La cultura de un pueblo es la representación más significativa de cómo el ser humano se adapta al medio circundante, la manera en que lo percibe, la relación que mantiene con él y las técnicas, experiencias y conocimientos para transformarlo, en función de sus necesidades vitales. Los condicionamientos culturales han generado soluciones tecnológicas. A su vez, los inventos científicos-técnicos conducen a cambios socioculturales, modifican relaciones entre los seres humanos, la conducta individual y social y modelan patrones de convivencia y valores culturales. La interdependencia entre tecnología y cultura ha quedado demostrada en el devenir histórico. El ejemplo cumbre de esta relación biunívoca es el surgimiento de la imprenta.
Para el filósofo Francis Bacon (1561-1626) existían cuatro inventos que habían contribuido más que ninguna convicción religiosa o conquista militar, a la transformación del mundo y a diferenciar las sociedades: el papel, la imprenta, la pólvora y la brújula. Para Bacon, esos grandes descubrimientos tenían una incierta procedencia. Murió sin saber que esos inventos venían de China.
Desde el siglo II d.C. los chinos comenzaron a producir el papel, derivado de la corteza de morera. En el siglo XIII Marco Polo, en su viaje a China, queda sorprendido del uso del papel como moneda, en sustitución de metales preciosos.
Ya en el siglo X d.C. los chinos habían impreso 13,000 páginas del canon budista y 130 volúmenes de los clásicos confucianos, con la xilografía, técnica de impresión con planchas de madera. Esto propició un desarrollo de la cultura china, durante la dinastía Sung (960-1127 d.C.). A su vez, la demanda de libros aumentó. Y los coreanos que no tenían tanta madera, requerían importarla, por lo que decidieron sustituir la madera por planchas de metal. Los coreanos hasta idearon la impresión con tipos metálicos móviles. Los más de 30,000 caracteres ideográficos chinos y coreanos limitaron el desarrollo de este gran invento. Sin embargo la poca cantidad de letras del alfabeto romano favoreció la entrada a Europa de la imprenta.
Mediante los prisioneros chinos apresados por el Gobernador musulmán de Samarkanda en 751, los árabes adquieren el conocimiento de la fabricación del papel e instalan la primera fábrica de papel en Bagdad. La España musulmana permitió que esos inventos chinos se diseminaran por toda una Europa medieval que se transformaría en una renaciente sociedad europea moderna.
El libro impreso no solo hizo el conocimiento más accesible sino que también favoreció las literaturas nacionales, estimuló el desarrollo de las artes gráficas, los ilustradores tuvieron más auge, y sobre todo, el desarrollo de los idiomas nacionales que condujo a crear una conciencia nacional, a fomentar culturas nacionales.
Quedará como misterio si Gutenberg, aquel fundidor alemán, creador de la imprenta moderna, conocía o no el original invento chino de hacía 50 años atrás, lo que sí nadie duda, es que el invento de la imprenta no solo generó la revolución del conocimiento jamás antes imaginada, y mucho más que eso, con el saber diseminado por toda Europa, en manos de los burgueses que los podían adquirir. Se engrandecía el nuevo grupo social burgués, poderoso económicamente, con acceso rápido al conocimiento y a las bellas artes. La imprenta e inventos como los de instrumentos para la navegación, el reloj de bolsillo y otros, fueron cruciales para el nuevo tipo de sociedad que se estaba generando: la Sociedad Moderna. Se produjo un profundo cambio cultural que iba de una Europa escolástica-medieval hacia una Europa más comerciante, burguesa, humanista y renacentista; caracterizada por su cultura antropocéntrica, en la que sin dejar de amar a Dios, el hombre empieza a ser centro y dimensión de todas las cosas.
El papel y la imprenta son los ejemplos más ilustrativos de la unidad simbiótica entre tecnología y cultura. La civilización de Occidente era una antes de esos inventos y fue otra, después de ellos.