Estamos prácticamente cerrando un año, época en la que muchas instituciones, han realizado su plan estratégico para el 2018 y aquellas que son grandes corporaciones y otras no tanto, pero con gran entusiasmo de aportar a la comunidad, incluyen sus acciones de Responsabilidad Social Corporativa enfocadas en colaborar con el Desarrollo Sostenible.
Para edificarnos un poco más sobre el tema, preguntémonos, ¿Qué es el Desarrollo Sostenible? Esto no se trata o se limita a campañas de siembra de árboles, entregas de mochilas en época escolar, entrega de ¨fundas¨ con comida en zonas vulnerables u otras acciones comunes, que, si bien son valiosas y positivas, son repetitivas y no necesariamente generan un impacto social a mediano-largo plazo.
El desarrollo sostenible debe conllevar toda una planificación y se puede ramificar y resumir en tres vertientes: proteger al medioambiente, desarrollo social y crecimiento de la economía. Toda acción que encaminemos bajo la sombrilla del desarrollo sostenible debe estar dirigida a crear un cambio real, palpable y mesurable en la mejoría de nuestro país, de nuestra comunidad, de nuestros colaboradores, de nuestras familias, dependiendo el alcance y los recursos destinados para estos fines.
¿Como sabemos que dichas acciones giran en torno a la sostenibilidad? Deben garantizar el cuidado de la naturaleza, la consciencia hacia los recursos naturales y su uso con racionalidad. Deben mejorar la calidad de vida de las personas, garantizar salud, alimentación y educación. Deben crear condiciones para un avance económico que genere los recursos necesarios para una vida digna.
Ahora volviendo al marco de la pregunta que titula este artículo, ¿es nuestro plan de desarrollo sostenible sustentable? ¿Las acciones que planteamos crean valor y recursos por si mismas para cubrir su operación y aportar a la institución o negocio de alguna forma? ¿Nuestro programa de desarrollo sostenible es autosuficiente? Para esto debemos tener claro los conceptos, los objetivos, crear políticas y procedimientos, además de una visión y misión de dicho plan, con una estructura humana definida, un presupuesto y acciones de seguimiento con miras a medir y evaluar en los plazos que estimemos, lo que se va logrando si es algo que queremos hacer escalable.
Un muy pequeño ejemplo: si una de nuestras prácticas de RSC es recoger la basura de nuestra empresa segmentada por tipo (orgánica, papel, plástico, etc), ¿cuál es la misión de esa acción? ¿Lo que puede ser reciclable se colecta y conteneriza para venta como insumo a quien la pueda reutilizar? Estamos aportando a cuidar la naturaleza al mismo tiempo que generamos algún retorno.
Simplemente tratemos de analizar, cómo podemos incentivar cualquiera de los objetivos de desarrollo sostenible sin afectar la operación y las finanzas de nuestra institución, sin que se convierta en una ejecución aislada o en un gasto cargado a crear relaciones públicas o imagen.
Si somos capaces de idear cómo la RSC puede funcionar y lograr ser rentable, cada vez más seriamos testigos de nuevos actores en este escenario. Por muy pequeña que sea su empresa o su estructura, estoy segura de que usted puede aportar un granito de arena a la mejoría del futuro de todos, ya sea en torno al medio ambiente, a la sociedad o la economía. Analícelo y actúe, convénzase usted primero y luego convenza y eduque a su equipo. Es responsabilidad de todos.