Existen fuertes indicaciones de que la República Dominicana reconocerá a China Continental después de más de setenta años de ser de los pocos países del mundo que ha estado reconociendo a Taiwán. Solo unos 20 países, todos pequeños y principalmente en el Caribe, Centroamérica y África, siguen reconociendo a Taiwán.
La China Continental ha luchado para convencerlos a que abandonen a Taiwán a cambio de regalos, como proyectos de infraestructura, principalmente puertos. De tiempo en tiempo las dos Chinas han acordado no seguir "robándose" países, pero hoy día esa lucha continúa. En el 2007 Costa Rica decidió reconocer a Pekín, a cambio de recibir como donación un bello estadio de fútbol y venderle bonos de deuda a precios por debajo del mercado.
Hace poco más de tres meses que Panamá reconoció a Pekín, no sabemos a cambio de qué, tal vez de que China Continental deje de apoyar el proyecto de un canal competitivo a través de Nicaragua.
En el caso dominicano han surgido cinco indicaciones de que Taiwán lucha por evitar que los dominicanos hagamos el cambio.
Primero nos visitó el canciller de Taiwán quien ofreció unas muy inusuales y poco diplomáticas declaraciones sobre por qué no nos conviene establecer relaciones diplomáticas con Pekín y sí con Taiwán. Igualmente inusual fue que no fue recibido ni por nuestro canciller ni por personal de la cancillería y ni por nuestro presidente o personal del Palacio Nacional.
Segundo, esa visita fue seguida por la del jefe del ejército taiwanés, siendo la primera vez que eso ocurre.
Tercero, llegó una misión de empresarios taiwaneses interesados en invertir en el país.
El arribo, con pocos días de diferencia, de diplomáticos, militares y empresarios es indicativo del temor de Taiwán de perder el reconocimiento dominicano.
Cuarto, está la reciente visita a Taiwán por parte de Reinaldo Pared Pérez, presidente del Senado, con una amplia comitiva.
Un quinto factor es que nuestra cancillería ha anunciado que cuenta con el apoyo de las cancillerías latinoamericanas para que, por primera vez en nuestra historia, y después de varios intentos que fracasaron, seamos miembros temporales del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero si un segundo país latinoamericano anuncia su candidatura, entonces todos los países, más de cien, tendrían que votar por uno latinoamericano. China con todos sus contactos en África y Asia, lograría que el voto favoreciera a un país que reconoce a Pekín, presumiblemente la República Dominicana. El por qué nos interesa estar en el Consejo de Seguridad durante la errática, para decirlo así, administración de Trump, y durante el conflicto con Corea del Norte y Medio Oriente es tema para otro artículo, adelantando solo el citar la presión que ejerció Washington sobre México y Chile mientras eran miembros de ese consejo, coincidiendo con la invasión norteamericana a Irak en el 2003.
El sitio lógico para seguir negociando con Pekín es durante la Asamblea General de Naciones Unidas, este mes, en New York.
¿Qué le pediríamos a Pekín a cambio de ese reconocimiento? ¿Algo vinculado a Catalina la Grande? ¿Una presa hidroeléctrica? Pekín tiene interés en los recursos mineros de América Latina. De hecho, a través de una compañía australiana es dueña de una de nuestras pequeñas minas de oro. Sus inversiones se caracterizan por la importación de mano de obra china a expensas de la latinoamericana y dominicana. China ya representa el mayor flujo de turismo para varios países, aunque el Caribe sigue estando geográficamente lejano de China, como lo evidencia el caso de Cuba donde todavía van pocos turistas chinos. Son inescrupulosos cuando el tema es sobornar a funcionarios públicos. Aún así, y como lo evidencian entregas nuestras anteriores, favorecemos el cambio.
El alcalde de Puerto Príncipe ha anunciado préstamos masivos de China continental. Haití solo reconoce a Taiwán y la noticia ha sido promovida por la agencia Larouche la cual cita a Lyndon Larouche, su dueño. Además de haber estado preso en una facilidad federal, Larouche no tiene credibilidad.