A propósito de la semana de asueto y de la muy arraigada costumbre nuestra de vacacionar y disfrutar de sol y playa en este país tropical, hemos querido llamar la atención sobre este tema. Conviene recordar lo peligroso que resulta la exposición prolongada a los rayos solares y los efectos negativos y cambios celulares que produce.

Esa exposición a los rayos ultravioleta (UV) del sol es conocida como el factor ambiental más importante en la aparición del cáncer de piel. Afecta sobre todo a personas de raza blanca, mayores de 50 años.

A pesar de nuestra mezcla de razas y del colorcito subido de tono en la mayoría de nuestra población, debemos tener en cuenta la destrucción cada vez mayor de la capa de ozono con la consiguiente falta de protección que ello implica.

La piel, el órgano más extenso del cuerpo, no está madura hasta los 16-18 años, por lo que los niños tienen menos capacidad de defensa frente a las agresiones que una persona adulta y la exposición a dichos rayos es acumulativa en el tiempo.

Los tumores cutáneos son los más frecuentes de todos los cánceres, siendo de estos el basocelular el más habitual en los humanos, afectando a un 30% de la población de piel blanca.

Otro tumor es el de células escamosas. Pero el de mayor agresividad es el melanoma maligno, que ataca al sexo masculino de forma preponderante, con el 75% de muertes asociadas a cáncer de piel y del que se contabilizan 160,000 nuevos casos cada año, con una mortalidad de 48,000 anualmente.

El 20% de ellos produce metástasis a ganglios y de estos, menos del 10% puede desarrollar invasión a otros órganos. El 5-10% responde a quimioterapia. La curación está ligada a la detección precoz y extirpación del tumor.

Se conocen como factores causales a los llamados intrínsecos (entre los que se cuentan la historia familiar y la herencia) y los ambientales (como la ya mencionada luz solar).

Como nuestro destino preferido es la zona de playa, recomendamos no exponerse al sol en las horas de mayor intensidad, o sea entre las 12 y las cuatro de la tarde. Usar cremas de protección (filtros) solares, los que deben aplicarse media hora antes de salir de casa y renovarlos cada dos horas y después del baño.

También recomendamos el uso de gorros y sombreros adecuados y camisetas para disminuir los efectos indeseables. Evitar a toda costa las quemaduras solares. Enseñar a los niños los hábitos de protección, incluyendo programas de educación en escuelas y colegios y predicar con el ejemplo.

A las personas que acostumbran a broncearse debajo de lámparas especiales, advertirles que el daño que producen es el mismo.

Concluimos reforzando la idea de que una excesiva exposición al sol se traduce en un riesgo real de padecer cáncer de piel.