no se atisban señales serias de que esa dorada promesa se esté cumpliendo. Ninguna de las cadenas hoteleras que el gobierno identificó como interesadas ha anunciado planes concretos de inversión. Todo parece indicar que Cabo Rojo no posee fecundidad turística y por eso una posible inversión árabe queda en entredicho.
La reflexión viene al caso debido a una visita reciente de la vicepresidenta Raquel Pena a Qatar, donde fue acompañada por el director de Alianzas Publico-Privada y la directora de ProDominicana. La prensa reportó que existiría un interés del fondo de inversión Grupo Alfardan y de la cadena Katara Hospitality, ambos cataríes, en el proyecto de Cabo Rojo. El reporte dice que la hotelera viajara “en un futuro a República Dominicana para conocer Pedernales y el proyecto in situ.” Pero solo el hecho de que los funcionarios dominicanos hayan tenido que ir a Qatar, en vez de los inversores prospectivos venir aquí, pone en duda la posibilidad de la inversión.
Qatar es un pequeño país islámico del Golfo Pérsico cuya población en el 2017 era, según Wikipedia, 2.6 millones, de los cuales solo 313,000 eran cataríes y el resto es de extranjeros. Tiene el per cápita mas alto del mundo, posee grandes reservas petroleras y la tercera reserva mas grande de gas natural. Es el exportador de LNG más grande del mundo. Aunque se rige como una monarquía constitucional, su Emir conserva el derecho de nombrar al primer ministro. La Qatar Investment Authority (QIA) una entidad estatal, posee un fondo soberano de US$300 billones en activos y sus decisiones son potestad del Emir y el primer ministro.
Qatari Diar es la subsidiaria encargada de las inversiones inmobiliarias, entre las cuales hay activos turísticos. Según su página web, hasta el 2020 tenía un capital de US$8 billones y 50 proyectos de inversión en 22 países, con un valor total de US$35 billones. Sin embargo, en las Américas solo tiene proyectos en Estados Unidos y Panamá. Su relación con Cuba debió facilitar la construcción de dos hoteles de lujo y una colaboración entre Cubana de Aviación y Qatar Airways, pero hoy día la página de Qatari Diar no registra esa inversión. Parecería que la relación entre los dos países sucumbió al cambio del Emir y la muerte de Fidel Castro, quien tuvo buenos lazos con el anterior.
De cualquier modo, el referido reporte de prensa no menciona a Qatari Diar y por lo anterior se infiere que el posible interés catarí en Pedernales provendría de empresas privadas y no del inversor estatal. Y es que la posibilidad de que la QIA o su subsidiaria Qatari Diar inviertan en este país son remotas. Ya nuestro antiguo embajador en Qatar, Hugo Guilliani, advirtió en un articulo publicado en el Listín Diario, que los cataríes –como los demás países árabes ricos– prefieren invertir en, mayormente, Europa y Norteamérica por razones de la seguridad de la inversión. La oportunidad de que QIA invirtiera en el país surgió en el 2011 con la esperada visita del Emir, pero esa visita nunca cuajo y este hubo de abdicar en favor de su hijo un par de años más tarde.
Por otro lado, la posibilidad de que las dos empresas identificadas anteriormente tengan perspectivas de inversión en Pedernales no luce halagüeña. En el continente americano Katara Hospitality, por ejemplo, solo tiene inversión en Estados Unidos y la mayoría de sus inversiones son en paisas desarrollados. Mientras, las propiedades de hospitalidad del Grupo Alfardan están todas localizadas en Qatar, Omán y Turquía. De manera que resultaría sorprendente que se entusiasmen con una posible inversión en Pedernales, la cual estaría fuera de su zona de comfort. Eso, sin embargo, no desmerita el esfuerzo de promoción de inversiones que hicieron nuestras autoridades en Qatar. Pero el hecho de que se hayan aventurado a realizar la visita es muestra de que se está haciendo difícil encontrar inversionistas interesados en Cabo Rojo.
En términos generales, las inversiones y el comercio de los países árabes del Golfo en América Latina y el Caribe son muy limitadas. (Brasil resulta el destino más atractivo hasta ahora.) En materia de inversión la CEPAL concluye que será muy difícil que las inversiones extranjeras crezcan más de un 5% este año debido a los estragos económicos causados por la pandemia. Por lo tanto, se podría deducir que las inversiones árabes en la región serán pocas, a pesar de los esfuerzos promocionales que se hacen. Por su parte, en el 2018 el comercio alcanzo apenas unos US$18 billones, de los cuales los árabes importaron unos US$10 billones. Todo lo cual implica que la región no esta en el radar del futuro árabe y, en consecuencia, Pedernales podría no ser un manjar suculento para ellos.
Lo que se ha notado, sin embargo, es que algunas de las líneas aéreas árabes, las cuales figuran entre las mejores del mundo, están expandiendo sus itinerarios al continente americano. Emirates Airlines, por ejemplo, ha ya firmado acuerdos de servicios aéreos con las autoridades dominicanas. Mientras, ha habido reportes de que Qatar Airways tiene planes de convertir a nuestro país en un hub regional. (Ya QA vuela a Brasil y Argentina.) Estos acuerdos y posibilidades parecen ser precursores de una presencia árabe significativa en nuestras playas. No debemos albergar temores infundados de que podrían traer consigo un terrorismo que descomponga la atmosfera de paz y tranquilidad que reina en todo el Caribe. Aceptar su presencia entre nosotros coliga con el rápido proceso de globalización que tanto permea al turismo, la inversión y el comercio a nivel mundial.
A fin de cuentas, albergar esperanzas de un rápido desarrollo del turismo en Pedernales y nuestra región sur continuará siendo una expectativa somnolienta. Esto es así porque la decisión de ubicar el desarrollo hotelero en Cabo Rojo da muestras de ser una decisión equivocada. Quien esto escribe ha advertido en varios artículos que el interés de los potenciales inversores turísticos siempre se ha centrado en Bahía de las Anguilas y que Cabo Rojo nunca ha sido un destino prioritario. Las perspectivas de Pedernales mejorarían sustancialmente si se abandona a Cabo Rojo en favor de un desarrollo sostenible de la playa de la Bahía. Los ambientalistas deben reconocer que ya hay tecnologías y sistemas plenamente capaces de evitar el deterioro de ese ecosistema si en el se desarrolla el turismo y, a través de él, se acaba con la pobreza de la región.