El mes de junio acaba de irse. Pero volverá el próximo año, y con él las fechas que la comunidad internacional ubicó en este mes para señalarnos la importancia de los recursos naturales. Esta llamada a la reflexión se nos hace desde diferentes miradas y temas: el 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente, el 8 el de los Océanos, el día 17 se reunieron expertos en la lucha contra la desertificación y la sequía, y el 29 de junio fue el día internacional de los Trópicos.
Todos estos temas son muy importantes para la República Dominicana, un país tropical cuya economía agrícola y turística depende de una buena gestión ambiental del agua y de sus mares.
¿Para qué tanto día mundial e internacional? ¿No suena muy pretencioso?
Pues permítanme adelantarme varios meses y ser aún más pretencioso: el 5 de diciembre se conmemorará el día mundial del suelo, un recurso tan vital como olvidado cuando recordamos y reflexionamos sobre el medio ambiente. Sí, la República Dominicana necesita gestionar bien su agua, sus bosques, sus mares, pero sobre todo necesita gestionar bien su suelo.
Déjenme intentar explicar esta digresión de hablar ahora del suelo, cuando debería guardar este artículo hasta diciembre. No se puede hablar de medio ambiente sin tener en cuenta el suelo.
El suelo es un recurso finito, no renovable, lo que implica que su pérdida y degradación no son reversibles en el curso de una vida humana. Si ahora no llueve y hay sequía, es muy probable que lo haga más adelante y se recuperen los embalses y los caudales de los ríos, pero si se pierde el suelo ya no hay marcha atrás. Se calcula que son necesarios mil años para que se forme un centímetro de suelo.
Y no sólo importa la cantidad, también su calidad. Los suelos sanos son muy importantes para garantizar el crecimiento continuo de la vegetación natural y de los cultivos, loa cuales nos proporcionan piensos, fibras, combustibles, productos medicinales y, por supuesto, los alimentos de origen animal y vegetal que necesitamos para sobrevivir.
Por si esto fuera poco, los suelos sanos proporcionan también servicios ecosistémicos, como la regulación del clima, tan importante en los países del trópico, especialmente en los insulares como el nuestro. Y un suelo sano contribuye por supuesto a la biodiversidad: según la FAO, los suelos albergan una cuarta parte de la biodiversidad de nuestro planeta.
La próxima vez que eliminemos ese jardín que nos molesta cuando se embarra, o esa parcela para construir un parqueo, o cuando el mal manejo de un cultivo nos lleve a una pérdida de nutrientes en el suelo, sugiero que nos acordemos de las relaciones de este recurso con el medio ambiente en general.
¿Se imaginan una República Dominicana sin bosques y con escasez de agua? Si no es esto lo que queremos, hagamos que cada día sea el día mundial del suelo.