“Yo quiero lo que quiere actualmente el hombre, o al menos lo que dice querer”(Rousseau. El Contrato Social, 1985, p.60)
“Nadie que malverse los bienes del Estado quedará impune del pasado y de mi gestión”. (Discurso oral del presidente Luis Abinader, RTVD,16 de agosto, 2020,)
Desde la toma de posesión del gobierno, el 16 de agosto del año 2020 hasta la fecha, los dominicanos estrenan un estilo de liderazgo comunicativo y político con marcadas diferencias de los líderes tradicionales. Cada político tiene un temperamento político que refleja su personalidad, su cultura retórica y sus convicciones éticas sobre el manejo de los recursos del pueblo. El presidente se comunica con estilo retórico moderado, expositivo y convincente, en el cual afloran sus deseos de querer hacer bien su gestión, apegada a la ética y a la transparencia. Discurren por sus palabras -sin la rimbombancia diplomática y ampulosa argumentativa de otros líderes del pasado-, elogios al pueblo de que podemos juntos superar la crisis, derroche de sentimientos de afectos y de confianza en su potencial humano. Ha tenido un manejo emocional adecuado a su rol como mandatario.
La primera sorpresa que se observa en sus discursos es la actitud de ruptura del personalismo y culto al líder. Desde la formación de los partidos políticos en la República Dominicana ha prevalecido hasta la fecha el culto al líder y al caudillo. Empezó con el Partido Santanista, el cual contaba entre sus filas, no solamente seguidores de los opositores al proyecto de Duarte, sino de sus propios compañeros y simpatizantes del ideal independentista. Ni el Partido Revolucionario Dominicano, ni el Partido de la Liberación Dominicana, ni tampoco los partidos pequeños han querido sepultar ese esperpento de rendir pleitesía a la persona, al “bienhechor de los recursos públicos”. Esa cultura no fortalece a los partidos políticos para que pueda producirse la rotación de liderazgos. El ejemplo lo tenemos en la historia de los partidos políticos: no sobreviven a sus líderes, pues estos solo entienden que el partido existe como un instrumento para ellos llegar exclusivamente al poder de su máximo líder. El PRM tiene el desafío de no ser un partido que solamente gire sobre el presidente.
El 25 de agosto, a pocos días del inicio de mandato, de pie, ligeramente inclinado en un escritorio modesto y familiar, Luis Abinader sorprendió con un tuit en el que ordenaba a sus funcionarios no colocar fotos suyas en las oficinas gubernamentales. A su derecha, la imagen de la Virgen de la Altagracia lo contemplaba y el escudo nacional recordaba el ideal trinitario. En sus palabras proclamó:
“No estamos aquí para que nos aplaudan, sino para servir a la gente…Invito a los servidores públicos a abstenerse de colocar la fotografía del Presidente en sus despachos. Coloquen a su familia y a sus hijos. Acabemos con el culto a la personalidad de quienes se creen caudillos. No estamos aquí para que nos aplaudan, sino para servir a la gente”.(@luisabinaer)
Segunda sorpresa: fomentar los valores de la familia. Un estudiante universitario comentó en una clase virtual de Introducción a la Filosofía(11 de noviembre, 2020) que el presidente actual era un hombre tradicional, chapado a la antigua, porque se presentaba como un padre de familia, que ha formado un hogar con una mujer y tiene hijos. Otro joven pidió un turno para refutarlo y afirmar que era muy moderno; además –siguió disertando- un hombre que logra conducir bien el hogar, que valora a su esposa, podrá ser un excelente presidente, porque si no, sería un desastre para el Estado: quien no gobierna bien la familia, no podrá hacerlo con el gobierno. Me provocó risa, pero si nos detenemos a pensar, aquí una clave para comprender el tipo de liderazgo que se cultiva desde el hogar.
En cuanto al primer comentario es un reflejo de una tendencia mundial de promoción del matrimonio igualitario, que ya tiene fuerza entre los jóvenes de ambos sexos, mucho más en la clase media. Obviamente, el concepto de familia y de comprensión de la sexualidad ha cambiado. Resulta contradictorio que en los Estados Unidos, uno de los países promotores, los presidentes siempre presentan a su mujer y a sus hijos. Son conocidos sus escándalos, más por ser infieles, que por sus preferencias del mismo sexo. En el tuit anterior, Abinader aconsejaba colocar imágenes de su familia y de sus hijos con el interés de promover los valores familiares.
La tercera sorpresa: la imagen de un liderazgo basado en el ejemplo. El 15 de octubre, ante la actitud rebelde de congresistas que no quieren renunciar al Barrilito o Fondo de Compensación Social, anunciaba en un discurso breve que no recibía su salario y tampoco los gastos de representación: “Fue una decisión que se tomé desde el primer momento que pisé este Palacio Nacional: El salario correspondiente a mi cargo durante los próximos 4 años, lo voy a donar cada mes, a una causa social”.
Los comentarios de los ciudadanos en diferentes medios acogieron como muy positivas esa decisión, pero también recordaron que deben bajarle de un 10 a un 20% a los salarios de altos cargos en el gobierno. Otros comentarios eran más radicales sugieren quitar todos los privilegios a los legisladores y el dinero a los corruptos para devolverlo en obras al pueblo.
