Desde la tristemente célebre “Era de Trujillo”, se ha querido relacionar la solidaridad dominico-peruana a partir del sacerdote Gaspar Hernández, esto es una desinformación  de la historia. Hernández nunca fue partidario de la independencia de los peruanos, ni de los dominicanos, solo nació en el Perú, siempre se consideró un español de corazón y así lo demostró en sus actuaciones públicas en ambos países. No obstante, la solidaridad peruana con los dominicanos tiene una presencia histórica corpulenta. Durante la anexión a España y la Guerra Restauradora, esa nación encabezó en América la protesta por la anexión y reclamó con energía la solidaridad de todos los países de América para los dominicanos, entre otros lazos solidarios que nos unen.

El 24 de agosto de 1861 el ilustre canciller José Fabio Melgar a nombre del pueblo y Gobierno peruano, envió una proclama a todos los países de América denunciando la anexión, reclamando una alianza defensiva para oponerse a la reconquista cualquiera que fuera el nombre se le disfrazara, denunciaba:

“El ataque que acaban de sufrir las instituciones democráticas y la seguridad continental en la república de Santo Domingo; el funesto ejemplo que con su apostasía ha dado el general D. Pedro Santana; el desdoroso y equivocado concepto a que puede dar lugar este hecho en Europa, respecto de la estabilidad del sistema político adoptado en América, […].

En otro párrafo, al advertir el peligro de atacar la soberanía de una de las naciones de América, sentenciaba se desconocía el derecho de las demás, reiterando su censura a la anexión y sus promotores, apuntando:

La apropiación de Santo Domingo por la corona de España no ha sido tampoco, por el modo que revelan las tristes veleidades e inconsecuencias que suelen afligir a los pueblos. Ha sido más bien una alta traición, un crimen de lesa patria del mandatario a quien el pueblo dominicano confiara sus destinos, […]

Las contundente declaraciones peruanas, repercutieron de inmediato en la metrópoli hispana. El diario madrileño La Regeneración, en su edición del 10 de octubre, informaba:

“Las correspondencias de Lima, fecha 26 de agosto, hablan de la circular que el gobierno peruano ha dirigido a los gobiernos de América protestando contra la reincorporación a España de la isla de Santo Domingo. En ella se dice que el Perú no reconoce la legitimidad de este acto, y se excita los gabinetes de aquellos Estados a unirse para asegurar su independencia y soberanía sin atenuar en nada el trato amistoso y las amplias garantía que dispensan los súbditos españoles residente en aquellos países”.

El también periódico madrileño, El Pensamiento Español, en su edición del 28 de octubre, denunciaba los reflejos solidarios dañinos que para ellos reportaba la actitud peruana, de condenar la anexión:

“Algunos diputados –(chilenos)- se hicieron intérpretes de los sentimientos de desconfianza que dieron lugar a la protesta del Perú contra la reincorporación dominicana a la madre patria, procurando hacer creer en la necesidad de una liga de la América española para combatir lo que llaman el espíritu de conquista y de ambición  por parte de España”.

Los peruanos asumieron la representación dominicana en toda América para censurar la unilateral incorporación a España. Actitud que mereció primero una embestida de la prensa oficial española y luego una agresión militar. En esa tónica el Diario de Palma (Palma de Mallorca) en su edición del 22 de octubre, lanzó rayos y centellas contra el Perú, estableciendo entre otros aspectos:

“El gobierno del Perú, de la república hispano-americana menos digna de consideración, ha protestado contra la reincorporación de Santo Domingo a España, permitiéndose el señor presidente  peruano infringir el octavo mandamiento con un descaro que raya en lo inverosímil”.

Los peruanos no se arredraron y persistieron con sus manifestaciones de solidaridad. En San Miguel de Piura, al anunciarse la Anexión se desarrolló un significativo acto de repudio a Santana, siguiendo una vieja tradición este fue fusilado en efigie. La prensa colonial recogió esta actividad al destacar:

El Independiente de Lima, que es uno de los más hediondos que en aquel país se publican, después de tronar contra el Sr. Ferrer de Couto y anunciar que en el pueblo de Piura ha sido fusilado el retrato del general Santana, exclama con una alegría de tigre: Acompañamos los tiros de esa sublime justicia con un ¡!Hurra!! de entusiasmo”.

