Por la naturaleza de esta columna, en varios artículos anteriores nos hemos referido a los múltiples factores de riesgo a los que están expuestos los trabajadores de todas las profesiones y ocupaciones en sus respectivos ambientes en los que desarrollan sus labores habituales.

Todos los trabajos conllevan determinados riesgos, en mayor o menor medida según la cantidad o la peligrosidad que tengan para afectar negativamente la salud de los trabajadores expuestos, provocando accidentes o enfermedades ocupacionales.

Es decir, en un ambiente laboral podrían estar presentes determinadas sustancias nocivas o tóxicas que, si no se eliminan o controlan, pueden entrar al organismo de las personas expuestas.

La Toxicología Laboral es la rama de la Salud Ocupacional que trata sobre el estudio de las interacciones entre sustancias químicas y sistemas biológicos para determinar la capacidad de estas sustancias para producir daños a los organismos vivos, determinar su naturaleza, incidencia y lo relativo al mecanismo de acción.

Los efectos adversos de una sustancia química dependerán, entre otros, de factores como: grado de toxicidad, presencia en el ambiente, nivel de riesgo, concentración, duración y frecuencia de la exposición, características físico-química, controles y protección adecuados. Otro factor importante lo constituye la susceptibilidad individual.

Las sustancias nocivas pueden hacer daño en la puerta de entrada o lugar de contacto (piel, ojos, etc.) pero generalmente la vía de entrada puede estar distante de los órganos que podrían afectarse como pueden ser pulmones, hígado, cerebro, sistema nervioso central y riñones.

Hace un tiempo la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo público que por exposición a sustancias contaminantes en sus puestos de trabajo se producen cada año 10 veces más muertes que por accidentes laborales.

Podría pensarse que solo los trabajadores y trabajadoras de las industrias químicas están en riesgo por exposición a sustancias tóxicas, pero hay que apuntar que otras áreas productivas, como la agricultura, la construcción, la recolección, el manejo de residuos sólidos, labor de limpieza y servicios de salud.

Estas sustancias químicas tienen una puerta o vía de entrada, que en orden de importancia nos referiremos a continuación.

Vías respiratorias

Constituyen la principal puerta de entrada de sustancias químicas al organismo en los ambientes de trabajo. Esto debido a la necesidad de respirar aire que tenemos por el vital oxígeno que contiene, pero al mismo tiempo el aire medioambiental puede contener y transportar sustancias nocivas en sus diferentes estados físicos, como polvos, vapores y gases.

Estas vías son importantes por su gran extensión y su capacidad de absorción, ya que las sustancias nocivas pueden penetrar a través de la nariz, boca y pulmones.

Vía dérmica o piel

Algunas sustancias químicas tienen la propiedad de atravesar la piel, que es una importante barrera de protección del cuerpo humano, llegar a la sangre y distribuirse por el organismo provocando determinados efectos nocivos.

Vía digestiva

Aunque menos frecuente no deja de ser de suma importancia tomarla en cuenta debido a que si bien es cierto que no hay necesidad de llevarnos a la boca y mucho menos ingerir sustancias tóxicas en el ambiente de trabajo, no es menos cierto que de manera accidental, comer, beber o fumar en el lugar de trabajo pone en riesgo la salud de los trabajadores, más aún cuando no se observan las medidas higiénicas necesarias como el uso de guantes y el lavado de las manos después de manipular sustancias tóxicas y antes de comer o beber.

Vía parenteral

Esta vía se refiere a los casos cuando sustancias químicas tóxicas penetran por áreas donde se ha producido una perdido de continuidad de la piel, tales como herida, ulceraciones, pinchazos, etc.

Está claramente demostrado que manipular sustancias peligrosas en los lugares de trabajo sin las medidas de control y la protección adecuada, produce efectos adversos a la salud de los trabajadores y trabajadoras expuestos.