La cuarta sorpresa: crear un precedente de la independencia de la justicia y el Ministerio Público del gobierno. Es un desafío muy grande, sobre todo, cuando toca a personas amigas, cercanas que colaboraron con el triunfo del gobierno. Si observamos la cultura política, no solo la dominicana, la tendencia humana es hacerse cómplice de la corrupción, antes que enfrentarla por todo lo que implica y por la diversidad de personas que se benefician de la corrupción. Ha sido muy valiente la actitud del presidente de advertirles a los de su partido. Los gobiernos del pasado se manejaron con “borrón y cuenta nueva”, “no tirar piedras hacia atrás”; o archivar esos expedientes y luego sacarlos con fines políticos.
Para que estas semillas que está plantando el presidente no caigan en medio de los cardos, crezcan y se ahoguen es necesario que se trabaje sobre la cultura política de sus colaboradores y de la ciudadanía. En ese sentido es importe recordar lo que una vez planteó Tocqueville, en su obra de La democracia en América (1993, pp.270-271). Señalaba dos aspectos importantes, que si le quitamos el nombre de los Estados Unidos, nos queda bien a nosotros y cualquier otro país. Uno se debía a la fortaleza del sistema judicial, señalando a los Tribunales para corregir los excesos de la democracia; y el otro, a la influencia que tienen las costumbres de los ciudadanos. Se refería al estado moral e intelectual del pueblo. Hoy hablamos de la ética como parte de la cultura en la gestión del Estado.
Quinta sorpresa: provocar miedo a la ley. Ni los gobiernos del PRD, ni los dos PLD infundieron miedo a los miembros de su partido sobre el problema de la corrupción. ¡Y cómo! Recordamos que el expresidente Medina Sánchez llegó a decir en el discurso de toma de posesión del 2012 que “destituiría solo por el rumor a un funcionario acusado de corrupción”.
Nicolás Maquiavelo había aconsejado al estadista Lorenzo de Médici en su obra del Príncipe, “ que era preferible ser odiado que amado”. Para el audaz florentino, el temor aseguraba el poder mejor que el amor: “Porque el vínculo del amor es la gratitud, pero como los hombres son malos, lo rompen en cualquier ocasión para su propio provecho. Pero el vínculo del temor es el castigo y esto nunca lo olvidan los hombres. El miedo de los súbditos conserva al príncipe en el poder, pero el odio lo pone en peligro si ataca las propiedades de los súbditos”.
Como referente de nuestro pasado, conviene recordar que Joaquín Balaguer era un político pragmático y conocía muy bien la cultura dominicana. Sabía que necesitaba de colaboradores para mantenerse en poder y no había otra forma que dejarlo que se enriquecieran. Hábilmente puso en juego una serie de estrategias en la que él proyectaba la imagen de presidente ante el cual se detenía la corrupción. Logró ser, lo que no han podido conseguir los líderes posteriores: ser el santo y el diablo a la vez para sus colaboradores. Luis Abinader intenta ir más allá de las fronteras del Palacio en su lucha contra la corrupción.
Juan Bosch, con una visión roussosiana y positivista del ser humano bueno por naturaleza, despreció a Maquiavelo y lo consideró un teórico de la vida política; alguien que no tenía experiencia política en el terreno y que además alejaba la ética de la política. Sin embargo, no se daba cuenta de que el estratega florentino estaba poniéndole atención a las emociones y a los intereses que dominan a los seres humanos en la política. Por eso, ahí tenemos una de las razones de su fracaso en su paso por el capitolio en 1963.
Carlos Marx había criticado duramente el individualismo burgués, en la que tenía como lógica explicativa que “no es la conciencia la que determina su ser, sino, a la revés, es su ser social lo que determina su conciencia”. Se daba cuenta de que ese entramado de relaciones sociales y económicas que se tejían bajo la estructura del capitalismo, les impedía dar paso a una ética más social y colectiva. Pero, erró en esa visión roussosiana del hombre. La solución no es solamente cambiar el sistema, debido a que una vez en el poder, se produce un cambio en la conciencia y también en la práctica de la ética. Rousseau era consciente de que existían los individuos que eran egoístas, presos de sus intereses y deseos personales a quienes el Estado tendría que someterlo a la fuerza a la voluntad general. La sabiduría popular dominica acuñó la máxima: “Si quieres conocer a Mundito, dale un carguito”.
En definitiva, los discursos del presidente han mostrado las condiciones de colapso y triple crisis que heredó del pasado: crisis moral, crisis económica y crisis sanitaria. Pero también su empeño en salir del oscurantismo para que reine un Estado de derecho y bienestar económico con el concurso de todos. Pero, su realismo político lo ha llevado a proponer reformas profundas del Estado y que el imperio de la ley sea lo que predomine. Es una excelente iniciativa, sin embargo hay que estar muy vigilantes con aquellos que hacen un uso indebido de la ley y atropellan a la ciudadanía injustamente.