INTRO Hace rato que fantaseo con asociar el viaje con la literatura. Ambas cosas me emocionan al punto del vértigo. En ocasiones un libro sirve como ansiolítico o puede arruinarlo todo.

ABRIL 1967 La American Society of Interdependence Artists organizó una exhibición radical. En boga estaba el posvanguardismo, así como el nuevo realismo (Pop-Art). Este grupo, radical en natura, determinó que el sistema de valores de la academia no tenía potestad para definir lo que era arte o lo que sí era. En consecuencia, los Interdependientes aceptaron artistas de todas clases y nacionalidades. El lema de la expo era No Jurors-No Prizes. La conferencia que me invitaron a dar en Honduras se basa en el rebú que se armó durante el evento.

NITRO Al estudiar los textos de Aída Cartagena Portalatín, en donde el traslado es fundamental, me ha dado por retomar una idea: crear un mapa crónico de viaje y lectura, hablar de los libros como si fuesen viajes. Al leer a Serlo Hovenga me convenzo más y más de que puede hacerse. La geografía es una… lo que cambia es nuestra manera de percibir la forma. Pero claro que afectamos la geografía, y al afectarla, alteramos el espacio del otro”.

Tegucigalpa

Seguimos.

Hay que modular el deseo

Cindy Jiménez-Vera

TEGUCIGALPA De los trabajos que he tenido en Chicago, los que hice con Joseph Galindo fueron los más gratificantes. Juntos pusimos pisos, colocamos la cerámica, reparamos lavadoras. Galindo es Handyman y yo soy uno de sus tantos ayudantes. Dice que soy ágil y discreto. Para mí que miente y me da trabajo por el cariño. Hasta comparte sus regalos: de vez en cuando llega una caja desde Honduras con botellas de ron, carne seca, dulce de carabaney. Cuando bebemos me cuenta cosas de su país y caemos siempre en las razones de su éxodo. Alguna vez me habló de Deyanira, la novia que dejó, o la que lo dejó a él, poco antes de la partida. La mujer está ahora enferma de Lupus y él quiere enviarle una cantidad de dinero, un regalo. Dije que me habían invitado a una conferencia en la Universidad Católica de Tegucigalpa, así que ofrecí llevar la plata.

Llegué a Tegucigalpa un sábado a las tres de la madrugada, luego de una mala jugada en el aeropuerto de Miami, donde según Jorge Volpi, comienza o termina latinoamérica. Estuve leyendo los diarios de Matos Paoli todo el trayecto. El enviado de la universidad que supuestamente me llevaría al hotel seguro se cansó de esperar por mi vuelo. Tomé un taxi al Hotel Tegus. Los de recepción al parecer rentaron mi habitación a otra persona y el gerente, disculpándose, me alojó en una suite con tremenda vista.

Pedí Room Service y renté una película. No podría dormir así que esperaría el amanecer para tomar una siesta. Abrí la página en donde tenía el número de Deyanira, decidí llamarla justo al despertar.

Al mediodía me puse unas gafas oscuras y bajé al lobby para recibir a Deyanira. Me toqué el paquete con los dólares en el bolsillo. Entré al gift shop y tenían una máquina de espresso. Pedí un cortado y me puse a curiosear. Hay botellas de ron, perfumes y muñecas de cerámica, hay revistas y libros y un libro coqueto, pequeñito, se llama Tegucigalpa, la portada es una muesca verde en donde descansa un reflejo brumoso. Causa y efecto. El nombre de la autora me suena, Cindy. Imagino que el libro es una geografía abreviada de la ciudad. Abro el libro. Imagino mal.

