Me aterra el concepto – para que negarlo – pero es tiempo de iniciar un proceso de reflexión. Nuestra política – desde el gobierno, legisladores y la oposición – ha sido manipulada en diversas ocasiones por poderosos “grupos”. Para muchos, lo sigue siendo. El narco actúa como cualquier empresa: tiene voceros y “lobistas”, que se encargan de influenciar de manera “tácita” los círculos de poder, incluyendo el gobierno, sus entidades y hasta la oposición. De esto se deriva la manipulación de la justicia, la impunidad, la adopción de políticas non-santas, e incluso acuerdos de aposento. Por ende, de ser ciertas las revelaciones de Sobeida Félix Morel en el acuerdo realizado con la Fiscalía del DN, la lectura obligada debe llevarnos a un solo cuestionamiento: ¿cuán infiltrados están nuestros estamentos gubernamentales y/o políticos por el narco-dólar?
Déjenme decirles que el caso de Vargas Maldonado no es el único, sólo el último de una lista que, en el anillo palaciego, es un secreto a voces. Nuestras deficiencias – gracias – entre otras, a la falta de una ley de partidos, permiten que políticos de alto “calaje” y de planos medios, sean blancos “blandos” para los narcos. Si bien es cierto que, posiblemente la mayoría de los políticos que pudiesen haber obtenido dinero del narco lo hicieron de manera inconsciente o involuntaria, no es menos cierto que en otros casos la inyección de dinero mal habido fue realizada con una marcada anuencia. En ambos casos, el narcotráfico gana terreno dentro de las esferas más influyentes en la cosa pública, poniendo en tela de juicio todo cuanto ha sido tocado por este flagelo.
Me he puesto a pensar. Si esto realmente le sucedió a MVM: ¿habrá sido el primero? ¿Es el único? ¿Cuántos miembros de nuestro honorable Congreso Nacional deben favores a narco-dólares? ¿Y del gobierno? Si usted saca una media, según el tráfico de influencia con que se maneja nuestro poder legislativo y el hambre insaciable de poder de algunos políticos (tanto en el gobierno como en la oposición), el panorama no me deja un buen sabor de boca…mucho menos una buena respuesta a mis interrogantes. El peligro está ahí, bajo nuestras narices, y muchos se siguen beneficiando de este caos organizado con que nos gobiernan.
Sobeida sólo ha logrado despertar viejos recuerdos de pasadas gestiones, mismas que han sido señaladas en su momento por haber sido permisivas con el narcotráfico, por no decir aliadas. Figueroa Agosto se radica en dominicana entre 1999 al 2000, estructurando una red de trasiego de drogas que le ganó el título del “Pablo Escobar de el Caribe”. Esto sólo pudo lograrlo con la anuencia de autoridades y personas influyentes, tanto en el gobierno de Hipólito Mejía como en el del Dr. Leonel Fernández. Para empeorar el asunto, tampoco olvidemos el caso Quirino, quien fuera ascendido por el presidente Mejía, esto a pesar de informaciones que le fueron suministradas al ex-presidente, sobre las actividades ilícitas en que estaba involucrado “el militar “.
Empero, no pensemos que Hipólito Mejía ha sido el único presidente que se ha hecho el sordo en casos como estos. Leonel Fernández, a inicios del 2008, tuvo la cachaza de mantener en su puesto a un alto militar, pese ha que el individuo estaba vinculado al tráfico de drogas e ilegales. La información le fue suministrada, con lujos de detalles, en una reunión a la cual asistió el entonces mandatario. Pero !oh sorpresa ! Fernández mantuvo a su lado al alicaído militar, turpén que se ha erigido como intocable, incluso durante el actual gobierno de Danilo Medina.
Ante los hechos anteriores, unidos a la proliferación del tráfico de drogas a través de nuestra isla, el aumento del microtráfico, y la delincuencia común, mi interrogante comienza a tomar forma: ¿Somos un narco-Estado? Me parece vamos encaminados…
Ojalá esté equivocado. Ojalá esté siendo tremendista. Ojalá mi hipótesis sea sólo eso, una hipótesis, y que mis premisas, sean incorrectas.