En el ámbito de la Unión Europea (UE) – interesante modelo de referencia- el sector de la edificación representa el 40% del consumo total de de energía y aproximadamente el 36 % de las emisiones de Co2 al medioambiente. En países como España el uso de la energía en el sector residencial supone el 20% de las emisiones de GEI ( Gases de Efecto Invernadero). Sumando lo que representa, a nivel de emisiones,  el Co2 producido durante los procesos de construcción, el sector residencial es responsable de aproximadamente el 33% de las emisiones de GEI en este país.

La UE está promoviendo como norma general entre sus países miembros, los estándares de la eficiencia energética. Mediante transposición de directivas comunitarias a leyes locales se exige a los países de la Unión que diseñen sus nuevos edificios bajo criterios de optimización y ahorro de los recursos energéticos.

Esta medida permite que los edificios que “vayan saliendo del horno” tengan un buen diseño y estén acordes con los postulados de la eficiencia energética de la UE. Cubierta este parte, el gran compromiso está en conseguir que el parque edificatorio existente pueda ser también eficiente; este es el desafío más importante del momento: reducir la demanda energética (emisiones de Co2) de los edificios existentes.

Aunque muchas veces – a nivel global- nos parezca que en temas de medioambiente, sostenibilidad, eficiencia energética, etc., no hay un libreto preestablecido, con esta consigna general de la UE entendemos que sí se ha querido trazar una pauta general que dirija los pasos a la reducción de las emisiones de GEI. La certificación energética para nuevos edificios y para edificios existentes así nos lo hace pensar…..¿pero es realmente suficiente?.

Captura de Co2

Suficiente o no, somos conscientes de que esta fórmula – la de reducir la demanda energética de los edificios nuevos y viejos- es la que a día de hoy luce más realista. De todos modos esto no es una excusa para seguir soñando y trabajando,  como lo han hecho los investigadores del Centro Tecnológico Mongstan en Noruega.

El gobierno  de Noruega (junto al sector privado) ha iniciado, hará cosa de un año, un proyecto experimental de captura de CO2, con forma física en el centro antes citado.

Mediante tecnología de amonio refrigerado se están haciendo pruebas en el ámbito de la industria (que en los últimos 150 años ha ido por delante de la arquitectura) que resultan esperanzadoras  con relación a la captura de Co2.

Al usar el  término esperanzadoras, lo hacemos por el simple hecho de conocer una iniciativa público-privada que  está dando frutos al experimentar con este nuevo desarrollo tecnológico tanto con gases procedentes de centrales térmicas, como en procesos industriales de refinería de carburantes. Esto es ir en la dirección correcta.

El abordaje de la cuestión del cambio climático sólo será factible en el momento que este modelo noruego no sea la excepción sino la regla.

El eslabón que falta

Nuestros esfuerzos de investigación, la sinergia entre arquitectura y tecnología industrial deben ser intensificados en pos del objetivo de la ralentización del cambio climático. Los proyectistas tenemos las herramientas para hacer buenos edificios, edificios que no sean sumideros energéticos. Si a esto le sumamos más voluntades y compromisos, políticos, sociales y del gran capital, estaríamos a las puertas de una posible solución al tema del deterioro medioambiental.

Estamos convencidos de que tenemos gran parte del Know How, el tema es tirar hacia adelante con este compromiso compartido entre todos los actores de la sociedad. Títeres y titiriteros, al final vivimos en el mismo planeta.