Hacia fines de 1953, un teniente del Ejército de Haití sugirió a sus superiores la redacción de un resumen semanal de la prensa dominicana, para los oficiales. Unos meses antes, este teniente había regresado de una estancia académica por dos años en España. El periódico El Caribe (fundado en abril de 1948) llegaba a Puerto Príncipe, con 3 o 4 días de retraso. Las ondas de La Voz Dominicana cubrían buena parte del territorio nacional.

En aquella época, la fuerza aérea militar de Rafael Trujillo era la más poderosa del Caribe y de Centroamérica. En 1955, tenía 240 aviones, más de la mitad de los cuales eran aviones de combate.

El jefe de Estado haitiano, general Magloire, estaba en perfecta sintonía con su homólogo, El Benefactor Trujillo. Sin embargo, muy pocas personas en Haití sabían cómo funcionaba  a diario la máquina de Trujillo.

Dos oficiales superiores apoyaron la sugerencia del teniente: el entonces jefe del estado mayor y el director de la Academia Militar de Haití. Cuando el general presidente Magloire se enteró de la iniciativa, envió una tarjeta de felicitación. Su Excelencia estaba completamente sumergido en la preparación de los 150 años la Independencia nacional (1954). Con motivo del acontecimiento, los escultores Richmond Barthe (EUA), Juan José Sicre y Teodoro Ramos Blanco (Cuba)  expresaron el sentimiento de orgullo y patriotismo con monumentos que siguen decorando la zona del palacio presidencial. Mientras al otro lado, el general Rafael Trujillo ya estaba preparando «1955» (Feria de la Confraternidad, de La Paz y del Mundo Libre).

Por pura casualidad, a principios de los 80, descubrí en polvorientas cajas unas cintas grabadas con programas de la Voz Dominicana. Mi padre, el teniente de 1953, respondió a mis preguntas de esta manera: «[…] el dominicano piensa y actúa por dos países» …

Haití y la República Dominicana representan una situación dramática de reflexiones. Por encima de las realidades geográficas perfiladas por Alejandro Magno, y posteriormente confirmadas por Napoleón …

El presidente vitalicio François Duvalier  da la escalofriante impresión de haber sido un dictador limitado. Implacablemente feroz hacia sus adversarios. Después de  Duvalier, sin embargo, asistimos a una transformación de los líderes políticos en pilotos. Viven pateando de un avión a otro, riéndose de las  las masas movilizadas en las calles durante 30 años.

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En nuestra capital, sector campo de Marte, recordamos el pollo dominicano. Innovación inclusiva y exitosa. Se llamaba «dominicano» porque desde principios de los 80 fue una innovación de cocineros dominicanos. También fue el inicio de la conquista del mercado por la cerveza Presidente. Los salones de belleza para todas las capas sociales fueron una innovación dominicana. Aquella generación de jóvenes empresarios dominicanos se adaptaron rápidamente al entorno. Y lograron modernizar la vida social haitiana. Era la época de Cuco Valoy, Bonny Cepeda, Fernandito Villalona y Johnny Ventura por las ondas nacionales. Sucedía a la de Lope Balaguer y Rafael Solano en los salones de la capital a finales de los sesenta.

A principios del siglo XXI, cerca de casa, «el» dominicano por excelencia se llama Rafael. Responsable del departamento de decoración en la tienda «Le Pèlerin Home Decor».. Durante la construcción de la telefónica  Digicel (2003-05), los operadores de la impresionante grúa son dominicanos. Unos meses después del terremoto de enero de 2010, se destacan en el mismo sector el capataz asistente Antonio (originario de La Romana) y el electromecánico Joël, “Mocho”. Este habría comenzado a trabajar en nuestro país desde principios de los 90.

En diciembre de 2012, inauguración de las obras del hotel Marriott. Una nueva grúa. Vino con ella otro grupo de profesionales dominicanos. Lo llamo la "Generación Wilson" en honor a un miembro del equipo.

A medida que la reputación profesional de los técnicos dominicanos, que dominan perfectamente la construcción antisísmica  se extiende, veíamos por casi todas partes las bolsas de cemento procedentes de la R.D. Los fines de semana, me reunía con mis nuevos vecinos en una acera frente al  hotel Marriott.