En la primera parte de este artículo, fue indicado que las investigaciones de los profesionales señalan la dura realidad de los sacerdotes y pastores que se envuelven de tal manera en sus funciones atendiendo a todos a su alrededor, pero son negligentes con su propia salud física, espiritual y emocional.
En los últimos días del pasado mes de diciembre, hubo noticias desagradables de líderes religiosos que cometieron suicidios. Esto ha puesto a muchos a analizar los hechos acontecidos, para tratar de descifrar las motivaciones que conducen a esos actos por personas en quien se esperaba que prime solidez de fe y plenitud de esperanza en Dios. La auto-inmolación es un hecho que presenta un dilema teológico-moral, e interrogantes de los sociólogos, terapeutas, psiquiatras y demás profesionales de la conducta humana; más ahora, se descubren las causas de los suicidios, pues son múltiples. Cada caso tiene su propia explicación.
Por ahora, los profesionales de la medicina y ciencias psico-sociales, expresan que los suicidios pueden ser por la consecuencia de: agotamiento físico-espiritual-emocional; profunda depresión; mortificante decepción; extrema ansiedad; tras el diagnosticado de una catastrófica enfermedad; uso y abuso de sustancias alucinógenas; protesta; símbolo de venganza; manera de resarcir un fracaso, cansancio de vivir aislado, falta consciente del proyecto o propósito de vida.
Uno de los suicidios más conocidos y reiteradamente mencionado, es el de Judas Iscariote, el discípulo de Jesús de Nazaret quien mortificado de remordimiento por traicionar a su maestro, se ahorcó por motivo del oprobioso hecho. (Mateo 27: 3-5).
Los aborígenes de la isla de Santo Domingo, durante el sometimiento de los conquistadores, cometieron suicidios masivos por ahorcamiento y bebida de jugo de yuca amarga.
Durante los últimos tiempos se viene difundiendo numerosa información y noticias de intentos o hechos de suicidios en muchos pueblos del mundo. En Brasil se ha notado que el número de pastores que comete suicidios es alarmante. Debemos estar atentos a las inmolaciones en general, y particularmente en la República Dominicana.
Es preocupante lo que está sucediendo a todos los niveles de la sociedad, y se debe estudiar el porqué de esta ola de funestos hechos. Estas investigaciones deben ser llevadas a cabo por dirigentes religiosos, miembros de los medios de comunicación, y primordialmente por profesionales de las ciencias sociales y médicas. Se debe buscar formas para alertar, prevenir y ofrecer asistencia en casos de sospecha o intentos de auto destrucción.
El Periódico “Listín Diario”, (2017/07/26) trajo la información que se registraron 3,620 suicidios en el país durante los últimos seis años de 2011 al 2017. En la región Latinoamericano-Caribeño las tasas de suicidio son en promedio 7.3 por cada 100,000 habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el promedio en los cinco países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) se producen 19.8 suicidios por cada 100,000 habitantes. Esto es una gran paradoja, porque se establece que son los países más felices (Aleteia, 2014-02-01). Es chocante esta información, porque no se espera que hayan suicidios en sociedades de gentes felices; pues son países desarrollados y de mejor estabilidad política, nivel económico, y satisfacciones de utilidades y beneficios colaterales de escolaridad, salud, disfrute cultural, y buena jubilación. La riqueza, el bienestar social, y la aparente profesión de fe religiosa, no son necesariamente muros de contención contra el incontrolable impulso que desquicia a la persona a que cometa suicidio.
Es recomendable el fortalecimiento de los pasos dados por el Ministerio de Salud que está habilitando programas de atención mental. Al mismo tiempo, las iglesias deben fomentar y establecer ministerios pastorales con especialistas en centros de asistencia psico-sociales, con líneas telefónicas y otros medios de intercomunicación, a fin de ofrecer asistencia para orientar, prevenir y desactivar intenciones de suicidios.