Que la China continental ha venido haciendo desde hace tiempo escarceos y presiones con la República Dominicana para ser reconocida  formalmente, era cosa bien sabida y su resultado se veía venir de lejos y, aún más, de cerca. Ahora, ha llegado ese momento y para ello, y como exigencia del “Grandote de Eastern “ ¿se acuerdan?  hemos tenido que romper con Taiwan, un país pequeño pero amable, trabajador, muy trabajador, de solo 36.000 kilómetros cuadrados y una población algo superior a los 23 millones de habitantes, capaz de lograr un milagro económico, ejemplo en muchos países, para que se levantaran desde la nada hasta ser una envidiable potencia industrial, a la par de un muy apreciable desarrollo social e institucional.

Taiwan, que desde que Chiang Kai-shek y sul Kuomitang se refugió a mediados del siglo pasado en esa isla huyendo del comunismo de Mao Zetung, no quiere pertenecer de ninguna manera, ni política, ni jurídica, ni territorialmente, al gigante asiático con quien se ha mantenido en estado de guerra con China, un David contra un Goliat, hasta el cercano 1987 , reafirmando siempre y de todas las maneras posibles su voluntad ser libre e independiente.

Taiwan, llamada por los portugueses y por la belleza de la isla, Formosa, ha sido durante muchos años muy amigo y colaborador de la República Dominicana, yendo esta relación mucho más allá del puro y simple intercambio comercial, así lo lo demuestran sus  continuas e importantes  ayudas en diversos sectores, en la producción agropecuaria y piscícola, la enseñanza, o la medicina, por citar solo algunos de los principales.  Y en amargo y agradecimiento por todo ello,  lo borramos de un plumazo diplomático.

Pero como decía el mordaz escritor Francisco de Quevedo y Villegas en el primer soneto de su Poderoso Caballero es don Dinero:  Madre yo ante el oro me humillo/el es mi amante y mi amado/ que de puro enamorado/anda siempre amarillo/que pues doblón o sencillo/hace todo cuanto quiero/, o como decimos en versión más criolla algo así como  “morocota ganó a cabo é túbano”. Es una gran verdad eso de que el dinero no sabe de sentimientos, amistades, ni de patrias, solo de intereses y ganancias.

China nos ha prometido grandes inversiones y compras por miles de millones de dólares, y con ello ha comprado aquí también su reconocimiento oficial y diplomático, siguiendo su estrategia de dominio mundial que le está dando buenos resultados. Muchos países de África y América Latina han cedido a China enormes extensiones de terreno para que cultive productos que no posee, o le producen mayor rendimiento. China, si quisiera, por su monstruosa capacidad económica, podría comprar nuestro país entero como quien adquiere un “chuflai” en un colmado cualquiera.

Taiwan ha sido vendida por un plato de lentejas como Esaú vendió su primogenitura a su hermano Jacob, según el relato bíblico, aunque en esta ocasión y en el relato moderno, en lugar de lentejas el plato esté lleno de sabroso y cotizado caviar beluga, y lo que es peor, sin el menorremordimiento. Business are Business dicen los gringos para disimular y aplacar cualquier estado de mala conciencia. Pero no importa que de ahora en adelante, y por el puro interés mercurial, tengamos que ser más chinos que antes, Taiwan contiuará siendo para muchos de nosotros el amigo de siempre fue, porque la amistad, como muy bien dice el anuncio, no tiene precio.