En un contexto donde las necesidades son muchas y los fondos para cubrirlas escasean; en un país donde la gente sobrevive a dura pena con salarios que se quedan muy atrás de los estándares más elementales de una vida digna, resulta una mayúscula irresponsabilidad social la asignación de sueldos gubernamentales que multiplican decenas de veces el salario mínimo.

Por eso no hace mucho tiempo en las redes sociales se pidió que se castigaran a los funcionarios ofreciéndole por un par de meses el salario básico para ver cómo se las arreglan para poder llegar a fin de mes.

En el fondo este ejercicio de supervivencia buscaba despertar un poco la sensibilidad de los que más ganan y más tienen para que se condolieran un poco de la suerte de los pobres. Se perseguía que nuestros funcionarios y hasta el mismo gobierno como entidad representativa del mandato del pueblo se pusieran en los zapatos de los pobres para ver si de esa manera se estimularan a desarrollar políticas públicas a favor de hacer menos azarosa la situación de las grandes mayorías.

Mirando las cosas desde esta perspectiva, no fue por casualidad que la Asociación de Comités de Amas de Casas, Consumidoras y Usuarias de Servicios calificó de “ridículo”, “pírrico” y “abusivo” el aumento de 14 % al salario mínimo privado recientemente acordado. Y la verdad es que el incremento del 14 % al salario mínimo es como una gota de agua agregada a la inmensidad del océano de necesidades que no mejorará ni impactará en nada la economía de la clase más desposeída.

De modo el susodicho aumento, que ha sido relegado de la agenda pública y mediática por los accidentados acontecimientos derivados de la aprobación de la reelección, no amortiguará la pérdidadel poder adquisitivo que han sufrido los escasos ingresos de la inmensa mayoría del pueblo, el cual cada vez estámás indefenso para cubrir sus necesidades básicas.

Los sueldos estratosféricos que ganan los ministros son una forma de demostrar la pecaminosa distribución de los ingresos que caracterizan a nuestro injusto orden social; son una manera de ensanchar la brecha social y unaforma abusiva de hacer uso de los dineros de los contribuyentes para llenar los bolsillos de privilegiados funcionarios que viven en la abundancia y que no conocen en su vida eso que le piden al pueblo: sacrificios y austeridad.

Es por eso que los dominicanos menos afortunados viven con una permanente ira contenida que un día explotará en las calles y ciudades, pues mientras observamos un festival de elevadas pensiones vitalicias para losfuncionarios de arriba, ex directores de instituciones, ex secretarios, expresidentes de la República, ex funcionarios de la Justicia ex directores de entidades del Estado, la mayoría de servidores públicos de abajo cuando son pensionados no saben qué hacer con la exigua asignación con que son despachados para su casa.

En este contexto, los altos emolumentos que ganan nuestros funcionarios constituyen un agravio, una ofensa, una inmoralidad y una obscenidad en un entorno en el que el grueso de la poblaciónestá condenado a vivir en situación de grave pobreza con un salario mínimo que es lo máximo en injusticia, desigualdad y precariedades.