A propósito de la relación entre las diversas representaciones teatrales de Europa, Asia, África y América Latina, la condición de trabajo y de institucionalidad del arte teatral se maneja y reconoce como instancia, reconocimiento, representación, acción y producción. Las necesidades de un recorrido social donde el teatro avanza como fuerza ideológica y a la vez como modo de existencia del espectáculo y sus creadores, conducen a un entendimiento de lo teatral y del teatro mismo como concepción de la vida, los actores públicos, las representaciones teatrales  colectivas, los propósitos y fines de la teatralidad.(Jean Duvignaud: El actor. Esbozo de una sociología del comediante,1966 ; y también, Espectáculo y sociedad,1970).

Desde Antonin Artaud hasta Jean Vilar se podría decir que el concepto de teatro y teatralidad se moviliza como idea y acción de la relevancia espectacular. Roger Strong en su obra Arte y Poder (1988), destaca el hecho de que toda fiesta, espectáculo, celebración pública, privada o teatro público, pieza de teatro o danza de influencia mitológica colabora, revela y a la vez utiliza la institución social como arte y culto que produce significados y a las vez acciones festivas en el contexto de la cultura.

El concepto de tradición, en este sentido, se constituye a partir del nacimiento y función de las formas teatrales, pero a la vez de la comprensión y acciones de creadores que se han conocido como:

  • Actores
  • Dancistas
  • Carnavaleros
  • Directores de teatro
  • Escenógrafos
  • Utileros
  • Maquillistas
  • Diseñadores de espacios y escenas
  • Musicalizadores
  • Regidores
  • Traspuntes
  • Apuntadores

Y otros que han conformado el oficio del teatro u oficio escénico y espectacular, para constituir toda una economía de medios, estructuras espectaculares, visiones del espectáculo, y de esta manera construir concepciones diversas del espectáculo teatral ligadas y la institución socio- espectacular.

Las diversas teorías de la dramaturgia y de los dramaturgos se explican a partir del Siglo de oro español, tomando en cuenta  la socialización de la llamada literatura dramática o espectacular y su relación con una sociedad productora de textos teatrales y lectores, habida cuenta de los niveles de acción y respuestas que se van conformando desde la concepción de un estructura social y teatral. Las informaciones que se recortan en este contexto de producción de textos dramáticos, apoyan en muchos casos la tradición del arte del espectáculo como arte de la actuación, arte de la dirección, arte de los escenarios y el arte de la interpretación o lecturas de los diversos registros teatrales.

En la conocida Dramaturgia de Hamburgo, Lessing aportó los datos  y explicaciones que constituyen la conformación de la teatrología alemana. Como dramaturgo, teórico del arte y crítico Lessing hubo de justificar la necesidad de que toda obra escrita debía ser destinada a la lectura y a la puesta en escena para que la misma pueda ser conocida por un espectador determinado. Las crónicas de obras y la correspondiente explicación de las mismas a la luz de una crítica de las costumbres teatrales, forma parte de un hecho ideológico enfocado, donde  toda necesidad se hace observable  en un marco de reconocimiento, explicación, presentación y utilidad educativa del espectáculo y lo espectacular.

A la luz de los cambios que se van operando en la institución teatral desde finales del siglo XIX, se van afirmando las cardinales de un nuevo orden teatral en Francia, Rusia, Italia, España, Alemania e Inglaterra, y en la cultura oriental (China, Japón…), afirmándose de esta manera las diversas posibilidades de desarrollo de la teatralidad. Esto se hace más visible desde la poesía, la pintura, la música, la escultura y el ballet donde se van a conocer influencias experimentales en las cinco primeras décadas del siglo XX.

Cuatro revoluciones escénicas se van a conocer desde la teoría y la práctica del teatro a principio del siglo XX, o más bien, en las cuatro primeras décadas del siglo XX.

La revolución propuesta por Stanislavski, la revolución meyerholdiana y la revolución brechtiana crean los cambios propios de la modernidad; cabe destacar también los aportes revolucionarios del teatro de agitación y propaganda de Piscator y la experiencia teórico- práctica  de Antonin Artaud reunida en El teatro y su doble.

