En el estudio del Foro Monetario Internacional de enero del 2013 patrocinado por el  Banco Central de la República Dominicana acerca  del empleo, el organismo multilateral llegaba  a la conclusión  de que el sueldo  real  en Dominicana había disminuido en los últimos 10 años en un 27%. Vale decir, aunque los salarios nominales habían aumentado, éstos no habían alcanzado ni siquiera los  efectos producidos por la inflación.

De lo que  estamos hablando desde la perspectiva de la Sociología Organizacional es que en Dominicana, esencialmente, muy pocos de los empleados y trabajadores han recibido aumento de salario. Porque un aumento deviene cuando el mismo desborda la inflación y permite un mejor nivel de vida con respecto a años anteriores. Se amplía el horizonte social y por vía de consecuencia, el económico.

Cuando el entonces candidato a la presidencia Danilo Medina, participó en los  debates que coordinó Participación Ciudadana conjuntamente con el Ministerio de Administración Pública, acerca  de la visión que tenían los candidatos con relación a la administración pública; me tocó  a mi preguntar al hoy Presidente, qué opinión tenía acerca de la enorme disparidad salarial que ocurría en el Estado dominicano y los sueldos astronómicos de decenas y decenas de funcionarios.

El candidato dijo en el salón del Hotel Sheraton que a él no le preocupaba el sueldo exorbitante de esos funcionarios. Que su objetivo era ayudar a los miles y miles que tenían sueldos deprimidos. Su discurso ha sido coherente, pues recientemente dijo que un sueldo  de $10,000.00 pesos no da para nada. Eso es verdad. La falta de coherencia es con sus  acciones y decisiones para corregir esa iniquidad e inequidad que se verifica en el Estado mismo, donde él es el máximo ejecutivo. Lleva dos años y dos meses y no ha hecho un aumento general de salarios para el Sector Público. ¡Coherencia en el discurso y grave  disfunción  en los hechos, en la acción! La Ley de Salarios es la más elocuente prueba de la desarmonía entre el discurso y la práctica.

Sin embargo, esto no ocurre en algunas instancias de los poderes. El Poder Legislativo  para 1990, un diputado ganaba $4,600.00; dos años después, esto es 1991, ya ganaban 100% más, para llegar a $11,300.00. En los años 1994-1995 llegaban a RD$17,600.00, 60% más, en el interregno de 3 años. Pero para el 1996 los sueldos de los diputados llegarían a RD$59,600.00. Esto es, 300% a su favor en apenas año y medio. Nada de asombro, para el 1997, esto  es, un solo año de diferencia obtendrían RD$70,000.00 de sueldos y por  cada sesión $5,826.50.

En el 2003 seguirían con la carrera de aumento y llegaban a $92,000.00. En el 2006 alcanzarían $116,983.00. No vamos a contar aquí los $23,000.00 de gastos de representación y los $45,000.00 de dieta mensual, porque ellos no tipifican para la jubilación y/o pensión, independientemente de los años que logren trabajar para el Estado. Lo que si cabe destacar es que ellos son junto a dos instituciones del Estado que se constituyen en una especie de casta, de privilegiados especiales, al recibir más de un sueldo 13. ¡Ellos, sencillamente, reciben un sueldo 13 y 14! Hoy  ganan de sueldo RD$250,000.00,  sin dieta ni  gasto de representación. Entre el año 2000 ($80,000.00) y el 2014 ($250,000.00) los diputados vieron crecer su sueldo un 300%.

No hablemos del dispendio tan atroz que pone en evidencia la mueca de democracia que  tenemos y que no sabemos si es su espíritu de humor para caracterizar nuestra sociedad como opulenta,  a partir de su opípara alimentación: los diputados consumen un promedio  de $6 millones de pesos mensuales en comida y bebida. Ver el Informe de Alicia y el rostro  del presidente de la Cámara, nos lleva a entender la novela de Milán Kundera La Fiesta  de la Insignificancia, que respecto al humor  nos dice “… Era una escena profética. Anunciaba   realmente un tiempo nuevo. El crepúsculo de las bromas. ¡La era de la posbroma! Hegel  dice que el verdadero humor es impensable sin el infinito  buen humor, escúchalo bien, eso  es lo que dice literalmente. No la burla, no la sátira, no el sarcasmo. Solo desde lo alto del infinito buen humor puedes observar debajo de ti la eterna estupidez de los hombres, y reírte  de ella”.

Es la pantomima de una democracia que se expresa en un Estado cada día más grande en su nómina, al crecer un 52.5% en los últimos dos años y al generar y producir al mismo tiempo 650,000 NI  NI y 507 SIN (sin oportunidades y sin competencias). La sociedad lo incuba, es su  agente dinamo y al mismo tiempo su redituador.

Son los retazos y aletazos de una sociedad que tiene sobre sus hombros una clase política  que se monta sobre ella, para servirse en la más cruel de su supina avaricia y gula, que cual drama de su estiércol, ondean de manera gravitante en el cuerpo del país. Querremos más y mejor democracia, pero no precisamente ésta.