El escenario político signado por la lucha de poder con pretensiones absolutas, o cuanto menos por espacios de preeminencia para obtener posiciones, privilegios, patrimonios o notoriedad de la imagen fundada en la recurrencia en los medios o la aceptación de sectores sociales, según sea el caso que se proyecta en las metas y propósitos de los personajes o candidatos en una comunidad territorial o nacional.

Esa lucha implacable por los susodichos espacios y controles del mismo en beneficio y aquiescencia de los que aseguraron la victoria por vía democrática y constitucional o por procedimientos ilegales y fraudulentos, es un proceso complejo, difícil y ambicioso que suele enfrentar peligrosamente a los oponentes y desembocar en ocasiones en guerras civiles o cruentos episodios entre las partes en pugna.

Algunos afirman que en política, "todo se vale", descartando que haya ética en la competencia por el poder: "el fin justifica los medios", fue la frase clásica acuñada por Maquiavelo en su célebre obra El Príncipe.

Comentábamos en tertulias con algunos amigos y familiares hace aproximadamente cuatro años  cuando se producían las últimas elecciones nacionales, sin ningún freno o control de parte del Tribunal Electoral, que se hacía sordo ante los reclamos de la población y los Partidos de Oposición por el dispendio de los fondos públicos, la compra de votos por el Partido de Gobierno, el uso de transporte estatal y otras herramientas disponibles por los funcionarios públicos y la dudosa complicidad de jueces y técnicos claves enquistados en la Junta Central Electoral.

No me los creían, sin embargo al presente presenciamos la pugna sorda entre Danilo Medina y Leonel Fernández, que atenta contra la unidad del Partido de Gobierno

Todo ello trajo en los opositores una embriagadora impotencia y decepción del que no se curaron los opositores hasta varios años luego de los Comicios. Fue apabullante la diatriba y manipulación sorda de la publicidad repetitiva servida por los Medios y comunicadores contratados por la instancia del Gobierno del PLD; dispendio exagerado para embrutecer a la población votante, plasmando desesperación en ciertos sectores y en consecuencia subestimación de su fortaleza y posibilidades de triunfo;  aún así se obtuvo un 47 por ciento de votos.

Ahora hay que aprender de lo ocurrido, mantener las denuncias y exigir técnicos imparciales y la supervisión de los Organismos Internacionales antes y después de los Comicios. Las dos debilidades del proceso se gestan en la compra de votos el mismo día de las Elecciones y el uso fraudulento de la tecnología de punta al interior de la Junta, como se comentó insistentemente del técnico Frías.

Cuando todo hubo de pasar y el PLD se impuso con fraudes y estratagemas diversas, la gente se llenó de espanto, furia e impotencia, asintiendo que nadie pudo evitar lo que se venía llegar y un manto de poder absoluto del PLD envolvió el imaginario colectivo de la gente, que sucumbió impávido ante tanto poder; hoy cosechamos esos agrios frutos antidemocráticos en la instauración de una hegemonía de todos los instrumentos de poder.

Los acuciosos analistas llegaron a las mismas conclusiones: el PLD no podía darse el lujo de caer, porque eso significaba someterse a las ergástulas por culpa de un nuevo gobierno y de inmediato se movieron los hilos para instalar tribunales y otras instancias con personajes de su mundo partidario o aliados: Marino Mendoza , Mariano Germán, Frank Soto, Roberto Rosario, Ángel Aquino, Francisco Arias, John Guiliani, Mabel Féliz, José Manuel Hernández, Mariano Rodríguez, Francisco Domínguez Brito, Rafael Díaz Filpo. Quedaba así sellada la impunidad y el Presidente

Danilo debía callar y restringirse hablar para no entorpecer los planes de los asesores brasileños y otros consejitos de callar, callar, callar y brincar charquitos con rostro de campesino humilde.

Debo precisar que revisando los miembros del Tribunal Constitucional en su página web encabezado por el ilustre jurista Milton Ray Guevara en calidad de Presidente, es la única instancia de corte judicial que aparece con jueces muy talentosos y que sí actúan con independencia de criterios podrían contribuir grandemente con la democracia y la institucionalidad de la sociedad dominicana, sin necesidad de declaraciones teóricas infundadas, sino por su actitud y ergástulas ante una comunidad empujada a la incredulidad y al desconocimiento de procesos judiciales con equidad e imparcialidad. Única manera de salvar su honor ante la historia dominicana, cuyo pueblo vive atribulado y decepcionado de contemplar las pieles camaleónicas de algunos políticos dominicanos que sufren de metamorfosis tronchando su carrera moral y profesional.

Cuando se impone el poder absoluto del PLD en las Elecciones del año 2010, barriendo con todos los Senadores, caso insólito habiendo la oposición obtenido casi la mitad de los votos, cuestión que dejó en dudas a la población de esos resultados aparentemente ilícitos como jamás había sucedido; el control de la Cámara de Diputados y todas las demás entidades de la sociedad, la gente llego a pensar que no había salida futura del PLD.

Les decía en mi frío enfoque de entonces que "el poder absoluto, corrompe absolutamente". Era lo que daba por entendido en la conversación con tertulianos afligidos por la derrota. Pues simplemente tanta hegemonía y algarabías por resultados atribuidos al PLD traía en su propia naturaleza por exasperación de poder, el germen de su propia destrucción.

Dado a que dicho Partido que también se agenció como alianzas negociadas con recursos del Estado, a otras inconcebibles organizaciones, que de conformidad con las leyes socio-políticas encontraría en su seno la inminente oposición que en este tipo de fenómeno se produce en la lucha por la supremacía de liderazgos. No me los creían, sin embargo al presente presenciamos la pugna sorda entre Danilo Medina y Leonel Fernández, que atenta contra la unidad del Partido de Gobierno.