Preparaba el ánimo y la conciencia para las votaciones del próximo 5 de julio, y me percaté de mis miedos. Evoqué entonces las palabras de mi madre, valorando la posibilidad de asistir a unas elecciones democráticas en este país, por oposición a la farsa que ocurría durante su juventud, cuando todos acudían a votar obligatoriamente por el único partido que existía, con su carné de “la palmita” en la mano. 

Recordé su descripción de las distintas manifestaciones del miedo. Las reuniones obligatorias de todos los viernes en la sede del Partido Dominicano, las preguntas capciosas de los supuestos amigos; lo peor ocurría en las noches, el rugido lento de los “cepillos” o “escarabajos” negros de la Volskwagen, predominantes en medio del silencio de un toque de queda permanente, eran los vehículos del Servicio de Inteligencia Militar, que marcaban el sonido del miedo total durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, el miedo a que su rugido dejara de sonar enfrente de tu casa porque iban a llevarte preso.

Siento que quizás el miedo sea igual en todas las circunstancias; tanto el que genera encontrarnos en medio de la pandemia del COVID-19, encerrados por más de 4 meses, leyendo y escuchando cómo se muere la gente contagiada, cómo la selección de quienes serán conectados al ventilador condenó a tantos padres y abuelos, como hubo quien desapareció sin despedirse, como tantos fueron enterrados en una fosa común.  ¿Es el mismo miedo que sintieron las familias dominicanas durante el gobierno tiránico de Trujillo? a expresar las emociones, a perder un hijo, un padre una hermana, a ser secuestrado y preso en un centro de tortura, a desaparecer en el mar, a ser enterrado en una fosa común. 

Es innegable que salir el próximo domingo 5 de julio a votar en las elecciones congresuales y presidenciales, es un desafío importante para todos los dominicanos, por tratarse de unas elecciones pospuestas por causa del coronavirus, con el ambiente político altamente polarizado, y con una crisis socioeconómica evidente.

Para algunos ciudadanos, es probable que, por sus condiciones precedentes de salud, el salir a votar represente elegir entre el contagio o el no contagio, entre la vida y la muerte.  Este artículo no va dirigido a ellos.  #Quedateencasa.

Pero hay mucha gente sin condición de salud precedente con miedo a ir a votar.  También hay quien esgrime razones para no acudir a votar mucho más banales, así podemos escuchar a quienes afirman: “soy apolítico”, “todos los candidatos son iguales”, “no hay ofertas atractivas”, “es todo más de lo mismo”.

A todos esos dominicanos sin condición de salud precedente y a quienes usan uno u otro argumento banal para evadir el acudir a las urnas el próximo 5 de julio 2020, les pregunto si se consideran herederos dignos de la Raza Inmortal, de esos hombres que se inmolaron en las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo el 14 de junio del 1959.

Los Héroes de la Raza Inmortal hicieron el último sacrificio por todos nosotros.  Murieron casi todos, en el combate y víctimas de las terribles torturas a que fueron sometidos.  Sus familias sufrieron escarnio y humillaciones.

Pienso en ellos y se me ocurre que seguramente tuvieron mucho miedo, quizás el mismo que algunos de nosotros de contagiarnos por el coronavirus.  No obstante, el miedo no les detuvo, acudieron a su cita con la patria. ¿Acaso pensamos que nuestro miedo al COVID-19 supera el miedo a ser torturado y morir en las cárceles de la tiranía?

Vale la pena recordar que después de su sacrificio se elevó la conciencia de los hombres y mujeres de su tiempo, cuya decisión y apuesta por la liberación fue definitiva y total.  Ellos fueron los luchadores por la libertad del Movimiento 1J4 y del que condujo al tiranicidio del 30 de mayo del año 1961.  Sufrieron persecución y muerte, muestra de ello el asesinato de las hermanas Mirabal, el 25 de noviembre de 1960.

¿Quiénes fueron los de la Raza Inmortal? ¿Acaso tenían condiciones sobrenaturales? Eran jóvenes, iguales a muchos de los milenios de este tiempo, iguales a quienes se dieron cita en las plazas de bandera del 16F recién pasado a protestar pacíficamente por unas elecciones transparentes. 

Eran hombres y mujeres dominicanos, como nosotros, quienes fueron capaces de vencer el miedo, de ser valientes, para que nosotros podamos acudir cada a las urnas y ejercer las máximas expresiones de nuestra libertad e igualdad

Siendo razonables, y a condición de cumplir los protocolos sanitarios, acudir a votar no significa que necesariamente seremos contagiados; y en el supuesto de ser contagiado, no necesariamente conduce a perder la vida, o a causar la muerte de un ser querido. 

¿Acaso la probabilidad de enfermedad y muerte por COVID-19 supera el peligro de tortura y muerte que corrieron los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, los del Movimiento 1J4 , los de la gesta del 30 de mayo?

El próximo 5 de julio toca recordar nueva vez de quienes somos herederos.  Rindiendo honor a la Raza Inmortal y a quienes les sucedieron, no desperdiciando su legado, valorando su sacrificio y aprovechando plenamente la oportunidad de ciudadanía en democracia que nos dejaron.

Ellos, los integrantes de aquella generación, los de la Raza Inmortal, vinieron al país con la decisión y la voluntad de regalarnos la libertad y la igualdad de decidir nuestro futuro, armados con fusiles y un gran corazón.

Nosotros, los integrantes de esta generación haremos lo que nos corresponde por defender la democracia dominicana. Lo hicimos en las protestas por las fallidas elecciones del 16F y logramos celebrar las elecciones municipales revestidas de mayores garantías al inicio de la pandemia, y volveremos a hacerlo.

Somos dignos herederos de la Raza Inmortal. ¡A #VOTAR5J armados con mascarillas, conciencia clara y corazón noble!