En el camino de la vida reconocemos al otro, y a través de otros encontramos significados y propósitos, y vemos un reflejo de nosotros mismos.
En ese proceso, compartimos nuestras experiencias y percepciones hasta alcanzar una inteligencia emocional. Trabajando en conjunto, podemos producir el eureka de nuestro propio descubrimiento.
Uno tiene la experiencia de conectar con otros a nivel de los sentimientos. Cuando uno comparte con alguien por un buen tiempo, puede sentir empáticamente el estado anímico del otro: la alegría contagia… la tristeza también.
¿Cómo encontrar balance entre nuestro deseo de individualización y estar con otros en comunidad e integrarnos en un colectivo?
La dinámica de dar y recibir en comunidad, el sentimiento de pertenencia, requiere un gran sacrificio y disposición.