En una ocasión una amiga me comentaba que le había gustado mucho una conferencia que presenté, pero también expresó que había dudado si asistiría porque consideraba que los que hablaban de “energías” eran contrarios a Dios. Realmente me quedé perplejo, especialmente porque quien me lo dijo tenía una carrera universitaria. Tocaremos algunos puntos básicos de ciencia que a algunos pueden no interesarles, pero ya veremos por qué necesitamos conocerlos.

Energía y Materia, son términos de la física y los aprendemos en nuestra formación escolar a nivel primario. Nos enseñaron que la electricidad o el magnetismo son energías y que una manzana o el agua, son materia. La luz, todavía no estamos muy seguros de lo que es, ya que se describe tanto mediante la teoría corpuscular como la ondulatoria. Conocimos todo mediante la física tradicional o newtoniana y pocos conocen la física moderna, pero nuestra conciencia de la realidad es deficiente y para dar los pasos evolutivos que estamos necesitando, requerimos un marco conceptual más “real” y amplio. Lamentablemente muchos consideran que no tenemos que pensar tanto.

Para comenzar, todo lo que conocemos es energía, incluso lo que llamamos materia es energía en algún estado transitorio. Según la ley de la conservación de la energía, ésta no se crea ni se destruye, sólo se transforma. La materia en cambio es temporal, inestable y más limitada.

Ahora bien, hemos dicho que todo es energía, lo que supondría que tú también lo eres, por si no te has dado cuenta de la trascendencia de este conocimiento, te diré que, si llegaras a comprenderlo, ni siquiera la muerte te asustaría. Podría no agradarnos la ciencia, pero lo que estamos hablando es necesario tenerlo presente porque las deficiencias cognitivas se corresponden con deficiencias conductuales con sus consecuentes repercusiones sociales. Resumiendo: con ideas inadecuadas no podemos tener un mundo adecuado.

Aprendimos que la materia está formada por moléculas y éstas por átomos, se nos dijo que el átomo (según la etimología griega: a=sin, tomo=división) supuestamente era la partícula más pequeña posible (indivisible) de la materia, formada por elementos como: protones, neutrones y electrones. Sin embargo, hoy la Física Cuántica trabaja con las partículas subatómicas, es decir que hablamos de partes incluso más pequeñas que el átomo, que pueden ser elementales o compuestas, pero éstas no se someten a las leyes físicas que conocíamos. Al dividir la materia obtienes fracciones o “pedazos” de materia, pero cuando divides la materia del átomo ya no obtienes materia sino energía. Por ejemplo, una bomba nuclear, produce la fisión atómica que desintegra la materia y la convierte en energía pura.

Si pudieras controlar de forma más consciente tu propia energía podrías tener cierto dominio sobre las demás energías, porque nada que conoces está lejos de ti (algunos milagros ya podrían ser explicados científicamente). Esta es una facultad que supuestamente está dormida en nosotros, la Biblia dice que el hombre por el pecado perdió ciertos niveles de dominio que tenía sobre la creación (naturaleza) y que por eso tuvo que experimentar la muerte. El pecado hace que el hombre en vez de controlar la materia sea controlado por ella. Por el pecado somos más materiales, nos apartamos de la espiritualidad y del mundo de la energía. Recordemos que, según la ciencia, si fuéramos energía no podríamos morir, aunque nuestro cuerpo (que es materia) eventualmente en polvo se convertirá. Si creemos que sólo percibimos la realidad materialmente, por nuestros sentidos corporales, es lógico que pensemos que al perder el cuerpo perdemos la conciencia. Pero nos relacionamos con todo lo que existe en formas que a penas empezamos a conocer.

Jesucristo habló de “nacer de nuevo”, diciendo que el que nace de nuevo “del agua y del espíritu”, ya no morirá. Si queremos comprender qué nos dijo realmente, una posible explicación es que, si alcanzamos un determinado tipo de conciencia, seríamos menos animales y menos materiales, manifestándose una realidad superior o divina que existe en nosotros (según la Biblia) permitiendo que se desarrolle una espiritualidad y desenvolvimiento más consciente en el plano energético, que posibilitaría unas manifestaciones especiales o “carismas”, según nos dijeran el Señor Jesucristo y el apóstol Pablo. Esta existencia no sería dependiente del cuerpo material. Una vez que se produjera la activación del cuerpo energético (lo que el Nuevo Testamento denomina como “bautismo de fuego”) se desarrollaría una nueva existencia, mediante la cual el hombre “aunque estuviera muerto vivirá”. No temas, es el mensaje bíblico de siempre, pero expresado de forma moderna.

 Para acceder a otro nivel existencial, es preciso reducir algunas limitaciones “humanas” que estamos arrastrando (el cuerpo animal con que nacemos o pecado original). El Mundo no puede cambiar si tú no cambias. Hemos intentado cambios externos para lograr transformaciones internas, pero debemos incentivar lo inverso.

En la medida en que tomemos conciencia de nuestros procesos energéticos, entenderemos mejor lo que simbólicamente nos explican las sagradas escrituras y podremos ser promovidos a nuestro próximo grado. No debes temer al conocimiento, pero sí a la ignorancia.