Anoche tuve el siguiente muy optimista sueño.
Había tenido lugar entre nosotros lo que acaba de suceder en Perú, donde el vicepresidente Martín Vizcarra tuvo que regresar a su país desde Canadá, donde era embajador, pues le había tocado asumir la presidencia ante la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Como no tiene ambiciones, ni es político de carrera, se le ocurrió la brillante idea de convocar a un referéndum bajo el cual los peruanos acaban de aprobar cuatro importantes medidas:
- Que los legisladores no puedan ir a la reelección. Imagínense la alegría, entre nosotros, pues se trataría de castigar a tantos corruptos, engreídos y perezosos individuos.
- Se eliminó el Consejo Nacional de la Magistratura peruano, compuesto por jueces, procuradores y congresistas corruptos, para sustituirlo por una Junta Nacional de Justicia, elegida por el pueblo y que será la que designará a los nuevos jueces de la Suprema y el Constitucional, siguiendo normas internacionales. No más repartidera de jueces entre seguidores de las diferentes facciones de un PLD que lleva catorce años continuos en el poder.
- Una nueva ley ahora regula el financiamiento de los partidos políticos, por parte del sector privado, así como la publicidad electoral. El sector privado dejaría de tener a “sus” políticos y a “sus” congresistas.
- Se logró un nuevo acuerdo de cooperación con Odebrecht, empresa que ahora podrá seguir operando en el Perú, pero a cambio de esta pagar una multa de US$180 millones y de entregar más información sobre la forma en que a partir del 2011 corrompió a los últimos cuatro presidentes peruanos: Toledo, Alan García, Humala y Kuczynski, así como a la líder de la oposición Keiko Fujimori. De estos, los que no están presos, están sometidos a la justicia, o solicitados en extradición. Como resultado, el presidente Vizcarra lleva tres meses con una popularidad por encima del 60%, la más alta para un presidente peruano en veinte años. Perú ha recibido el mejor regalo de Navidad, de los Reyes y hasta de la Vieja Belén.
Todo esto se logró gracias a la labor de periodistas de investigación peruanos, honestos y valientes, así como de una procuraduría apolítica que no acepta presión de Palacio y que recientemente firmó otro acuerdo de cooperación con la oficina del procurador brasileño ahora aún más fuerte, lo que implica que se recibirán más datos sobre corrupción. Precisamente ese procurador acaba de lograr que la empresa brasileña Andrade Gutierrez, quien construye una presa en nuestro país, pague US$381 millones al fisco como compensación, al admitir corrupción ligada al “Lava Jato”. ¿Pedirá nuestro procurador información a los brasileños sobre esta segunda empresa? ¿Será su propósito de año nuevo? Lo dudamos mucho.
También soñé que aquí había ocurrido lo que acaba de suceder en México, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al presentar su presupuesto, exclamó: “Ya terminó la corrupción, terminó el dispendio. El presupuesto alcanzará para más. Haremos más, con menos”.
¿Por qué ese sueño no puede devenir en realidad en la República Dominicana? Pues porque el partido del gobierno, el PLD, perdería el control del Congreso y del Poder Judicial y una reducción en el dispendio de los gastos del fisco implicaría menos “compañeritos” con sus botellas y, consecuentemente, menos entrega de su voto. En fin, que el PLD perdería las próximas elecciones, a pesar de lo débil de la oposición. Ese peligro se fortalecería ante las perspectivas de una recesión en Estados Unidos, China y Europa, lo que implicaría entre nosotros menos turistas, remesas e inversión privada extranjera. Por suerte, el petróleo sigue bajando y el efecto de esa recesión en nuestro gasto público, si se quisiese, podría compensarse con el dinero procedente de la venta de las acciones de Punta Catalina y de las tres distribuidoras de electricidad. Pero, ¿qué impacto entre nosotros tendrá el pleito entre Trump y Xi Jinping y el aumento en la tasa de interés internacional? ¿Y el bajón en las bolsas internacionales?