Las últimas noticias del egipcio Mohamed Salah nos hablan de un gol que ha sido celebrado como “uno de los mejores que podrás ver en mucho tiempo”. La indicación se hace única y alguno podría considerarla como algo exagerada, toda vez que tenemos goles todos los días.
Se parece a una de esas noticias que exageran la nota: fulano de tal declaró a la prensa que hará que se investigue su cargo, algo que no ha ocurrido.
El gol de Salah no es ficticio, sin embargo. Ocurrió en un momento y en una hora, fue aplaudido y vitoreado por los hinchas del Liverpool y cronometrado por importantes canales internacionales.
Aquí tenemos béisbol toda vez que sabemos que no tenemos una bombonera, un estadio de los de “apaga y vámonos” para ver el fútbol que sí que continua.
Pero el tema es único: si un grupo de empresarios se uniera, dice un pajarito, quizás construyeran un estadio a semejanza de alguno mexicano donde La Liga es muy fuerte. No estoy hablando de hacer un copy paste, pero es cierto que estamos raquíticos. Pensamos en un estadio como el del Cruz Azul, por qué no? o el mismo de Pumas (UNAM) o por qué negarlo, el de América o el Necaxa.
El béisbol de las Mayores nos compete, toda vez que tenemos a nuestros jugadores, que no nos hacen quedar mal, que anotan todos los días. Si se beben una cerveza es algo que alguna crónica dirá, o también se dirá los problemas en que se meten por motivos diversos. Todo el mundo sabe los problemas que hemos tenido con algunos peloteros, pero todo ha pasado.
Ya para esta época, tenemos el clásico de octubre y la gente se anima. Sacarán las bebidas para ver lo que ocurre, aunque alguno me diga que no se trata de eso: mucho se ha demostrado que cuando ligas el béisbol con el alcohol, obtienes una bomba que no puedes manejar.
Por alguna razón, uno se queda con Salah y sus vítores y la nota que leímos. Uno se queda con la intención de ver el gol y ahí está. Es una combinación que no vimos en el momento presente, sino en diferido: penetra entre sus contrincantes, avanza y hace magia. Sigue avanzando hasta entrar en la zona donde no es atrapado por dos defensas y allí, con fuerza y elegancia, aniquila al portero de una manera superba, pero no la única: cada día se producen goles superbos y no se hace tal crónica.
Es raro, como decíamos más arriba, que un funcionario diga: revisen esto. No estoy cómodo con lo que hay aquí. Necesito transparencia. Como en el fútbol, se comienza a jugar y uno intenta ver lo que ocurre, que no siempre es aplaudido por los hooligans.
Lo que si hacen algunos funcionarios es decirle a su jefe que tienen todo correcto. Lo que tiene que chequearse que se chequee: me refiero a cuando se entra en una institución pública. En el caso de las crónicas que vemos en Internet, incluyendo las de Twitter, nos parecen que pueden caer como del cielo en la exageración y dejarnos con la boca abierta. Luego, vendrán otras. En el caso del gol de Salah, admito que fue bueno, alto y digno de tal nota. Es la conclusión final, pero teníamos que tener la duda.
Uno parte de los asuntos financieros, con esta cosquillita económica de uno, para saber qué se puede hacer aquí en muchas disciplinas lo que hemos hecho con las voleibolistas. Pero todo ese asunto es largo y tendido y tiene que ver con la misma administración del Estado y por qué no, con el sector privado. Conozco a unos entrenadores y a unos entrenados.
Es interesante todo el universo del deporte en el asunto del marketing porque esto se trata de productos y de marcas. Los fanáticos que iban a la liga de baloncesto en la década de los ochentas, iban por las figuras, como el caso de Salah del que comenzamos hablando. Y esas figuras, como las hay hoy, tenían todo el talento del mundo.
Muchos se preguntan a cuánto asciende los recursos que recaudan los equipos vía taquilla. Hace días, se nos decía que un artista local cobraba una millonada (unos 200 dólares, algunos decían que quién pudiera pagarlo que lo pagara y Special Guest, 7,000 dólares), por entrar a su concierto. La gente espera que se le diga cómo funciona la fijación de precios para un concierto o para un evento deportivo, que comprábamos en la fila extra para ver a inmortales del Deporte en una lejana era.
El récord fue implantado y no tenemos noticia de alguien que tenga el total de taquilla de los artistas que cada año producen sus fiestas. Si esos precios son un récord, bueno sería saberlo para tener en cuenta cómo se comporta la ciudadanía que tiene la costumbre de asistir a estos eventos (lo planteo desde el plano sociológico). A algunos les pareció estratosférica, y a otros –que no les gusta la bachata–, por el solo precio la vieron interesante: habrán brindado con champagne a la entrada? Te darán souvenires de despedida o las servilletas tendrán grabado tu nombre, al menos. Quiero hacer la indicación que me gusta la manera en que ese artista, que no es santo de mi devoción, toca la guitarra.
Los que fueron a bailar a esa fiesta pudieron pagarla. No se trataba de dos cheles, como me dice alguien. Alguien podrá decirme: de seguro había algún pelotero. Otro podrá decirme: de seguro se abarrotó. No son las ocupaciones que por lo general tienen los grandes futbolistas que si van a fiestas, pero todo calculado. ¿Podríamos encontrar a Salah, con sus goles superbos, en la Riviera Francesa? Ahora se nos dice que el Manchester City (ofrecen 75 millones) y el PSG quieren ficharlo.
En sus días, con un contrato que termina el 2023, Salah debe oír una muy buena música en su apartamento. Esa música se utiliza a veces para ponerla a tono con los goles que se meten en los compendios que hacen en los canales de deportes y en los mismos canales de YouTube.