I
Ley
Lo primero: aplicar la ley que rige el Ministerio de Cultura (o modificarla es fuese preciso). Esto implica, entre otras cosas, funcionamiento del Consejo Nacional de Cultura y descentralización.
II
Bibliotecas públicas
La pálida tradición de lectura en nuestro país tiene que ver con la calidad de la educación. Pero, aparte de ese factor, y vinculado con él, se debe a la ausencia de centros bibliotecarios creados conforme a las necesidades de la comunidad. Urgen respuestas a las siguientes preguntas: ¿qué pasa con la red de bibliotecas públicas?, ¿qué ocurrió con los bibliobuses?, ¿por qué muchas de las pocas bibliotecas municipales han desaparecido o languidecen entre las polillas y la apatía general?, ¿qué está sucediendo con la Ley del Libro y Bibliotecas?, ¿a qué se debe la débil o nula atención de las instituciones estatales pertinentes a las bibliotecas públicas o barriales?
El Pacto Educativo incluye la creación de bibliotecas escolares y municipales. Una educación de calidad conlleva a aprender a leer de verdad, aprender a buscar la verdad, aprender a pensar. Con toda razón, la UNESCO ha proclamado: “La participación constructiva y la consolidación de la democracia dependen de una buena educación y de un acceso libre e ilimitado al conocimiento, el pensamiento, la cultura y la información” .
Todo municipio, todo barrio, ha de ostentar con orgullo su biblioteca. Hablo de pequeñas y activas bibliotecas, bien provistas, enfatizando calidad, atentas a las necesidades de la comunidad, que prestan libros para llevar al hogar, tejen dinámicos vínculos con los centros de enseñanza, promueven el libro, crean lectoras y lectores, ofrecen programas regulares de actividades; en suma, corazón de la vida cultural comunitaria.
Bibliotecas es una cuestión en la que se esperaría que el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Educación, los gobiernos municipales y el Congreso actúen e influyan juntos. Esto facilitaría los insumos y recursos necesarios. Entre muchas entidades, han prevalecido la competencia o los meros acuerdos en papel. Trabajar en auténtica colaboración sería una grata señal de cambio.
Sugiero:
-Revisión de la ley del Libro y Bibliotecas (ley No. 502-08) con participación de autores, editores, bibliotecarios y legisladores, entre otros, con miras a convertirla en un instrumento efectivo. (Esta ley, contrario a la ley de Cine, ha tenido escasa o nula aplicación, poco efecto).
-El Congreso debería tomar la iniciativa, creando una ley que obligue al establecimiento de bibliotecas públicas en todos los municipios y en los barrios de las principales ciudades. (Me asombra que no se le haya ocurrido, hasta donde conozco, a ningún integrante del Senado o la Cámara de Diputados).
-Realización de un diagnóstico a fondo de bibliotecas públicas que permita tomar decisiones para que estas den un satisfactorio servicio al público.
-Sistema eficiente de préstamo de libros al público en las bibliotecas que existen y en las nuevas que se establezcan.
-Crear modelos de pequeñas bibliotecas comunitarias con solo mil títulos, aquellos de la literatura universal, latinoamericana y nacional que son absolutamente imprescindibles.
III
Redes nacionales y participación
Cultura es identidad, movimiento, creación, convivencia, diversidad, confluencia. Todas, todos somos cultura, creamos cultura.
El Ministerio de Cultura debería dejarse sentir de verdad en todo el territorio nacional. Para esto nada mejor que partir de las comunidades y sus gentes. Animarlas y respaldarlas para que se impliquen de corazón y entendimiento.
Pienso en red nacional de bibliotecas públicas, red de escuelas libres, red de animadoras y animadores de lectura, red de talleres creativos (escritura, artes, teatro, música), consejos provinciales y municipales de cultura, etc.
Hay cantidad de acciones que podrían llevarse a cabo y que no requieren ingentes recursos. Es más que nada un asunto de visión, de sensibilidad, de participación.
Pienso en las escuelas de escritura creativa, música, artes. Pienso en pequeñas bibliotecas. En rescate de la memoria cultural comunitaria.
Pienso en la integración de las personas mayores, las personas con discapacidades, las niñas y niños, minorías étnicas o religiosas…
En una campaña, junto al Ministerio de la Mujer, con enfoque positivo encaminadas a crear o reforzar valores de cooperación, respeto y equidad en el ambiente doméstico, así como responsabilidad compartida en la crianza de hijos e hijas.
IV
Planificación
Donde no hay un plan claro, con las coordinaciones, monitoreo y seguimiento pertinentes los ruidos (chismes, malestar, insatisfacciones, resabios) tienden a ser incontrolables. Plan y visión otorgan coherencia al trabajo diverso.
En el Estado es común encontrarse un alto número de empleados que se ciñen a realizar actividades, las más de las veces, repeticiones sin nada de creatividad. Nada les inspira, nada les entusiasma. Solo les preocupa quedar más o menos bien ante su superior inmediato. Creo que eso puede cambiarse si participan en el análisis de los problemas, la definición de los objetivos y en las coordinaciones que permiten desarrollar sinergias y mentalidad de trabajo en equipo. Contar con líderes de equipo (mujeres y hombres) que animen con el ejemplo es decisivo.
Los recursos son limitados y los problemas innumerables. Hay que escoger. Ni con toda la inteligencia del mundo se pueden hacer grandes avances si no se cuenta con:
1. Un plan de trabajo (estratégico y operativo) elaborado con la participación de todos aquellos que lo ejecutarán. Un plan es, entre otras cosas, una fijación de compromiso, horizontes y relaciones. Contiene una visión, unos objetivos, indicadores de logros para el periodo, líneas de acción, presupuesto y responsabilidades. Implica, por tanto, decisión sobre las prioridades. Implica un mapa de coordinaciones. Y, sobre todo, conceptos claros.
Cada área, cada dirección, cada persona se evalúa en su desempeño conforme al plan.
Es clave contar con un sistema de monitoreo efectivo.
El proceso de elaboración del plan no detiene las labores en curso. Todo plan es flexible.
2. Política y estrategia de aliados y socios externos (nacionales e internacionales), para lo cual es valioso un análisis de involucrados en el que se establece a quienes se prioriza, por qué y para qué. Para determinadas acciones hay determinados socios claves. Si esto se define desde el principio, fundamentado, en las prioridades de la gestión, se reflejará en eficiencia, ahorro de recursos y energía.
3. Mecanismos óptimos, ágiles, modernos. En este sentido, sería necesaria una revisión de la estructura del Ministerio y, tal vez, de la ley misma que lo creó.