Para conducir a la República Dominicana al desarrollo, al verdadero y único desarrollo, al que coloca al pueblo, a la gente primero, el sustentable, sostenible y sostenido, el justo, se precisa de soñadores, sí, así como lo está leyendo usted, de soñadores. Pero soñadores que saben que para lograr esos sueños, primero los deben tener definidos, no pueden ser sueños difusos, luego deben estar despiertos, deben conocer la realidad desde donde se parte y nunca desdeñarla, pero mucho menos aceptarla como eterna e inalterable. Prefiero ese soñador, que piensa en grande, lo que para otros es imposible, inalcanzable, para ellos es posible. El que se define realista, no es más que un pesimista justificado, que se escuda en esa expresión para ver como se descompone la sociedad ante sus ojos y no hace nada porque ya está vencido, porque cree profundamente que esa realidad no la cambia nada, ni nadie. El soñador, el que propongo y al que me adhiero, conoce y acepta esa realidad, pero sabe que con trabajo, dedicación, disciplina, voluntad, carácter y disposición, se puede cambiar. De manera que el optimista, el soñador, es también realista, pero con la diferencia de que cree que si esa realidad no es beneficiosa para el pueblo, para las mayorías, entonces debe cambiarse, por lo que está dispuesto a diseñar un plan, un "programa de gobierno" donde se plantee qué, cómo y con quien se recorrerá la distancia entre esa realidad que hay que cambiar y lo óptimo, lo que se quiere, o sea, la distancia entre el sueño y su realización. Miles son los ejemplos de esos hombres, de esos soñadores, sin los cuales estaríamos en las cavernas todavía, quien sabe si ni siquiera en ellas. Todo lo que está a su alrededor, la computadora por medio a la cual está leyendo este artículo, la internet para que pueda leerme en New York o Beijing, en fin todo, dependió de hombres como Edison y Bill Gates que creyeron, cuando otros se atrincheraban en la excusa de los derrotados, los mediocres, los que como decía José Ingenieros, en la escala de la inteligencia están entre el talento y la estulticia.
Definir una realidad, la que vivimos en la República Dominicana, como se despilfarran los recursos, el dinero que se cobra de impuestos, el que se toma prestado, el que llega en calidad de ayuda de otros países y organismos de cooperación internacional, cómo se gasta en las campañas, primero internas de los partidos, luego nacionales, ya sea las congresuales y municipales como las presidenciales. Definir que mientras los principales empresarios dominicanos trabajan y pagan miles de millones de impuestos, los políticos ostentan, lo que no es suyo, lo que es del pueblo, por lo que no han trabajado para ganarlo.
Esa es parte de la realidad que debemos y podemos cambiar y para eso convocamos a un grupo de hombres y mujeres dispuestas a sacrificarse a dedicar un tiempo de sus vidas a servir a su pueblo, hombres y mujeres que entienden y practican la política como la definió Juan Pablo Duarte, contrario a como es ahora, y que aspiraran a las posiciones públicas porque tienen vocación de servicio. Todo eso a cambio de la mayor recompensa, la que no tiene precio, la que no se compra con dinero, que es la satisfacción de haber servido a su pueblo. Parece un sueño, una quimera, por eso es que queremos soñadores.