¿Qué derecho tiene aquel que no ha puesto un duro para una propiedad y que luego quiere vivirla? 

Con esta pregunta se marcaba la mitad de una conversación de más de 30 minutos, con una entrañable persona de una de las Españas. España no es una España, ni en términos geográficos, ni en términos regionales/políticos, ni en términos históricos ni sociales. Quien me hacía la pregunta retórica posee una propiedad con 8 candados y 7 llaves.

A esta persona, y aún sin llegarle a okupar, unos intrusos,  su propiedad le simpatiza mucho más el artículo 33, que el 47 de la Constitución Española. Lo cierto es que a nosotros también nos echa para atrás la idea, de que mediante una especie de vacío legal  un okupa podría permanecer en nuestra propiedad hasta 9 meses – y cuidado si más- en lo que se realiza nada menos que una especie de desahucio. Por lo menos así ha sido hasta no hace mucho. Tenemos entendido que con la llamada ley de desahucio express, un juicio civil puede dar resultados de recuperación del inmueble en 30 días. (Ver: https://www.20minutos.es/noticia/3556842/0/asi-funciona-ley-express-echar-okupas-30-dias/).

No hay día que no tengamos la triste fantasía de que un grupo de padres de familia, okupe un pequeño pedazo de tierra, propiedad de unos clientes a los que tenemos la honrosa labor de representar, en términos de gestiones inmobiliarias.  Aun pudiendo ser víctimas de una situación como la referida, tan desagradable y tan potencialmente cara para el que la sufre, no pudimos dejar de hacer el razonamiento siguiente a nuestro interlocutor del primer párrafo:

Quizás lo que hace falta, en España y  desde luego en países como el mío ( Rep. Dom.), es que los Estados, asociados con el sector privado promuevan más proyectos habitacionales para los colectivos menos favorecidos de la sociedad, como las familias pobres, los obreros con rentas muy bajas, las madres solteras, los estudiantes, etc… 

La mirada del protagonista del primer párrafo, conocedor muy de cerca de la sociología de muchos dominicanos, fue dura y sincera;  solo suavizada por las palabras que en tono de broma amable nos arrojó a seguidas, inspiradas en mis propias palabras de conversaciones anteriores:

¡Ay!, ese progresismo sibarita (el término es del autor), dualidad casi insostenible que tenéis muchos dominicanos, os trae de cabeza;  como a toda la pequeña baja burguesía descrita por vuestro Juan Bosch. 

En ese momento, el sentimiento fue de orgullo, por la referencia a Bosch, y de enfado por lo de la dualidad….¿Acaso no se puede ser amante de la justicia social y del capital a la vez?…¿En el fondo no es eso la arquitectura?…¿Oíste LuisGonzaga?

Continuaremos…