Anuncio comercial de los años 70 para una pasta local que aún se vende en todo el país, lo que nos trae al presente cuando vemos el comportamiento de la economía dominicana. Crece, crece y crece dejando chiquito a los demás países de la región.

Mucha gente me pregunta si las cifras dadas por el Gobernador del Banco Central son confiables. Que si es verdad eso de que crecemos al 6.9%.

La realidad es que esas cifras son bastante cercanas a la realidad. Yo siempre he desconfiado de las cifras sobre el crecimiento de algunos sectores, como la agricultura, porque las fuentes no siempre son confiables y tienden a manipularse. Pero en otros sectores como las zonas francas, el turismo, la minería, las finanzas o la manufactura las cifras son bastante realistas.

Al margen de cualquier cuestionamiento, las cifras del BC, son las cifras oficiales y son las que hay que utilizar para cualquier análisis que se haga sobre la economía dominicana. Y no están tan lejos de la realidad.

Su debilidad es que no analiza la deuda pública con la profundidad y tampoco mide el verdadero rol del endeudamiento en ese crecimiento ya que tenemos un presupuesto donde el 46% de los ingresos tributarios son para pagar capital e intereses de la deuda. Y eso no es nada saludable. Por eso el déficit que cada año supera el 2% del PIB con una deuda del SPNF que ronda el 41% del PIB. 

Claro, el endeudamiento es un tema que le compete más al Ministerio de Hacienda, aunque está indisolublemente ligado al resto de las variables macroeconómicas, especialmente las reservas y el régimen cambiario.

La verdad es que al país está entrando mucho dinero en divisas gracias al crecimiento del turismo, zonas francas, remesas e inversión extranjera. También las exportaciones de bienes están creciendo, aunque las importaciones lo hacen mucho más rápido, ampliando la brecha comercial. Eso, sin contar el lavado de activo y el tráfico de drogas que mueve cientos de millones de dólares al año que no son registradas en las cuentas nacionales salvo que aparezcan en la partida “errores y omisiones” de la balanza de pagos.

Estimo que todo ese ingreso supera los US$32 mil millones de dólares y eso ayuda a cualquier económica del tamaño de la nuestra.

Lo que sucede con el crecimiento es que cuando una economía desarrollada crece a un ritmo de 3% del PIB, el impacto se siente en todos los estratos sociales porque hay una mejor distribución del ingreso. A eso se le llama desarrollo económico. Aquí hay que crecer sobre el 6% para que se filtre algo a los estratos de más bajos ingresos de la población ya que tenemos una pésima distribución del ingreso. Demasiada desigualdad y demasiada pobreza.

Pero este es un campo que no le compete al Banco Central ya que se trata de un manejo financiero del gobierno divorciado de las necesidades de la gente. La corrupción, el dispendio, el clientelismo, el desorden administrativo y la politiquería es lo que mueve la maquinaria publica, donde la reelección o la cogioca por cualquier medio prevalece sobre las responsabilidades institucionales.

Ahora bien, no hay dudas de que las medidas adoptadas por la autoridad monetaria en agosto del año pasado para darle liquidez a la economía parecen que aun surten efecto, aunque tarde o temprano eso se acabará.

Estimamos que el crecimiento comenzará a amortiguarse en los próximos meses, aunque terminemos el 2018 con un incremento del PIB por encima del 6%, que es muy bueno.

El otro problema de la economía dominicana es la generación de empleo formales. No hay una correspondencia entre el alto crecimiento con la creación de empleos formales. Aquí crece mucho el empleo público y el informal lo que dificulta traducir ese crecimiento en un mayor bienestar, elevando la presión tributaria. 

Son muchos los problemas que tenemos en todos los ámbitos, especialmente en el institucional, donde decenas de reformas se mantienen engavetadas para evitar conflictos y problemas que enrarezcan el panorama político, en un momento en que el gobierno está empecinado en la reelección.

Mientras no haya profundas reformas en el quehacer institucional, podemos crecer al 10% y eso cambia muy poco las cosas. Desde la administración pública, la electricidad, la seguridad social, la salud, la educación, el transporte y terminando con el tema fiscal y laboral, estamos sumamente atrasados en esta materia, aunque aparente que estamos avanzando.