Para muchos astrónomos dos leyes gobiernan la energía del universo: 1) desde el Big Bang no se han creado ni destruido nuevas fuentes de energía; y, 2) aunque no hay nueva energía en el universo desde su origen hace 13.5 billones de años, esta se transforma en una sola dirección (concentrada a dispersa, orden a desorden, disponible a no disponible, caliente a fría).

Refiriéndose al Big Bang (estado de alta densidad y temperatura que provocó La Gran Explosión, origen del universo observable) el físico y matemático Stephen Hawking, fallecido esta semana, afirmó que “somos polvo espacial convertido en seres vivos con propósito. Miremos, pues, al universo preguntándonos por qué existe y no a nuestros pies”.

Son aportes significativos de Hawking sus estudios sobre la relatividad usando el concepto del tiempo imaginario, los agujeros negros como eventos singulares en el espacio tiempo y su trabajo de unificación de la teoría de la relatividad con la mecánica cuántica mediante la creación de la teoría de cuerdas que busca unificar todas las fuerzas del universo en una misma ecuación. Recientemente llamó la atención sobre los retos y oportunidades que tenemos de crear inteligencia artificial.

Fue miembro de la Sociedad Real de Londres, que reúne científicos eminentes del mundo. Ocupaba la silla de Issac Newton, Charles Babbage y Paul Dirac como profesor Lucasiano de matemáticas en Cambridge, Inglaterra.  Su labor científica y energía inconmensurable son su legado. Después de ser diagnosticado con la enfermedad de Lou Gehrig, que le impedía mover sus músculos, dijo: “mi consejo para otras personas con discapacidad sería: concéntrate en las áreas en las que tu incapacidad no te impide hacer las cosas bien y no te arrepientas de las cosas con las que interfiere en tu vida. No te deshabilites en espíritu, ni físicamente”.  La promoción, protección y garantía de los derechos humanos de las personas con discapacidades es obra de las instituciones, la ciudadanía y de quienes, como Hawking, son titulares del derecho de igualdad de trato y oportunidades, tanto porque lo reconoce el ordenamiento jurídico como porque está probado que los que tienen capacidades especiales pueden contribuir efectivamente, a través de la ciencia y la tecnología, con el desarrollo. De ahí su obligatoria inclusión e integración.