El pasado viernes 21 visité el Centro de Corrección San Pedro de Macorís. Allí habían congregado a alrededor de 40 internos de 7 penales de la región este y  San Cristóbal. Los encarcelados, previamente seleccionados por las direcciones de sus respectivos penales de origen, permanecieron como "huéspedes" del correccional de San Pedro por unos cinco días. Concluida la jornada formativa, los facilitadores/internos regresaron a sus penales con la encomienda de trabajar el tema del analfabetismo según los materiales y técnicas aprendidas. El esfuerzo es parte de un programa piloto impulsado por el Ministerio de Educación y la Procuraduría General de la República a los fines de atacar las altas tasas de analfabetismo registradas en los penales dominicanos. El asunto es una iniciativa interesante, un paso en la dirección correcta, pero para los resultados habrá que esperar.

De regreso vine en bola en la jeepeta de uno de los técnicos de educación que estaba trabajando con los internos/facilitadores. La combinación de haber pasado el día  hablando de educación y el hecho de que no acostumbro a transportarme en vehículos privados me colocó en una posición especial, emocionalmente hablando, para sufrir el triste espectáculo de los niños que viven en las diferentes esquinas de la ciudad capital. Yo sé que no digo nada nuevo, todos los hemos visto y muchos lo han denunciado. Es más, ellos son solo un símbolo de desafíos sociales mucho más importantes. Sabemos en nuestros adentros que aquello no está bien, pero de tanto verlo quizás nos hemos ido acostumbrando. Digamos que no lo vemos con alarma, o por usar algo que está más de moda en estos días: no nos indigna tanto.

La vulnerabilidad de estos niños y niñas es incuantificable. Su drama inconmensurable. Una sociedad como la nuestra, agobiada por la violencia y la inseguridad, tiene una insoslayable cita con estos muchachos y muchachas. No hace falta ser genio para imaginar un futuro en donde los que hoy están en las esquinas no puedan atender sus necesidades más básicas extendiendo sus manitas esperando alguna dádiva. ¿Cuál creen ustedes que será el próximo paso para ellos y ellas?, ¿Las aulas?….

El fenómeno criminal debe ser abordado de forma pausada, inteligente y meditada. No me sorprende que algunos pretendan "resolverlo" con más de lo mismo, es decir, alguna versión de mano dura. Lo que preocupa es que por momentos parece que es lo único que se nos ocurre.