Contrario a todo pronóstico Tegucigalpa es una novela corta de la poeta de San Sebastían del Pepino, Cindy Jiménez-Vera. Ha publicado 400 nuevos soles y es bibliotecóloga, también da clases en la universidad. Del libro se dice que es una experiencia estética y técnica de lo incierto. No quisiera pensar en ello. Mejor hablar de Tegucigalpa, una novela breve que está escrita en el pequeño limbo del tropiezo. Una narrativa condensada en bloques, fragmentos, ráfagas referenciales:

 

Azul, amarillo, rojo

Los somníferos, lejos de atraer el sueño,

resaltan los colores del almuerzo. Ordena su plato habitual,

Ensalada de globos. Se arranca los párpados.

 

Son escenas de tensión contenida. Hago una disquisición para fijar el término teatral de este ejercicio: contención. Se aplica a los ejercicios de expresión corporal en donde se utiliza la sustancia, concepto a su vez que se desprende de las enseñanzas de Loraine Ferrand y la Dramaturgia del autor a partir de la dramaturgia del cuerpo. La sintaxis de esta novela no es el conocimiento sino el nivel de la tensión y la intención = intensidad. En la escena “La mujer de Tommaso Landolfi”, uno asiste a un telón que sube y muestra una pieza a la mitad. Un hombre termina una discusión lanzando una puerta y asegurando: Voy a traducir a Gogol. Al final de la escena hay una mujer -siempre- y propone que el escritor es un fetiche. En otro lugar, Ulises, el de los mitos y las ficciones, levanta un teléfono y anuncia: Te llamo el lunes cuando regrese.

Esta ironía inocente sigue recordándome el teatro… esta vez en el espectáculo, un essemble como Les Luthiers para poner un buen ejemplo. Encontrar el humor en la cuerda más estirada de la ironía, ampliarse en lo cotidiano, hacer del error lo cotidiano. Tanto que terminamos riendo por pena y no por burla. Un humor inteligente, diría José Chevremont.

Cindy Jiménez-Vera

 

El deseo por conocer es quizá

la pasión que en verdad nos compele, la

que nunca quedará del todo satisfecha.

Al final somos extraños para nosotros mismos.

Tegucigalpa

 

Tegucigalpa es el nombre de una mujer. Es uno de los personajes más recurrentes en las escenas. Ahora que lo pienso, esto sucede porque todas las escenas giran en torno a ella; ella es el eje. Regreso al teatro: quiero también pensar esta novela dentro de la tradición de Pirandello y sus personajes en búsqueda. El público se tropieza con una obra a medio hacer, para ser testigo del desasosiego de un puñado de actores que comparten el común denominador siguiente: demandan ser escuchados, reconocidos, no por cualquiera sino por un autor, le autre, por la otredad. Cuando se está solo, no se está:

 

El sicario entra a la pulpería de Israel Díaz.

Le dispara cuatro veces en la cabeza. Se apodera de

algunas bolsas de tajaditas de plátano con limón exprimido. Picositas.

 

Al igual que en la pieza teatral, en la novela de Cindy el encuentro del actor con el autor de su destino o emoción, acaba con la vida. La muerte es el encuentro con nuestro autor. No por nada se dice en inglés, You will meet your maker.

 

Pensó que ya era tiempo de acogerse al anonimato

del clandestinaje tras este último fracaso

circense en la ciudad de Nueva York.

 

El libro cumple con una cuota de traslado -allante y movimiento- que es como una moneda mal pagada en los textos caribeños. El libro recomienda darle a la nostalgia un tratamiento de peste para allá.

La disgresión nuyorkina se aprovecha para hacer una anécdota: Domingo Díaz, un reconocido mago sordo, consigue una picada en la ciudad de los rascacielos. Audiciona para un circo húngaro y le va bien y recorre el mundo. Resulta que el mago Díaz es el padre de Tegucigalpa, la mujer, que viaja el mundo como asistente del sordo, no del padre ni del mago. Así conoce el mundo de la Seca a la Meca, lo que influye de manera radical en su escritura.

