En tiempos actuales, el patriarcado aún sigue teniendo efectos en la sociedad y esto es algo que no podremos demostrar con estadísticas u otros tipos de evaluaciones que permitan transparentar la dura carga que recae sobre el género femenino cuando se trata de avances o evoluciones en el ejercicio de sus funciones laborales.

En otro tenor, ¿quién diría que la mujer en tiempos remotos estaba diseñada para ser únicamente esposa, ama de casa y atender a la familia? ¡Sí que han cambiado los tiempos! La participación de la mujer en la sociedad es muy distinta al ayer donde se le prohibía a la mujer dominicana estudiar, practicar una carrera, ejercer el derecho a sufragio, tener una opinión distinta a la de su padre, hermano o esposo, poder tener o adquirir propiedades a su nombre, administrar los bienes de su hogar y gozar de la protección de las leyes de su país para defenderse cuando fuese golpeada, maltratada o abusada por cualquier hombre. La mujer era símbolo de accesorio sin voz ni voto y claramente todo eso ha ido cambiando gracias a la adquisición de los derechos que la mujer ha ido obteniendo con el paso del tiempo en su lucha de búsqueda de justicia, igualdad y la equidad.

Isabel Allende autora chilena del libro mujeres del alma mía, decía en una de sus páginas “el feminismo suele asustar porque parece muy radical o se interpreta como odio al hombre” y resalto esta parte porque no han sido una o dos veces que he escuchado a muchos hombres e inclusive mujeres, decir: “ ¿a dónde será que quieren llegar las mujeres reclamando hasta el aire que respiran?” “¿ya no encuentran que otra cosa más reclamar?” “la mujer quiere pasarle por encima al hombre y en su intento acabarán con el mundo” “el mundo se acabará cuando este país sea gobernado por una mujer”. Cuántas ideas tan cerradas y absurdas. Siento decir que no se trata de pasarle por encima a nadie, tampoco es ni será nunca alguna especie de reclamo retroactivo por los obstáculos que haya tenido el género femenino en otros tiempos, mucho menos una competencia de poder con el género masculino. Dejemos en la historia todo lo que hoy nos cuenta, sin embargo, para algo pasa el tiempo y quedarnos estancadas no es una opción para ninguna mujer que quiera formar parte de las evoluciones constantes en su intento de reclamar los derechos que como ser humano le corresponde.

Es una cuestión de voluntad, de decisión y de tener la opción para elegir. No es lo mismo tener el obstáculo que no te permita avanzar hacia donde quieres o ni siquiera te permita opinar en los temas que entiendes que estas capacitada para hacerlo. No nos anulen, no nos minimicen. Respetar el derecho ajeno es la paz, decía el político mexicano Benito Juárez. Tan simple y sencillo, pero pienso que es una idea difícil de asimilar y comprender para el ser humano.

Hoy me quiero limitar a todo lo que somos en los tiempos actuales, al día tras día que vivimos las mujeres, a los esfuerzos constantes que cada día nos retan, a las luchas diarias que vive una mujer en su ánimo de lograr emprender, colaborar económicamente en casa, aportar a la sociedad, educar, ser madre, esposa y lidiar con las miles de críticas y prejuicios o presiones constantes sociales a las que todavía nos encontramos atadas, pero que asumimos con responsabilidad porque podemos, queremos y hemos decidido afrontar con orgullo todo lo que somos y hacemos. Es difícil ser mujer, pero es de valientes representar el género con orgullo y de manera digna.

Elegí ochenta mujeres muy diferentes en todo el sentido de la palabra. Cada una con sus historias, sus luchas, sus adversidades, sus logros; es decir, con sus muy diferentes vidas y una trayectoria individual, donde el único elemento en común que tienen todas ellas, es el género, y también es la razón que me lleva a tomarlas como ejemplo para aplaudirlas en este artículo que sutilmente describirá por bloques la vida de todas ellas.

La primera mujer que mencionaré, con todo el respeto y el amor que se merece, es a mi madre Josefina, porque mujeres como ella son ejemplos de nobleza ante su familia, por luchar todos lo días para mantener la armonía del hogar a pesar de las múltiples contrariedades que llegan a casa diario, por ser apoyo para todos nosotros quedando ella a un lado para abrirse ante los problemas de los demás para todo un equipo que suman un total de 7 personas que forman mi núcleo familiar, por trabajar al lado de mi padre para defender y representar sus intereses tanto como él. Así como ella, conozco muchas mujeres más que hacen lo mismo en sus casas, ocupan el mismo rol de ser las “todólogas” de los hogares, eso incluye las terapias psicológicas cuando algunos de los miembros de la familia tiene una eventualidad particular donde siente que se esta acabando el mundo y esas “ellas” son las que te levantan y te animan a continuar. Hay mujeres que son la columna vertebral del cuerpo llamado familia. Ellas, son las mujeres maravillas.

