TARRO
“. . .Latinoamérica está condenada a ser el último orejón del TARRO, viéndose relegada a un plano intrascendente en las relaciones con EEUU.”
Si en esta ocasión se trae el término resaltado en la cita a estos comentarios es porque se considera que hay algunos rasgos que destacar con respecto al objeto que no siempre coincide con el uso de los diferentes países. Se iniciará el estudio examinando primero el concepto general con sus características para luego pasar a revisar los demás tarros que existen.
El rasgo común del tarro es la forma de este. Debe ser redondo para que se le considere tal. El DRAE acerca de la forma escribe “generalmente cilíndrico”. La RAE considera que los materiales de que está hecho el tarro son vidrio o porcelana. Otros diccionarios colocan esos materiales a la cabeza de la lista pero enseguida añaden que puede ser de otro material. El Gran diccionario de la Lengua Española de Larousse entiende que el tarro es “con tapadera”. El Diccionario de uso del español de María Moliner, 1997, escribe que un tarro es un “cacharro de barro”.
El problema con el cacharro del diccionario Moliner es que en ese diccionario lo definen como una “vasija tosca de cualquier material o forma que sirve para contener líquido”. De la lectura de las definiciones anteriores se nota que no existe consenso con respecto al tarro. Ni siquiera con respecto a la forma, material o, si lleva o no tapa.
En América el tarro tiene muchos significados poco afines unos de otros. Se mencionarán algunos sin citar los países para destacar la diversidad: nalgas, ano, boca de una persona, rostro de una persona, cuerno, auto viejo, tambor, cárcel y hombre borracho. En verdad que es sorprendente que un recipiente pueda alcanzar a denominar tantas cosas.
El autor de estas apostillas recuerda un tarro dominicano que se hacía de barro o cemento y cuyo destino principal era contener plantas. El tamaño del tarro podía oscilar de uno pequeño para colocar encima de una repisa hasta el que era casi imposible mover y que se destinaba a los jardines exteriores.
El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias recoge una información de la que se difiere. Se asienta en esa prestigiosa obra que en República Dominicana utilizan el “tarro de la basura”. Quien estas líneas acerca de la lengua común escribe no recuerda que se llamara así al zafacón o, a la lata de la basura.
Una vez hecho el recuento anterior hay que volver al “orejón” del tarro. En ninguna de las definiciones del tarro se encontró que este tenga o pueda tener orejas, asas o cosas parecidas. Lo que sí es posible es que exista una expresión “ser el último orejón del tarro” que hay que aceptar como un todo inseparable.
REFRACTARIO
“. . .explicó que este tratamiento está reservado para el “asma REFRACTARIA”.
Tan pronto como se leyó esta traducción al español de una voz parecida del inglés lo que trajo a la memoria fueron los ladrillos refractarios. Ese dato de la memoria desencadenó una búsqueda que terminó con lo que se presentará más abajo para esa palabra cuando se aplica a las enfermedades.
Ese refractario que se recordaba significa que ese material de los ladrillos resiste a la acción del fuego sin destruirse ni descomponerse. Ese adjetivo cuando se aplica a una persona tiene el valor de opuesto, rebelde a aceptar una idea, opinión o costumbre. Del mismo modo se aplica a la persona que rehúsa cumplir una promesa u obligación. El uso ha introducido la noción que expresa la idea de que una persona aprende con dificultad.
El Gran diccionario de la lengua española de Larousse añade una significación que mete más confusión en esta sección, pues con relación a persona y enfermedades, asegura ese diccionario, que quiere decir que la persona es inmune a una determinada enfermedad. El último significado proyecta sombra sobre el uso de la cita.
Más arriba se escribió que el texto del cual se extractó la cita es una traducción del inglés, de allí que haya necesidad de escribir la voz de esa lengua para despejar algunos malos entendidos. Esa voz es refractory. En inglés se denomina con esa voz la enfermedad que no responde al tratamiento.
El Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina de Fernando A. Navarro al explicar porqué no puede traducirse refractory por refractario se expresa así: “. . .lógicamente, una enfermedad no puede ser refractaria, sino insensible, rebelde, o resistente a un tratamiento”.
Si uno se detiene en los vocablos propuestos -y acertados- del autor de esa obra, lo que él hizo fue leer con detenimiento las acepciones de refractario en español. Eso se explica más abajo.