Los años con Tegucigalpa Díaz Deyanira llegó al hotel con retraso y se disculpó por el tráfico; su tardanza me dio tiempo a llegar hasta la mitad del librito. Le sugiero que tomemos el almuerzo allí porque de momento me dio un deseo grande de no salir del hotel. Quería terminar este negocio y seguir leyendo. Cuando estás leyendo y no quieres ser interrumpido; la paranoia de que que puede venir alguien a rejoder la magia.

Si te ven escribiendo, te interrumpen menos.

Ella insiste y no es una mujer que se esté muriendo, al contrario, está viva. Galindo le comentó que yo era escritor y había elegido una librería café para nuestro encuentro. No resistí y media hora después me tomaba un espresso pasado por agua en una librería de nombre UBLEK, como la ciudad de la novela que estoy leyendo.

Tegucigalpa

UBLEK comienza con una cita de Beckett que invita a la falla, a reconocer y trabajar desde el error y la pifia. Aquí uno se entera de la edad de Tegucigalpa, de sus intereses. La mujer además de poeta circense es lectora furtiva de una literatura hecha por derrotados de la guerra civil ubleka. Jean Luc Godard en la película Notre Musique estudia la voz del derrotado desde todo ámbito posible. La película es un bello ensayo entre la voces de varios conflictos sociales, bélicos y religiosos. El victorioso cuenta su historia y la del caído. Pero hay una poesía en la derrota… En la película, Mahmoud Darwish lee una conferencia o responde a una entrevista, Si yo fuese guerrero en el lado de los dichosos, contaría la historia de lado fracasado, hay dignidad en el fracaso, mucha.

La muerte del hondureño Rodrigo Rojas es crucial para estudiar este período de la literatura de Tegucigalpa. Hay que tener en cuenta, sobre todo, que es a raíz de esta muerte que Tegucigalpa se entera que rojas era el verdadero Carlos Fuentes, que estaba muerto ya hace tiempo. Esto animó más a Tegucigalpa, la puso a escribir, a estudiar… al final del semestre quiso publicar una antología bajo el título Soft Porno… Allí recogía toda la poesía de la posguerra ubleka. El libro llevaba ilustraciones de la mexicana Yerém Cemí Mújica, alias La Xotli Campeador.

La novela mejora, no puede pasar otra cosa. Hacia el final se nos revelan las intimidades más duras, los retruécanos del lenguaje como juego, la vaina o el mecanismo he dicho antes, el lenguaje en su faceta caligráfica, calisténica, un abecedario de señas y dudas, una muchacha de veintisiete años con las uñas mordidas hasta el tronco en un sillón de psiquiatría… Quieren saber la razón de los vicios y ella confiesa tajante, que vino a internarse porque:

Anoche soñé que tenía seis años.

Novela breve y brillante, tanto, que no puede terminar bien. Es como si le molestara terminar la farsa y la última frase le saliera forzada, tosida, el texto a medias, pero que sugiere tras sí una respuesta o pregunta tan inteligente o ridícula. Al final un mago, esta vez ciego y no sordo, le hace una jugarreta que la aniquila. Pobre Tegucigalpa, pobre Tegucigalpa Díaz. No sabes nada del destino de los que observan el rostro de Adonai.

Camino al aeropuerto Deyanira me pregunta por el librito. Le doy mi copia rayada de Tegucigalpa. Al despegar pienso finalmente en las razones que llevaron un libro boricua e independiente a un gift shop de un cuatro estrellas en una ciudad de América del Centro, azotada por tanto avance de promesa rota. La palabra corrupta. Recordé luego que Cindy visitó San Salvador para escribir su crónica En San Sebastián, su pueblo y el mío. De seguro en aquella andanza centroamericana pensó en el fatulo negocio de dejar su libro en un par de hoteles, quizás se le quedó una caja con algún taxista, en algún bar de aeropuerto… Quizás dejó la caja en el gift shop como si fuese una bomba.

Nadie sabe.

Nadie podrá saberlo.