Admiro aquellas que han decidido aventurarse en la vida abandonando sus hogares, otras abandonan su tierra natal o su pueblo en busca de un futuro que les garantice estabilidades en la vida. Esto conlleva muchos sacrificios, lágrimas, desapego emocional y demás elementos con los que cargar para llegar a ser un ente preparado y competitivo en el mercado dentro del mundo que antes era únicamente para los hombres y que ahora, para ser incluidas debemos estar a la altura de esas funciones en los diferentes sectores laborales a los que aspiramos pertenecer o formar parte. Aquí entran todas las estudiantes, las que son graduadas como médicas, abogadas, arquitectas, técnicas, artistas, cocineras profesionales, ingenieras, psicólogas, contadoras, estomatólogas, fisioterapeutas, deportistas, administradoras, comunicadoras, fotógrafas, etc. ¡Hay de todo para una mujer y lo mejor de todo, es que ella puede con todo lo que quiera ser! En esta lista hay una diversidad de mujeres profesionales que todos los días logran destacarse en sus diferentes facultades para incluir en sus agendas diarias el rol de una mujer que emprende. Todas lo hacen y de manera impactante. Todos los días veo a cada una de ellas subiendo material en sus redes sociales que nos ayudan a nutrirnos en áreas que no somos expertos, que nos culturizan y nos instrumentan. Las veo trabajar diariamente de manera continua, las veo esforzarse por destacarse y eso me enorgullece de todas ellas. Ellas son mis guerreras.

Por otro lado, he conocido a brillantes mujeres que solo con verlas asombran a cualquiera por la tenacidad de sus actos para salir adelante en el mundo empresarial. ¡Aquí se paran las aguas! ¿Por qué digo esto? Tener la idea de poner un negocio podría ser una cuestión que se te ocurra de un momento a otro, pero tener las agallas de estructurar la idea y posteriormente ejecutarla sin importar que saturado este el mercado o los riesgos que conlleve innovar en el mismo, aún con todas las obligaciones que una mujer tiene encima (que siempre son múltiples), es admirable. En los últimos diez años, he sido testigo de la participación de la mujer en el mundo de los negocios, día tras día vemos como las mujeres se han ido destacando en el mundo llamado “emprendimiento” y su participación ha sido tal que podría decir que casi el 70% de los nuevos negocios que han nacido en los últimos años han sido manejados o administrados por mujeres, en el otro por ciento restante, podemos decir que un 20% hay una participación activa de la mujer en el mercado, como empleadas, cargos directivos, cargos públicos entre otros.

Traigo a colación a la mujer dentro del mundo de los negocios porque luego de la pandemia por COVID-19, han surgido nuevas modalidades de negocios que operan de manera virtual y sorprendentemente la mujer lleva la delantera improvisando en los nuevos tiempos. He visto la participación masiva de la mujer de hoy y me ha encantado saber que somos capaces de sobrevivir ante las adversidades. El género ha sabido manejar la situación no solamente improvisando con los nuevos mercados que nacen actualmente, también ha llevado responsablemente su lucha en exigencia a los derechos que les corresponden en diferentes aspectos de la vida porque entiende que todavía faltan muchas conquistas. Algunas estarán de acuerdo, otras no; pero hablando genéricamente, su participación en los reclamos que entiende que deben salir a luz, es otra de las cualidades que sin lugar a dudas debemos aplaudir.

Dentro de este grupo de mujeres tengo a las servidoras públicas, me encanta verlas ejercer sus roles como funcionarias porque son ellas las que tienen la batuta de un juego cuya responsabilidad anteriormente era solo atribuida a un hombre ¡cargos públicos! ¿a mujeres? En nuestros tiempos es una realidad y nuestro mayor orgullo es ver a todas esas mujeres siendo entregadas y responsables en el ejercicio de sus funciones. Igualmente, quiero destacar aquellas que han decido ejercer la carrera política, crudamente diré que estamos años luces en ser vistas como el personaje principal dentro de los cargos más importantes que contiene el mundo político en la República Dominicana, pero nos place el hecho de ser necesitadas para cambiar la imagen de los desastres realizados en las guerras partidarias. En esta nueva gestión de gobierno, por ejemplo, ha sido donde las mujeres han obtenido más participación para los cargos públicos en toda la historia. Tenemos gobernadoras, vicepresidenta, viceministras, subdirectora de la policía nacional, procuradora general e independiente, entre otras funciones, que definen y destacan las labores del género.

Ahora bien, ¿cuál es la mayor competencia que tiene la mujer? Ella misma. Digo esto porque las mujeres no sabemos nada de sororidad por encontrarse en constante competencia con la otra, por no saber admirar los atributos o las cualidades ajenas y en vez de resaltarlas o reconocerlas, decide convertirse en la rival. Es evidente que hay una lucha muy importante que debemos conquistar y esa lucha se encuentra dentro del género mismo. Cuando una mujer aprenda a valorar a la otra dejando detrás los múltiples complejos e inseguridades que le persiguen, podrá ver con ojos de compañera a la otra y solo así podríamos ganar todas las demás guerras que nos quedan. Nos cuesta reconocer los diferentes tipos de bellezas, atributos o capacidades ¡No necesitamos un bendito molde que nos indique como debemos ser! Deberíamos estar indicándole al mundo cuales son los múltiples moldes que la sociedad debe tener y todos ellos somos nosotras.

Cuando hablamos de equidad de género nos referimos a la justicia, la imparcialidad y  sobre el trato con el que se debe medir a una mujer en una sociedad determinada sin importar su condición de género. Nuestra sociedad todavía tiene muchos tabúes, prejuicios y moralismos que constituyen una presión social y jurídica para la mujer en todo el sentido de la palabra, y mientras esos elementos que obstaculizan el reconocimiento pleno de las libertades que deben tener las mujeres, estarán siendo siempre oprimidas por un sistema machista que no les permite tener igualdad de derechos como los tiene un hombre.

Finalizamos el mes de la mujer, pero recordamos que la mujer se enaltece diariamente ella misma con todo lo que hace a través de sus esfuerzos diarios donde sea que se encuentre, esas serán por siempre sus conquistas y exactamente eso, será de igual manera, siempre nuestro legado.