No sólo fusilaron de modo simbólico a Pedo Santana, extendieron la medida contra José Ferrer de Couto, la crónica colonial decía sobre el particular: “El Sr. Ferrer de Couto va a ser fusilado por los peruanos, en carne y hueso si le echan el guante, y si no en efigie como la ha sido el general Santana”. ¿Quién era José Ferrer de Couto? Un intelectual y fanático monárquico que se había convertido en uno de los teóricos de la anexión de la República Dominicana, presentándola como una “voluntad” de sus ciudadanos, escribió numerosos artículos y por lo menos dos libros: Reincorporación de Santo Domingo a España. Breves consideraciones sobre este acontecimiento, editado en 186l, Madrid. También La cuestión de Santo Domingo, publicado en La Habana, 1864. Los peruanos no podían fusilarlo en carne y hueso porque José Ferrer de Couto residía entre Madrid y La Habana, pero lo hicieron en efigie.

El Gobierno monárquico enfadado por la actitud radical del pueblo y Gobierno del Perú en el caso dominicano, cuando se presentó un conflicto con colonos españoles en las islas de Chincha, desestimaron todo arreglo por la vía diplomática y procedieron con acciones de guerra contra el Perú a partir de abril de 1864. Al tomar esta actitud, sin duda mucho pesó la posición solidaria del Perú con los dominicanos.

En otro aspecto durante la guerra de los diez años por la independencia de Cuba, Eugenio María de Hostos se trasladó a Sudamérica como vocero de los revolucionarios cubanos, en el Perú formó comités de apoyo al proceso por la libertad de Cuba, de ahí que un grupo de jóvenes peruanos en octubre de 1876 se trasladó a Puerto Plata que estaba bajo control político-militar de Gregorio Luperón y unidos a seguidores del héroe como Eduardo Deetjen, abordaron el barco español Moctezuma y lo incautaron para realizar escaramuzas de apoyo a los independentistas cubanos. La prensa hispana ministerial imputó la responsabilidad del caso a Gregorio Luperón, quien sin duda fue solidario con los jóvenes peruanos, posiblemente por recomendación de Hostos. Evidenciándose una vez más la solidaridad dominicoperuana.

En el siglo pasado la solidaridad peruana se hizo palpable con los intelectuales a través de sus fuerzas progresistas, con Víctor Raúl Haya de la Torre y Ciro Alegría a la cabeza en la denuncia de las atrocidades de la tiranía Trujillista. Durante la Guerra de Abril de 1965 y la ocupación norteamericana, el Perú fue de los cinco países que votaron en contra de la formación de la mal llamada Fuerza Interamericana de Paz y sus fuerzas progresistas desarrollaron múltiples actividades en solidaridad con los dominicanos, entre otras la publicación en medio del conflicto de la obra de Juan Bosch, Trujillo causas de una tiranía sin ejemplo, a cargo de la editora Populibros peruanas. Sin dudas un avanzado itinerario de solidaridad de los peruanos con los dominicanos, que esperamos se mantenga con mayor vigor ahora que las fuerzas progresistas han retomado el control de esa nación, pese a los constantes intentos de los reaccionarios por estropear los designios de la voluntad popular.

En el ámbito local nos identificamos con la actitud del embajador peruano Augusto Freyre, que con la prudencia derivada de su misión diplomática ha observado que no existe en Santo Domingo una calle o avenida con el nombre de Perú. De modo definitivo es poco consecuente, que una avenida de la ciudad de Santo Domingo no lleve el  nombre de esa hermana nación, que en momentos muy difíciles ha estado en las primeras filas de solidaridad con los dominicanos.  Es cierto que existe una escuela primaria con su nombre, pero también debe llevar esta denominación una avenida, como ha ocurrido con otros países de América. Es pertinente se ubique una importante vía de la ciudad de las que solo tienen nombres de números o triviales, para designarla como: Avenida Perú, sin que esto conlleve desvestir un santo para vestir otro. Sería un gran homenaje en el año del Bicentenario de la Independencia del Perú.