Por muchos años, mi madre, la señora Elsa Guzmán, mantuvo una colaboración en uno de los medios de mayor circulación en el país. Recuerdo la gran mayoría de sus escritos, pero en los últimos días me ha venido a la mente uno en específico. Se publicaría a mediados del segundo lustro de la década de los años noventa. Contaba sobre todas las calamidades que pasaban, (todavía pasan en relación a esto), la gran mayoría de las personas para llegar a sus trabajos por el problema del transporte.

Amanecer sin luz, con calor, el ruido de las plantas eléctricas, levantarse y buscar agua, porque no llegaba, hacer una fila de todo el tamaño, para conseguir un carro público. Al final comentaba que mientras los encargados de buscar soluciones a los problemas del transporte estuvieran en sus oficinas con aire acondicionado y no conocieran el problema, nada cambiaría.

Hoy en día son muchos los encargados de buscar soluciones a los problemas que aquejan al país, pero desconocen de un todo la realidad. Se mantienen en un mundo paralelo e imaginario, proponen cambios y copian métodos de otros países, terminando en un fracaso total por la ignorancia de lo que realmente pasa. Hasta están los más valientes que se prestan a dar la cura al problema, dando a entender que son los profetas y sólo muestran lo ignorantes y perdidos que están.

La política y los llamados compromisos políticos, han agravado aún más la situación. Se ponen los cargos por ser amigos, familiares o por haber participado en una reunión, sin importar que la persona esté en capacidad de asumir el cargo para el cual ha sido asignado.

Mientras las personas que tienen la tarea de buscar soluciones a los problemas de la nación no conozcan a fondo éstos, personas que se mantienen en una oficina dando órdenes desde sus escritorios o personas que llegan al Estado por una cuña familiar, de amistad o política y no por méritos propios, seguiremos inmerso en el tercermundismo que nos encontramos desde hace muchos años.