La utopía es el principio de

Todo progreso y el diseño

De un porvenir mejor.

A. France.-

Me parece, que a fuerza de tantas frustraciones y “justificaciones”, nos han hecho adictos a la negación. Emitimos juicios de valor a priori, negando virtudes y justificando lo indebido y lo palpable. La clase dominante se abroga el derecho de obviar leyes mediante decretos, que solo buscan sostener entelequias estatales que de por sí no pueden sostenerse y peor aún, subvencionando como un clientelismo cualquiera para prestar un mal servicio que no contribuye en nada a quienes pagan religiosamente por una asistencia no clientelar por parte del Estado, como es el de la salud.

Son increíbles los conjuntos de pequeñas cosas que están sucediendo en perjuicio de los que sostienen, con su trabajo y contribución en el pago de impuestos, a la estabilidad de un Estado del cual se espera piense en el pueblo y no en un partido. Los dineros son empleados a caprichos de cualquier funcionario sin importar su jerarquía, quienes lo disfrazan de mil maneras para justificarlo. Quizás por eso, me tomo la licencia de expresar, que la “Solidaridad” mostrada por muchos, su prefijo tiene como base, la palabra clientelismo político.

Y no puede ser de otra manera, ya que con el silencio pretenden acallar todo. No sé si vale la pena hasta preguntar por simple curiosidad, como es que se ha hecho una costumbre iniciar obras con determinados presupuestos y luego este se multiplica varias veces en su fase de construcción. Podríamos conjeturar que esto es debido a improvisación, aunque por igual, puede ser un vil engaño para llevar a cabo indelicadezas, que permanezcan cubiertas por inmunidades e impunidades previstas desde un inicio.

Los ejemplos son a granel, como ese de ahora, donde el Ministerio de Salud anuncia y adjudica obras a cinco hospitales por unos trescientos millones y que luego de pasar estas reparaciones a otro organismo del Estado, se incrementa en más de dos mil quinientos millones sin exponer ningún tipo de justificación para esta acción, todo lo cual demuestra un total desprecio por el dinero y por rendirle cuentas a este pueblo pendejo que lo acepta como un hecho irreparable y no amerita ningún tipo de cuestionamiento. Y eso no viene de ahora, porque la inmensa cantidad de obras ejecutadas por la famosa compañía Brasileña, fueron ejecutadas de esa manera y ni hablar de todas aquellas diabluras indecentes, corruptas y perversas que se convierten en “Sombras”.

Cuestionar el empleo de los dineros del pueblo en el clientelismo político llamado “Solidaridad” es un pecado y quizás un peligro pero, ¿Cuántos cientos de miles de pesos se han “gastado” hasta hoy en “bonos” y otras lindezas? ¿Y si en cada conglomerado barrial se hubieran construido centros tecnológicos para capacitar profesionalmente esa juventud que, aun terminando la secundaria y hasta la universidad de igual manera tampoco consiguen donde trabajar, sería igual? Y si parte de la caravana de cocinas ambulantes de los comedores económicos que asistieron a los Haitianos, se empleara en esos centros y en esos barrios donde están los “votos” Solidarios, ¿alguien ha considerado que se aseguraría el almuerzo tanto para los estudiantes que saldrían con alguna profesión, ya sea de plomero; cocinero (a); ebanista; mecánico, etc. Así como  también para sus familiares?

Aunque reconozco, que habría menos “lideres” y menos compromisos políticos con los  nuevos profesionales, que en vez del buscarse la vida al que se ven arrastrado por falta de oportunidades, podrían ejercer su profesión en ese amplio mercado de empleos que existe y que tiende cada día a crecer, con la condicionante, de que tienen que estar preparados para poder ejercer algo más que no sea el bandidaje que en la actualidad se les ofrece. ¡Sí señor!