Si tu signo es cantar, cántalo todo; tu camisa, tu patio, tu salud. Si tú debes cantar de cualquier modo canta bien, con virtud, pero, ay amor, ay amor, canta siempre de corazón.

Silvio Rodríguez.

Este primer artículo, de una serie entre el desenfado y la crítica sincera,  invita al lector a la autocrítica como sociedad…

Todos los días en la mañana, nos desayunamos con una cantidad de conceptos de lo más variopinta; esto sucede cuando el autor de estas líneas,  desactiva el modo avión de su móvil al levantarse (como si de un vuelo entre la fase Delta y la fase REM del sueño se tratara), y comienzan a entrar todos los mensajes de texto enviados en la madrugada española, que es la noche dominicana.

Muchos de estos mensajes son enviados por uno de nuestros grupos de Whatsapp; el de nuestros amigos de infancia. Aquellos con los que subimos en los años mozos y con los que gozábamos y soñábamos grandes cosas para nuestros respectivos futuros, el de nuestras familias y el de nuestro país. Ellos, y también un servidor,  escribimos y escribimos, mandamos notas de voz y volvemos a escribir, como si fuéramos grandes especialistas en nuestras respectivas materias – siendo cierto el hecho de que hasta cierto punto lo somos- dígase en estadísticas, economía, empresariales, medicina, informática ingeniería y hasta arquitectura.

Omitiremos los nombres por respeto a nuestros amigos,  pero compartimos los pseudónimos de cada uno de ellos,  en el entendido de que con esto el lector comprenderá mejor la naturaleza y la personalidad de quienes emiten los juicios que compartiremos en esta serie, y que nos parecen el mejor estudio sociológico de la cosa urbana y social ( redundancia incluida): El Oráculo de Farfán, La Voz de la Agustina, La Conciencia Medicinal, El Doctor de los menores ( por ser pediatra), EL Zorro De Los Llanos, El Servidor de la DGII, El Príncipe de Nueva York, La voz de Fuego, La conciencia de Jacksonville, La prenda de Invivienda, El SuperMan de La Florida,  El Dandy Europeo y La Gnosis Arquitectónica (por otro arquitecto de nuestro grupo que no es el autor).

Todos y cada uno de nosotros se sienta a analizar la vida y sus azares desde sus respectivas realidades. Vemos a la República Dominicana con sus cosas buenas (algunos solamente ven las cosas buenas) y también con sus cosas malas (otros solamente ven las cosas malas). A partir de la gallera que armamos en nuestro grupo, casi siempre, al final, la razón se impone y llegamos a consensos mínimos.

Varias cuestiones/temas fluyen a diario en nuestro grupo: ¿La problemática de la delincuencia es cosa de un gobierno o de los últimos cuatro? ; ¿Es justo que en la República Dominicana todavía estemos hablando de apagones? ; ¿Debería ser un 4% o un 6% para educación y que las escuelas fueran además centros de enseñanza ordinaria, lugares de especialización en medioambiente, artes, tecnología, etc.?; ¿El tránsito es un tema de la gran cantidad de vehículos o de un trazado obsoleto de las vías o falta de educación?; ¿Un edificio público o privado debe ser un mero consumidor de energía o pudiera ser un edificio Energy Plus?…¿Qué está pasando con Las Águilas que acompañan a Las Estrellas en el Sótano?

Todos (no solamente en nuestro grupo de amigos),  tenemos una opinión y hacemos conciencia de las cosas, pero… ¿Cuál es la verdadera razón para que muchas de estas cuestiones no se resuelvan después de décadas y décadas y que otras, ya se estén solventando en buena medida?…

Los problemas como sociedad, los tenemos identificados, pero parece que las soluciones no las tenemos consensuadas… ¿O será falta de presupuesto, o de un plan consensuado de nación, o a razón de algún algoritmo o de algún penco?

Continuara…