Que su memoria quede entre nosotrasSu compromiso, su humildad y su valentía deben darnos las fuerzas necesarias para confrontar estos racismos latinoamericanos y caribeños, cuyas mayores víctimas siguen siendo las mujeres
Ochy Curiel
Hace unos minutos me enteré de la muerte de nuestra compañera Sonia Pierre. La garganta se me atragantó, me cubrió una gran tristeza y no he parado de llorar, porque lo primero que me vino a la cabeza es que ese infarto fue una consecuencia de toda la persecución e intimidación que sufrió, producto del racismo y del sexismo de que fue víctima Sonia, quien nació en República Dominicana y era hija de una madre y un padre nacidos en Haití.
Para quienes no lo saben, la dominación colonial, fundamentalmente francesa y española tuvieron a la isla "La Española" como escenario. Producto de las confrontaciones, en la que se reclamaban límites fronterizos, la isla se dividió en dos pedazos: lo que hoy es Haití y República Dominicana. A partir de allí en República Dominicana, desde diferentes gobiernos, en el que se destaca el de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) se desarrolló una ideología antihaitiana que ha derivado en un racismo atroz hacia las y los haitianos y hacia sus descendientes, aunque hayan nacido en República Dominicana.
Sonia Pierre fue una víctima de esta historia.
Desde los 13 años de edad fue una incansable luchadora en contra de los maltratos que se cometían contra trabajadores y trabajadoras haitianas en los bateyes, los lugares más aberrantes e inhumanos de la industria azucarera, por ser pobres, migrantes, negros y negras. Su lucha, conjuntamente con las mujeres que fundaron el Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas (MUDHA) fue perseverante, buscando siempre mejores condiciones para las personas dominico-haitianas, hasta luchar para que se les reconozca su nacionalidad por haber nacido en suelo dominicano, tal como lo dice la Constitución de ese país.
Esto le implicó un alto precio: acosos, persecuciones y amenazas de muerte a tal punto que hace ya varios años Sonia Pierre tenía problemas cardíacos.
En marzo del 2007 hubo una exposición en el Parque Independencia en el centro de Santo Domingo en la cual se le rendía homenaje a 100 mujeres dominicanas destacadas y defensoras de derechos humanos, a propósito de la conmemoración de un 8 de marzo. Sonia era una de ellas, pero su fotografía y su biografía fueron arrancadas del lugar. En varias oportunidades debió salir del país junto a sus hijos e hijas por los altos riesgos que corría. Estos son solo algunos ejemplos de los vejámenes que tuvo que sufrir Sonia Pierre.
En el 2007 por iniciativa de varios colectivos de República Dominicana, fui parte de una campaña internacional de recolección de firmas en apoyo a Sonia Pierre ante la amenaza de nulidad en torno a su nacionalidad dominicana. Era lo menos que podía hacer desde la lejanía ante semejante expresión del racismo, llevada a cabo por parte de sectores ultraderechistas y nacionalistas del país.
Logramos recolectar muchas firmas de personas de diferentes partes del mundo. Mientras tanto Sonia y yo nos comunicábamos constantemente. Estábamos sorprendidas y felices de la solidaridad de tanta gente.
Aunque estábamos en países diferentes recordábamos las veces que hicimos cosas juntas a través de Casa por la Identidad de las Mujeres Afro, colectivo al que yo pertenecía, y MUDHA, los únicos dos colectivos que existían desde los años ochenta en Dominicana que trabajaban contra el racismo y el sexismo.
Comencé a buscar en mis archivos los correos que nos intercambiábamos en ese momento, para recordarla y sentirla cerca, en medio de este dolor que me causa su muerte, y recupero esta parte de sus palabras:
"Querida Hermana, Militante y Solidaria Mujer. Ochy.
Mientras recibía los correos con firmas de las hermanas en toda la América y del mundo, pensaba y recordaba otras situaciones en la que estuviste ahí con nosotras viajando y dando la cara en el tribunal de Monte Plata ¿recuerdas? Yo no recuerdo la vez que estuviera pasando algo con nuestra comunidad que tú no estuvieses ahí para dar tu apoyo.
Y yo cada vez que pienso en ti me siento tan orgullosa de ser dominicana, y cuando veo y siento la solidaridad de las mujeres y de mi querido pueblo dominicano, entonces digo: hay que seguir luchando….
Así la recuerdo yo, siempre conectada con otras mujeres, racializadas en su mayoría, en las comunidades más negras y pobres de Dominicana, defendiendo las mujeres dominico-haitianas víctimas de violencia sexual, llevando junto con Sirana, Mariela, Necely y otras muchas compañeras de MUDHA, posibilidades y esperanzas concretas para quienes no las tenían por sus precarias condiciones materiales y también por ser víctimas del racismo estructural y cotidiano.
Sonia recibió varios premios internacionales por su labor: el Premio Fondo Jineta Sagan, en el 2003 por Amnistia Internacional; el Premio de Derechos Humanos del Memorial Robert F. Kennedy en el 2006; y el Premio Mujer del Coraje en el 2010, otorgado por la Casa Blanca en Washington en la administración de Barack Obama.
Pero más allá de estos premios merecidos, Sonia Pierre se constituye hoy en una de nuestras ancestras más contemporáneas. Aunque la tristeza, la rabia y el dolor nos atreviesen el corazón y la conciencia, sus luchas, su compromiso, su humildad y su valentía deben darnos las fuerzas necesarias para confrontar estos racismos latinoamericanos y caribeños, cuyas mayores víctimas siguen siendo las mujeres.
¡¡¡Que la memoria de Sonia Pierre quede entre nosotras!!!
Perspectiva
Cada vez que pienso en Sonia Pierre me siento tan orgullosa de ser dominicana, y cuando veo y siento la solidaridad de las mujeres y de mi querido pueblo dominicano, entonces digo: hay que seguir luchando….