Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es

el primer deber del hombre; y ser unidos, y así

apagaréis  la tea   de la discordia y venceréis a vuestros

enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la

mayor  recompensa, la única a que aspiro, al veros libres,

felices, independientes y tranquilos.” Juan Pablo Duarte

Los dominicanos no sabemos, a veces, aprovechar en toda su dimensión las estructuras que tenemos.  El viernes 25  de enero, la Junta de Vecinos de la urbanización Costa Verde,  organizó una Misa dedicada al Bicentenario del Natalicio del Padre de la Patria,  Juan Pablo Duarte. Después de la Misa, se realizó la charla “Duarte: visión de futuro”, impartida por el  Arq. Wilfredo Feliz, funcionario del Ministerio de Cultura.

Mientras el amantísimo duartiano hablaba, yo observaba a los vecinos y me preguntaba: En el territorio nacional, ahora mismo, ¿cuántas Juntas de Vecinos estarán haciendo actividades, por tan importante efeméride? ¿En cuántos barrios de nuestro país, estarían los dominicanos hoy, aprendiendo de la vida y obra del Patricio? Si eso hubiera ocurrido  -al menos en el 70% de las Juntas de Vecinos de nuestro país- ese día los índices de delincuencia bajarían; esa noche, los hombres dejarían de agredir a sus mujeres; menos jóvenes estuvieran consumiendo/vendiendo drogas, y una gran parte del pueblo estaría utilizando su tiempo, en aprender sobre la concepción de Duarte, de cómo debía ser el modelo de conducta de los dominicanos. Ese modelo que él nos legó, cimentado en la libertad individual y la paz entre los dominicanos.  Es en el trabajo sociocultural comunitario desde donde mejor se pueden hacer acciones, con el potencial propio de cada comunidad, en aras de lograr ese tipo de convivencia por la que soñó y luchó Juan Pablo Duarte.

Los que  dirigimos este país, muchas veces, desaprovechamos recursos -tiempo y dinero- y un  gran potencial humano, en reuniones y acciones a escala macro-social, desde la Capital, desde las sedes de las instituciones públicas; y no nos damos cuenta que es en cada comunidad, donde más deberemos trabajar. Hay que estimular el potencial de los hombres y mujeres que tenemos en los barrios, en las vecindades. Tenemos que ir a los pueblos del interior del país, a  las zonas rurales, y desde un enfoque endógeno del desarrollo, hacerles que descubran sus propias capacidades de crear y transformar. Hay que hacer mucho más trabajo sociocultural a escala micro-social: es en el vecindario donde se encuentran todos los males sociales y se conocen quiénes lo padecen. Pero también es ahí, a escala comunitaria, donde está la fuerza energizante para el cambio social. El trabajo sociocultural comunitario, está destinado a ser uno de los frenos más eficaces contra los problemas sociales y para la integración social, mediante la educación, la cultura, el deporte, la microempresa y otras dimensiones. Así iremos transformando a esta juventud desviada, deslumbrada por la publicidad, el consumismo y la falsa idea de la obtención del dinero “fácil”, en una juventud trabajadora, integrada y transformadora de su entorno social.

Ahora les invito a soñar:  Imaginemos que hay en nuestras comunidades una integración interinstitucional: Juntas de Vecinos que funcionan, apoyadas por el Ayuntamiento, un Centro Municipal de Cultura con instructores de teatro, danza, artes plásticas, música y un promotor de la literatura y la lectura. Soñemos que esos instructores dominicanos de arte,  formaran grupos de artistas aficionados de todas las edades, y realizan actividades educativas culturales como festivales artísticos escolares, a escala municipal. Sigamos imaginando que para municipios cercanos, hay una sede de INFOTEP que prepara a jóvenes en diversos oficios. Y un  empresariado integrado, les garantiza ubicación laboral a esos jóvenes. Una institución bancaria, también, les ofrece créditos blandos, para que formen su microempresa. Soñemos que el Ministerio de Deportes tiene un Centro Deportivo Municipal,  con entrenadores para formar equipos en barrios y en escuelas, y se hacen luego, competencias inter-barriales, y juegos escolares.

¡Cerremos los ojos para soñar despiertos! Imaginemos que en aquel municipio de donde es usted, allá donde aún tiene su corazón y parte de su familia…, desde jueves hasta domingo, todas las semanas se realizan actividades artísticas y deportivas, con el potencial de la propia comunidad. Que el Ayuntamiento, la iglesia, los dueños de negocios, todos apoyan porque están comprometidos y saben esta fórmula sociocultural: más actividades comunitarias, menos delincuencia.  Soñemos que sesionan talleres para que las niñas aprendan a bordar y a tejer, y otros jóvenes aprenden hacer otros tipos de artesanías. Soñemos que la biblioteca municipal está llena de personas que quieren leer, y las escuelas, de noche, son salas de proyección cinematográfica, donde se realizan cine-debates. Tantas cosas que podemos soñar-hacer, para que  hombres y mujeres conozcan la verdadera libertad y felicidad. Esas que dependen más, de la plenitud de la mente y del espíritu que de la cantidad de dinero y de cosas que se tengan.

Y como nadie nos puede quitar la capacidad y el derecho a soñar; y porque el horizonte sirve para caminar, como dijo el poeta: ¡Andemos, con los sueños a cuestas que chin a chin, desbrozaremos el camino, para vivir “felices, independientes y tranquilos”.