Estas acciones revolucionarias en el marco de la teoría y las prácticas teatrales constituyen también el fundamento de lo que se ha de llamar teatrología. Toda investigación teatral si requiere ser científica y académica, utilizará la comparatística como dominio interdisciplinario que precisa de dos universos mentales y varias categorías abiertas y estables de conocimientos. El proceso que ha de llevar toda investigación comparativa en el teatro, pide una visión epistemológica que reconoce dos sistemáticas con implicaciones de principio, desarrollo, fundamento, estructura y funcionamiento.

En el caso del teatro, las diversas dramaturgias y las diversas teatralidades concurren en un archivo de actividad o actividades que producen necesariamente modelos, textos, exempla y modos de trabajo que conducen a la identificación, productividad, interpretación y comprensión del teatro entendido como institución, literatura, espectáculo y recepción.

Lo que se intenta estudiar desde una orientación comparativa son los textos, las actuaciones, las instituciones y los contextos teatrales. Las líneas de producción, así como las líneas de recepción de mensajes que conforman diversas instancias y diversas razones de conocimiento del campo teatrológico, instruyen los  nuevos caminos de la técnica y las visiones generadoras de mundos y alternativas espectaculares,

Así las cosas, lo que la historia del espectáculo y la historia de la producción textual nos ofrecen son muestras, procesos, influencias de mentalidades artísticas, modelos de producción teatrales, presencias de los diversos oficios teatrales, formas desde las cuales se van articulando signos, funciones y procesos de producción de sentido.

En efecto, todo lo que promete la investigación comparativa y la teatrología, en tal situación, son las líneas o vectores de realización, argumentos, traducciones, calificaciones, motivaciones y productos que constituyen el trazado epistemológico de una nueva teatralidad y un nuevo foco de conocimiento de lo que es el teatro en la vida social y cultural. Lo que promete fundamentalmente la teatrología ligada a la investigación comparativa, supone alianzas de producción de conocimiento en contexto y producción de lo espectacular y además, un tipo de expresión que siendo útil permite, sin embargo, fijar, establecer y conocer fronteras espectaculares.

Como forma de trabajo, la teatrología se funda en las materialidades y productividades del espectáculo, habida cuenta de los puntos de interés que se logran en el contexto de las relaciones artísticas, interinstitucionales y sobre todo en la relación existente entre cultura, sociedad, texto dramático o espectacular, director, intérprete y público.

Estos aspectos van a constituir y a producir cohesión en el marco de aceptabilidad de las diversas posibilidades, movilidades, encuentros o desencuentros producidos por la manifestación teatral misma. Cuando se comparan dramaturgias nacionales sean estas europeas, africanas, orientales, caribeñas o latinoamericanas, asistimos a procesos, acciones y resultados. Estos se presentan y aparecen como cuerpos de visibilidad de las estructuras, funciones, tiempos, espacios y formas de la representación teatral.

Resulta importante saber que en el caso de la misma historia del texto dramático o dramatúrgico, existen estructuras de conformación y de acción que han logrado constituir regiones de lectura y del saber teatral.

Conocida es la particularidad que hace a Moliére, Racine, Corneille, Goldoni, Calderón, Shakespeare, Marlowe, Chejov, Andreiev y otros un lenguaje en tanto que práctica estilística y dramatúrgica.

La significación de la lectura de estos poetas-dramaturgos y de los llamados dramaturgos- directores, pone a prueba los límites y fronteras de un campo de fuerza que se debate muchas veces entre la literatura y el espectáculo, pero también, entre el arte, la cultura, el espectáculo   y la memoria social.

A través de los textos fabricados o escritos por dramaturgos como Cervantes, Gozzi, Verdi, Rossini y otros dramaturgos y escritores musicales, el dominio de lo espectacular cobra aun mucho más valor e interés desde el punto de vista del quehacer espectacular y teatral.

Reclama interés la investigación comparativa el caso mismo de la dirección teatral y los directores de teatro. La práctica podría ser (y de hecho es) una institución inminente del conjunto teatral. Los directores de teatro constituyen muchas veces direcciones, firmas, instituciones y esferas del arte teatral. Lo que solicita una lectura de estos fenómenos, se muestra también en el arte que transgrede la profesión como parte de una práctica social del espectáculo. La misma significación histórico-social del teatro, aun cuando se legitima en la mayoría de los casos como obra, revela un orden específico de la teatralidad, siendo así que la visión interpretativa, la visión estética y productiva y las estructuras sincrónicas del teatro reconstituyen o reconstruyen las principales imágenes y los principales ritmos de la profesión teatral.

