En la escuela aprendimos que “La Peste negra” aniquiló la mitad de los europeos porque no pudieron detectar que la plaga se transmitía a través de una pulga que tenía las ratas como hospederas. Confundidos, intentaron extinguir los gatos y cuando las muertes aumentaron, los sacrificados fueron los perros. Nuestras tías nos hablaron de la devastadora influenza de inicios del pasado siglo. Siendo niños entendíamos que para protegernos de “La peste blanca”, la tuberculosis, debíamos pasar corriendo y aguantando la respiración frente a la casa de un “tísico”, para no “eticarnos”.Con DDT y control malarialógico casa por casa se atacó al mosquito anófeles, transmisor del paludismo. También nos vacunaban contra el tifus y la viruela y nos inoculaban tuberculina para verificar si habíamos sido afectados por el bacilo de Koch, causante de la tuberculosis.
Los sobrevivientes reportarán que la población fue diezmada en el Apocalipsis del COVID-19, un virus incoloro, inodoro, insípido, invisible y altamente contagioso. Todavía no existe ningún remedio aceptado por la OMS ni una vacuna para prevenir la enfermedad. A falta de ambas cosas los ciudadanos se angustian queriendo saber, con certeza y pronto, si ellos y sus familiares, sobre todo envejecientes, están infectados. El reclamo de pruebas en cantidad proporcional a lo trágico de la pandemia no es un capricho, pues lo avala el propio Director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, primera autoridad mundial del área sanitaria quien el lunes 16, hace 11 días, pidió a todos los países que incrementaran sus programas de pruebas como la mejor manera de frenar el avance de la pandemia. Terminantemente expresó: “Tenemos un mensaje simple para todos los países, pruebas, pruebas”. Prosiguió: “Todos los países deberían poder examinar a todos los casos sospechosos. No pueden combatir esta pandemia con los ojos cerrados. Debemos saber dónde están los casos”. Al inicio el Ministerio de Salud Pública no dio prioridad a las “Pruebas rápidas”, resaltando que no son infalibles como sí lo es la PCR, aquí aplicada, basada en el “Protocolo de Berlín”. La realidad se impuso y ya se encargaron masivas “Pruebas rápidas”.
La PCR (Polymerase Chain Reaction) aplica una técnica molecular de “Reacción en Cadena de la Polimerasa” y ciertamente es la prueba más confiable, pero muy compleja, laboriosa y retardada. Cuando la muestra llega al laboratorio, a veces desde un lugar remoto, se inactiva el virus (10-15 minutos) , se extrae el material genético (20-30 minutos) , se procesa por 2 horas en sofisticados equipos termocicladores y cada prueba toma no menos de 4 horas, después de iniciada. Para controlar la pandemia, que crece en forma geométrica la PCR, por sí sola, no resulta ser eficaz porque las pruebas se realizan en forma centralizada, donde existe un termociclador.Para agilizar y ampliar los análisis la propia FDA (Federal Drug Administration) de Estados Unidos dio una Autorización de Emergencia a múltiples empresas líderes para realizar “Pruebas rápidas” que mediante análisis moleculares automáticos detectan el virus del COVID-19.
Otros países ya han suplido millones de “kits” autosuficientes de “Pruebas rápidas” móviles o portátiles, para hacer diagnósticos inmediatos en tiempo real ,sin aglomeraciones y en múltiples lugares simultáneamente: hogares de sospechosos , controles aduanales , lugares públicos , sitios de cuarentena y puestos de admisión de hospitales. Hay “Pruebas rápidas”, de 10 minutos, que analizan tejidos nasofaríngeos, nasales, y de garganta, tomados con hisopos, y muestras de esputo y fluidos de lavado alveolar y pulmonar .Otros “kits” detectan en 10 o 15 minutos el COVD-19 analizando una gota de sangre. Farmacéuticas certificadas, creíbles, que suplen “Pruebas rápidas” declaran, honestamente, que sus resultados no son concluyentes y que el diagnóstico final de casos con resultado “Positivo” debe verificarse con una Prueba PCR adicional. Así no se pierden recursos ni tiempo aplicando la costosa, lenta y a veces remota PCR a personas no infectadas, para concentrarla en todos los sospechosos de estar realmente contagiados y en todos los que tuvieron contacto con infectados. Aclaramos. Las “Pruebas rápidas” no deben aplicarse a la población total sino que deben concentrarse en casos sospechosos y, por precaución, también abarcarían al personal sanitario que está en contacto con pacientes y con el público, que presente algún síntoma de infección. La empresa americana BIOMERICA vende cada prueba en menos de 10 dólares, y hay otras ofertas mucho más económicas.
El Director de la OMS enfatiza que es necesario mantener una prudente distancia mayor de 3 pies y que debe ser complementada con “pruebas, aislamiento y el rastreo de contactos”. Agrega que la manera más efectiva de prevenir infecciones y salvar vidas es “romper las cadenas de transmisión” y “para hacer eso debes probar y aislar” a posibles infectados.