Entre los significados que se citaron más arriba para la palabra del título en español figuran: rebelde y resistente. A esas dos el señor Navarro añadió insensible.
En inglés ofrecen otra voz para tipificar la enfermedad resistente a los tratamientos, se trata de recalcitrant. De nuevo, el vocablo recalcitrante no puede utilizarse en español para una enfermedad porque ese vocablo solo puede expresar cualidades de personas, es decir, reviste el mismo carácter que el “refractario” del título.
Con lo que acaba de presentarse puede cualquier cristiano percatarse de que el parecido entre las palabras del español y el inglés movió al traductor a un engaño y cayó en la trampa del falso cognado. Los traductores deben estar siempre muy alertas contra estos “falsos amigos”.
CRUTÓN
. . .puede encontrar gluten escondido en los productos manufacturados como. . . pavos procesado, carnes procesadas, base para sopa, CRUTONES e imitación de mariscos. . .”
Para empezar se hace necesario señalar que el crotón que conocen los diccionarios es el que llaman ricino, esto es, una planta. El crutón como tal no aparece.
Lo que ayuda para entender la voz que introducen en la traducción es recurrir al DAA, que para esa voz asienta que en Chile, Argentina y Uruguay es una rebanada o trozo pequeño de pan frito. El último diccionario mencionado da noticias sobre el origen del vocablo al asentar que procede del francés croûton.
Los franceses que son quienes han dado nombre al pedacito ese de pan lo definen como un pequeño pedazo de pan seco. En francés la voz del pedacito de pan tiene relación con la croûte que es la parte exterior de un pan. También denominan croûton al extremo de un pan largo.
En la realidad de los tiempos presentes el crutón es internacional, ya no solo forma parte de la rica cocina francesa. Los amantes del sabor han obtenido muy buenos resultados aderezando el trocito de pan mediante diferentes métodos, los hay con sabor a ajo, mantequilla, queso y perejil.
GREMIAL
“El hombre de 56 Años y su hijo fueron ultimados con disparos de una pistola, tras discutir con un integrante de la GREMIAL.”
De acuerdo con lo que se acepta generalmente este gremial no tiene cabida aquí. Se asevera lo que antecede porque lleva colocado en la redacción un artículo determinativo que lo convierte -o trata de convertirlo- en un sustantivo.
Gremial es un adjetivo cuando se refiere a lo relativo a un gremio, profesión u oficio. Es sustantivo cuando se refiere al paño cuadrado que usan los obispos sobre las ropas pontificales. Es además un paño rectangular que se coloca en la mesa del altar. Llaman gremial también al individuo de un gremio.
No hay explicación plausible que permita que un redactor introduzca la palabra gremial en lugar y función de gremio. Debió escribir: “. . .un integrante del gremio”.
INGRESAR
“El proceso para eventualmente otorgar prisión domiciliaria por motivos de salud al ex dictador panameño INGRESÓ en su “fase final”, dijo este jueves. . .”
Lo que se somete a examen en esta sección es la manera en que el redactor de la agencia internacional de noticias utiliza el verbo ingresar en una especie como la de la cita.
El verbo del título se desempeña como transitivo y como intransitivo. En sus funciones de verbo transitivo significa meter algunas cosas para su custodia en un lugar. Es meter a un enfermo en un hospital para su tratamiento. Percibir cierta cantidad de dinero regularmente por algún concepto.
En tanto que verbo intransitivo es: entrar en un lugar. Es por una parte entrar a formar parte de una corporación; y, por otra parte, entrar en un establecimiento sanitario para recibir tratamiento.
En el uso es aprobar el examen de ingreso en un centro de enseñanza.
Llegado a este punto hay que hacerse la pregunta sobre si el uso que se hace en el texto copiado obedece a alguna de las acepciones enumeradas. Sin lugar a equívoco puede afirmarse que el modo en que emplea el verbo el redactor no es de buena ley.
Se aprovecha la oportunidad para mencionar que para el verbo “ingresar” en su función de “entrar en una institución o lugar” en América se lo hace acompañar de un complemento precedido de la preposición A, mientras que en España se prefiere la preposición EN.
Era más sencillo y adecuado escribir que el proceso había “entrado en su fase final”, en lugar de refinar demasiado el asunto y dañarlo. Ha sucedido aquí lo que acontece con frecuencia, que al tratar de embellecer con creces la redacción se incurre en un error.