No les preocupa que Colombia cuente con siete bases militares norteamericanas.
Ni que México sea el país de las fosas comunes y donde a los muchachos se los desaparezca de 43 en fondo.
Tampoco la prisión de Milagros Salas en la misma Argentina de Macri Offshore donde el desempleo y la represión campean por sus fueros.
Qué pena escuchar a dos comentaristas de una importante emisora de radio hacer de Venezuela el centro mismo del infierno; un lugar al que las fuerzas del exterior deberían ya intervenir (se supone que no con rosas) para terminar con la “barbarie” de los tunantes chavistas que se empecinan en preservar el poder, a costa del hambre (que es solo cosa de Venezuela) y por medio la represión más despiadada contra la sacrosanta oposición.
¡Así de preocupados andan ciertos comentaristas por Venezuela!
¿La causa de todo? Solo de Maduro. No hay caída abrupta del precio del petróleo, no hay sabotaje a la economía, no hay de decisión del imperio (ese que declaró a Venezuela un “peligro inusual” para Estados Unidos –¿?–) de acabar con la revolución bolivariana, no hay destrucción “guarimbas” (lo de universidades quemadas y los 42 muertos es puro invento).
Tampoco cuentan el golpe de Estado de abril del 2002 ni el paro petrolero posterior.
Así de tuertos son los liberales. Vaya usted a saber cuál es su fuente y a quiénes les quieren caer simpáticos.
Que en Venezuela hay una crisis económica y una crisis política nadie va a negarlo, incluyendo al gobierno chavista. Y desde aquí no voy a negarme a reconocer más de un vicio en este proceso, empezando por el mismo Chávez. Pero solo la ceguera propia, no digo de la derecha franca sino también del tambaleante, ambivalente y fofo liberalismo, impiden ver la verdad de fondo: que ni el imperio ni la oligarquía, siempre acompañados de franjas importantes de las clases medias fascistoides, le soportan a los pueblos la búsqueda de su propio camino, mucho menos que los pobres sean tratados como gente, sobre todo en un país que cubre una enorme mina de petróleo. Lo demás es lo demás, por muy importante que sea.
No se lo soportaron a los revolucionarios chilenos. La idea de H. Kissinger era simple: “tenemos que hacer que la economía chilena chille”; luego damos el golpe sin que el pueblo pueda apenas hacer nada… El Plan Cóndor completaría su macabra misión por todo el Cono Sur. Contra la Nicaragua sandinista de los 80: Guerra de baja intensidad para que también la economía “chille”…
Solo la mala fe o la ingenuidad extrema impiden ver la semejanza con la Venezuela de hoy.
No se preocupen, señores liberales. Todo pasa. También el chavismo pasará, espero que sustituido por algo mejor. Es más, la sacrosanta oposición venezolana podrá tomar el gobierno, para alegría de la derecha mundial y de los liberales preocupados de hoy. La Venezuela actual, me temo, no será sin embargo la única gran batalla. Esto apenas comienza.