Las movilizaciones populares recientes se han motivado en la indignación generalizada que impera hoy en la sociedad dominicana. Esta indignación, fruto de las ejecutorias del gobierno pasado y la falta de acción del actual, ha trascendido fronteras de clases sociales y de banderías partidistas. Si el gobierno ignora los reclamos, estos deberán continuar hasta lograrse los objetivos.
Este despertar popular, encabezado por miembros de una clase social que ha estado durmiente, apática y escéptica ante los acontecimientos políticos nacionales durante más de una década, es una buena señal para el fortalecimiento democrático. Elevará el discurso político de todos los actores del sistema. La introducción de la clase media a la arena política nacional tiene una importancia capital en el adecentamiento del Estado.
Estas demostraciones de interés, de capacidad organizativa, y de decisión, deben servir de zapata para un proceso de lucha organizada, sistemática y perdurable. Esto, puesto que una de las principales críticas vertidas a las movilizaciones es su fugacidad e inconsistencia. Ese fue el argumento que utilizó el pasado gobernante, y utilizaría el actual, para ignorar los reclamos. Es decir, no atender a las protestas por considerarlas pasajeras. Apuestan a la desintegración, y a fomentar la desidia por cansancio.
Así como el asedio a los castillos- estructuras que simbolizan el poder de los gobiernos absolutistas- fue una de las principales tácticas de batalla en épocas medievales, aquí, el asedio consistente de la ciudadanía tomará la fortaleza del absolutismo peledeísta. De esa manera, de ser entes de presión pasaremos a ser entes de decisión.
Un paso adicional y necesario para consolidar estos esfuerzos, de modo que no sean pasajeros, será el de diseñar una propuesta política de participación electoral que pueda representar el sentimiento nacional. Esta propuesta ha de surgir como una consecuencia natural de estos acontecimientos.
Para ello, no deberá satanizarse la participación partidarista, pues es a través de esta herramienta jurídico-política que se logrará la cohesión y la fortaleza de resistencia. Será un largo proceso el que se ha iniciado, pero el único que podría conquistar el poder y satisfacer los reclamos que hoy minimizan las mentalidades deformadas del poder político.