Hasta recientemente la República Dominicana permaneció como uno de los pocos Estados Miembros de la ONU que reconocía a Taiwán. Santo Domingo mantuvo relaciones diplomáticas con Taiwán desde 1941 hasta el 1 de mayo del año en curso, cuando decidió establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China.
Si el gobierno dominicano maneja estratégicamente el escenario que le ofrece una relación con China, podría convertirse en uno de los principales interlocutores entre China y America Latina y el Caribe a través de los mecanismos del Foro China-CELAC.
China por supuesto, representa un mercado de aproximadamente 1300 millones de consumidores por explorar más a fondo. Sin embargo, Taiwán por su parte ha sido un gran aliado del gobierno dominicano. República Dominicana recibía ayudas y donaciones a través de la política de cooperación no reembolsable de Taiwán. Uno de los ejemplos más conocidos es el Hospital Taiwán en Azua para el cual el gobierno de taiwanés dedicó una contrapartida para la construcción. Y, paradójicamente, Taiwán también destinó fondos para el ‘mejoramiento de la infraestructura y el fortalecimiento del Ministerio de Exteriores.’
Si bien es cierto que el gobierno dominicano tiene una deuda de gratitud con Taiwán, no menos cierto es que establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China está más acorde con el interés actual nacional dominicano. Es un derecho soberano que va más allá de lo que puedan interpretar otros estados con los que también República Dominicana tiene excelentes relaciones diplomáticas.
El escenario actual es más cónsono con la política exterior, ya que esto abriría nuevos canales comerciales al país. Pero sobre todo un eventual apoyo por parte de China a las aspiraciones de la República Dominicana en el Consejo de Seguridad de la ONU (ya la República Dominicana ha sido elegida como Miembro no Permanente del Consejo de Seguridad e iniciará su mandato el 1 de enero de 2019). Esto, visto desde el punto de vista comercial y del multilateralismo.
China ha incrementado su presencia en África. La estrategia en America Latina y el Caribe es similar, y esto puede ser beneficioso para el país si se hace en base a un plan serio y ordenado. La estrategia y visión geopolítica de Pekín parece ir más allá de ejercer su soberanía sobre el disputado mar de China. Ha sido sigilosa pero agresiva en varios escenarios, en cuanto a inversión extranjera y comercio internacional, insertándose en mercados de países en vías de desarrollo, sobre todo en África y en la zona del GRULAC.
Por ejemplo en África, solo dos países reconocen a Taiwán: Burkina Faso y Suazilandia. A parte de estos países, el continente es un escenario controlado por China. En America Latina, Xing Jinping ha promovido el foro China-CELAC, uno de los mecanismos de integración regional que parece ser bastante abarcador.
China ha sido uno de los grandes beneficiarios del nuevo espectro político que se vive en América Latina. Dada la tendencia socialista en Venezuela, era de esperarse que Venezuela fuera uno de los interlocutores de Pekín en la región. Sin embargo, la tierra de Simón Bolívar está atrapada en una crisis política y económica cuyo fin no se vislumbra. En cambio, República Dominicana puede ser uno de esos actores claves en las relaciones sino-latinoamericanas. No solo por haber re-establecido relaciones con China Popular, sino por su posición geoestratégica y por mantenerse como uno de los más apreciados destinos turísticos de la región.
Esta presencia china ha sido más notoria en el Hemisferio Occidental precisamente en el período post-guerra fría, en el cual la seguridad y combatir el terrorismo era prioridad para Washington en vez de la lucha contra el comunismo en America Latina. Esto es lo que algunos expertos en relaciones internacionales han denominado un descuido de la política exterior de Washington hacia la región. Escenario que China ha sabido ‘capitalizar’.
En cuanto al comercio, las visitas de los presidentes chinos Jiang Zemin en el 2001, y de Hu Jintao en el 2004, marcaron un crecimiento exponencial en el intercambio comercial entre China y varios países de America Latina y el Caribe. Esto motivó a que países como Costa Rica, también atraídos por el boom económico chino se inclinara por establecer relaciones diplomáticas con China, y de paso ganar acceso a su mercado.
Dentro de los organismos internacionales, como es sabido, China es Miembro Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, y tiene derecho al veto. Por lo tanto, es ventajoso contar con aliados de esta envergadura ya que toda resolución del Consejo de Seguridad puede ser vetada por China.
Asimismo, en el Grupo de los 77 (G-77+China), el bloque de negociaciones más grande dentro de la ONU China juega un rol fundamental. De hecho, China no solo es miembro, sino que ha influido en la adaptación del nombre para pasar a llamarse ‘G-77+China.’ Esto evidencia la dinámica presencia e influencia del multilateralismo del gigante asiático en los bloques más importantes del mundo en desarrollo a lo interno de las Naciones Unidas.
China parece estar más interesada en el multilateralismo como nunca antes, se pone el sombrero de países en vías de desarrollo y también participa con los países desarrollados en el G20. China además ha tomado nuevos roles en lo referente a la nueva política exterior de la administración Trump, que paradójicamente ha relegado todo el liderazgo de los Estados Unidos en lucha contra el cambio climático en manos de China.
En resumen, China está jugando un rol más diverso y hegemónico en el escenario global, y el gobierno dominicano debería aprovechar la posibilidad de una ‘alianza estratégica’ que vaya más allá de la simple atracción del intercambio comercial y promesas de inversión. Porque ya China ha logrado gran parte de lo que quería, desembarazarse de Taiwán en Santo Domingo. Ahora le toca a República Dominicana sacar el mejor partido a esta nueva relación…
La diplomacia está en constante cambio, y República Dominicana debe moverse acorde y en base a su ‘nuevo interés’ nacional en el marco de las relaciones internacionales y el intercambio comercial.
En este nuevo orden, de interdependencia y economía globalizada, el progreso humano es inevitable. Porque una cosa es la lealtad y la gratitud, y otra la prioridad de la política exterior de un Estado soberano. Por lo tanto, el gobierno dominicano tiene ante sí la oportunidad de convertirse en uno de los principales interlocutores entre la República Popular China y America Latina.