El fenómeno “teatro y vida nacional” es entonces un fenómeno totalizador, por cuanto los diversos funcionamientos de la institución social y la institución teatral, participan de movimientos, conjuntos antropológicos y artísticos y cualidades específicas que se llevan a cabo a partir del acto teatral, toda vez que se produce un marco de significación, inscripción y práctica de escrituras teatrales. Asistimos a necesidades técnicas y por lo mismo a conjunciones espectaculares y textualidades que se ajustan a la memoria productiva y artística del arte del teatro.

Se trata entonces de una juntura con muchas raíces y perspectivas. La obligatoriedad de asumir la investigación comparativa como eje y modelo de las ciencias sociales y humanas, hace que la misma se haga ajustable al modelo de conocimiento, producción y acción de la teatralidad y todas sus esferas. En América Latina y el Caribe la formación de las estructuras culturales y teatrales indican un tipo de desarrollo donde las líneas diferentes de la acción espectacular se reconocen en el llamado hecho escénico, así como en los diversos modos de entender, propiciar e inscribir la teatralidad.

En toda la América continental, los orígenes del espectáculo han mostrado su condición festiva, popular y culta según se ha podido entender en la iconografía que revelan las historias sociales, culturales y artísticas de América. Expresividad, imaginación y texto cultural van a constituir a partir de la independencia objetos, elementos y expresiones surgidas debido al intercontacto cultural y además, mediante el concepto de tradición de donde surge el teatro como forma, sentido y texto.

La historia de la dramaturgia en América Latina y el Caribe, ha revelado en sus formas algunos formatos de escritura, actuación, dirección y producción. El artista de teatro ha ido conformando a veces de manera sostenida y a veces de manera contradictoria los usos, signos y relaciones de un trabajo cuyos valores son muchas veces infusos y otras veces difusos.

La influencia europea en América ha sido decisiva para establecer una definición, una dirección específica de principios, una conceptualización y un planteamiento en torno a lo que es la actividad teatral como tal. En países como Argentina, México, Cuba, Colombia, Chile y Venezuela los directores, actores y escenógrafos que llegaron de España, Francia, Portugal, Italia y Japón, entre otros países, lograron imponer algunos registros teatrales a través de compañías ambulantes y de cierto magisterio teatral llevado a cabo a través de  la enseñanza en escuelas, institutos y universidades. Los resultados de esta influencia constante, condujeron a los teatristas latinoamericanos y caribeños a una autocrítica y a un replanteamiento de sus principios, prácticas, escrituras y producciones. Todo lo cual hizo posible que en los años 50 y 60 del siglo XX se experimentaran formas y fórmulas para llevar a cabo un trabajo sostenido y sobre todo ligado a la cultura  y a la sociedad de América Latina y el Caribe.

Algunas direcciones teóricas y estéticas del teatro caribeño y latinoamericano se han concentrado en el rescate de mitos, leyendas, narraciones, rituales, interpretaciones ceremoniales, movimientos danzarios y otras expresiones espectaculares que han logrado redefinir principalmente en los años 60, 70, 80 y 90 de siglo XX, la actividad teatral como actividad-productividad, educativa y contextual.

Este proceso ha hecho posible un replanteamiento marcado por la crisis sociopolítica y la movilidad del sujeto en América Latina y el Caribe. Se trata, en este caso, de rescatar y a la vez crear nuevas condiciones de producción para la elaboración y la conjunción de un producto teatral que supere la europeización de nuestros hombres de teatro y de la gama diversa de espectadores.

El sistema de interés  ligado al sistema de significación del arte teatral en América Latina y el Caribe, requiere de una lectura interna y una lectura externa del teatro y los efectos que el mismo provoca para enriquecer la conciencia espectatorial y construir una nueva pedagogía de los textos teatrales y sus contextos de producción , interpretación y comprensión.

La teatrología que pone en discusión los diversos desarrollos del teatro latinoamericano y caribeño, conjuga hoy una nueva visión alternativa del teatro y  la teatralidad, siendo así que en la actualidad, el teatro se ha convertido en escritura, inscripción, palimpsesto, mito, ceremonia, fiesta y danza. Es desde este proceso desde donde entendemos que el teatro caribeño y latinoamericano se asienta en sus raíces y en sus diversos imaginarios. El campo de surgimiento de nuevas relaciones e intereses conformados desde el espectáculo teatral, conduce al entendimiento identitario y plural del teatro y las diversas y diferentes teatralidades.