Sin dudas todo está entrelazado, si vemos que desde que nuestras autoridades comenzaron a pensar en reelección dejaron de ser servidores públicos, dejaron de gobernar y la desesperación los ha hecho perder el tino de sus decisiones e incluso perdieron el control de la economía.
Todo comenzó cuando los actores económicos, la inversión extranjera y la propia inversión de los empresarios locales comenzaron a posponer sus proyectos ante la incertidumbre que les generó el posible cambio de la Constitución para tratar de repostular al presidente Danilo Medina, con un rechazo de más de un 75% de la población. Esta posposición de la inversión trajo como consecuencia una desaceleración de la economía y redujo la entrada de divisas, por concepto de inversión extranjera.
El área financiera considero entonces hacer su aporte a la posible reelección, tratando de dinamizar la economía, decide liberar 29,209 Millones de Pesos del encaje legal, para que las entidades de intermediación financiera canalizaran préstamos a los sectores productivos, que en la práctica, no todos esos recursos llegan específicamente a esos sectores, sino que, por el contrario, los bancos hacen un ejercicio de reclasificación de cartera y gran parte de estos recursos terminan financiando el consumo. En cualquier caso, los 29,000 millones salen a presionar el tipo de cambio.
Posteriormente, surge la mal sana campaña de desinformación, en cuanto a los riesgos de la seguridad y de la salud de los turistas en territorio dominicano; esta campaña, combinada con el atentado al miembro del salón de la fama, el Big Papi, trajo como consecuencia que en medio de una temporada baja (el verano), se cancelaran muchas reservas de turistas, reduciendo aún más la entrada de divisas, esta vez por concepto del turismo.
Ante el aumento de la demanda de dólares, producto de la liberación de los 29 mil millones de pesos, la reducción de la oferta de dólares por la posposición de la inversión extrajera, la desaceleración de la economía y la reducción de la entrada de turistas al territorio dominicano, comenzamos a perder la anhelada estabilidad cambiaria y a pesar de que el Banco Central anunció una inyección de US$100 millones al mercado cambiario, además de que mantiene presión ante los agentes financieros para evitar especulación, el dólar superó el precio de los RD$52.00 por un dólar y ya se acerca a los RD$53.00 por un dólar.
Para ponerle la tapa al pomo, un ataque a las refinerías de Arabia Saudita redujo la oferta internacional de petróleo y de sus derivados, trayendo como consecuencia un aumento del precio de estos. Si consideramos que por cada dólar que sube el barril de petróleo nuestra economía necesita 700 millones de dólares anuales, esto será un nuevo ingrediente en el desequilibrio de la balanza de pago y el consecuente aumento de la tasa del dólar.
Todo esto, en medio de unas primarias que son de vida o muerte para el danilismo, con un delfín que tuvieron que esconder de los medios de comunicación. Surgen las preocupaciones, la desesperación y los desatinos; entonces, las autoridades del Banco Central se manifiestan diciendo: “La Estabilidad del mercado de divisas no es negociable” y deciden reducir la demanda de dólares, dejan de pagarle a las generadoras, haciendo que estas dejen de generar y se reduzca la importación de combustibles.
Vamos de Guatemala a Guatepeor, pues lograron contener el tipo de cambio en menos del 53 por uno, a cambio la racionalización de la energía eléctrica, por lo que comienzan los apagones. Esto, en medio de una ola de calor extremo y ante un aumento de los casos de dengue, generando la incomodidad y el malestar de toda la población, que no puede encender un abanico para intentar refrescarse y poder minimizar las picaduras de los mosquitos.