Los diferentes gobiernos que hemos tenido los dominicanos en los últimos años siempre han pospuesto la solución a múltiples problemas, pues dejan que se agraven para entonces tratar de enfrentarlos con costos más elevados.

Eso ocurre con las obras públicas, que por falta de mantenimiento se deterioran paulatinamente, hasta que se decide remodelarlas o sustituirlas, con enormes inversiones del erario. No hay día que la prensa no hable de que tal o cual escuela, centro deportivo, carretera u hospital, están cayéndose a pedazos porque no se toman a tiempo las decisiones para que eso no ocurra.

Eso sucede ahora con el lago Enriquillo, que se ha desbordado de tal modo que cientos de agricultores y ganaderos o simples residentes lo han perdido todo, pues las aguas han cubierto sus propiedades. Hace alrededor de tres años que se dio la voz de alerta sobre ese problema, y no fue sino hasta hace poco que el gobierno decidió ponerle un poco de atención.

Esa decisión incluyó la elaboración de algunos estudios, realizados por expertos nacionales y extranjeros, que lo único que han hecho es teorizar sobre las causas reales del desbordamiento del lago. Hasta donde sepamos, todavía no se ha hecho un estudio hidro-geológico que permita establecer con claridad qué es lo que realmente ocurre. Si no se conocen las causas del fenómeno, es difícil encontrar las soluciones apropiadas.

Las autoridades dicen que han seleccionado unas 37.000 tareas de tierras para asentar a los ciudadanos afectados, pero ¿se ha formulado un presupuesto para saber cuánto costará ese asentamiento?

¿Será una simple entrega de tierras? ¿Habrá compensaciones para quienes perdieron sus tierras, su ganado, sus medios de producción y sus ajuares?

Son preguntas inquietantes que hay que responder, para que no suceda como ha ocurrido en otros asentamientos agrarios, donde los beneficiarios han tenido que luchar fuertemente para subsistir, por falta de equipos y de asistencia técnica.

Como estamos inmersos en una campaña electoral, cualquiera podría pensar que ese anuncio que supuestamente resolverá los problemas de los moradores de las comunidades vecinas al lago Enriquillo, podría confundir a  una población tradicionalmente marginada y olvidada.

Es a esa misma población que debería explicársele en qué están los trabajos de construcción de la Presa de Monte Grande, pues en más de una oportunidad se anunció, con bombos y platillos, que la obra había comenzado.

Esa Presa es fundamental para el desarrollo del suroeste, pues irrigará más de 400 mil tareas, aparte de que garantizará el suministro de agua potable por gravedad a gran parte de la región sur.  Incorporar a la producción 400 mil tareas sería un gran alivio en cuanto respecta a fortalecer la seguridad alimentaria, pero además permitiría incorporar mano de obra actualmente ociosa.

Ojalá no ocurra lo de siempre: dejarla "para después".