Hace un tiempo escribí un artículo con un título parecido, “Sociología Papal”. En esta ocasión, aprovecho la divulgación de la experiencia de Siddhartha Gautama, el primer Buda, contada en el contexto de la polémica política dominicana por la pluma del Dr. Leonel Fernández Reyna. Es mi criterio que el intento de utilizar la vida de Siddhartha es plausible, pero distorsiona el mensaje y la espiritualidad asociada al pensamiento religioso budista.

Ante todo, Siddhartha enseñó que el objetivo de su método para alcanzar la iluminación es “eliminar” las ilusiones de la mente, es decir “Maya”.  Si el budismo comenzó con la búsqueda que emprendió una persona por resolver el sufrimiento humano, Shakyamuni (Siddhartha Gautama), conocido como el Buda o "el que ha despertado", encontró la solución en su extirpación por la disolución del “yo”.

Shakyamuni era un príncipe y creció entre lujos, pero a temprana edad quedó desconcertado por los inevitables sufrimientos que la vida trae consigo, sufrimientos que él resumió como nacer en este mundo atribulado, enfermar, envejecer y morir.

Shakyamuni pasó el resto de su vida viajando por toda la India para compartir con la gente la comprensión que él había logrado. Su vida fue de compasión y de dinamismo, algo que difiere enormemente de la imagen que se tiene de él en nuestros días, es decir, la de un Buda sobrenatural; una figura separada, que se encuentra ajena en un aislado ámbito iluminado.

Por lo tanto, en la historia contada por el Dr. Fernández Reyna, antes de propiciar la aceptación pasiva del resultado, hay que convencerse de las ilusiones de “Maya”, como es el poder y la riqueza.  Esta lección se complementa con “el sendero del camino medio”, ya que descubrió que los extremos (extrema abundancia o extremo ascetismo) no conducen a una conducta moderada, lográndose la liberación de las cadenas que produce el “Karma” (la Ley de causa y efecto).

La historia de asedio a la labor concientizadora de Siddhartha Gautama no se reduce al episodio narrado, ya que cómo su doctrina negaba la sociedad estamentaria de las castas, el establecimiento brahmánico persiguió a sus  seguidores luego de la desaparición del mundo de los vivos de “el Iluminado”. La historia cuenta que los seguidores, luego de expulsados de la India, se reunieron en Ceilán, hoy Sri Lanka, donde rememoraron todas las lecciones que sumaron textos que se cuentan por los miles.

Los principales son los “Sutras” y las tradiciones de sus seguidores se “especializaron” en ellas, creándose escuelas, ya que no existe una jerarquía y a lo más que llega a reconocer una supremacía espiritual por escuela o tradición, identificándose más cada tradición en los moldes nacionales.

La ética budista se fundamenta en los principios de “ahimsa”  (no ocasionar daño) y el “Camino medio (moderación; no reprimir ni tampoco aferrarse a nada). Por lo tanto, la aplicación de la historia narrada para aplicarlo al acontecer político dominicano, al no tener estos parámetros, no tienen la misma consecuencia si somos coherentes con el pensamiento budista. Sin embargo, si queremos ver un ejemplo del quehacer budista en la política, me remito al Dalai Lama y su resistencia al control comunista chino del Tíbet y el de Aun Suk Yi y su resistencia a la dictadura militar en la antigua Birmania, hoy Myanmar.

Para los que quieran ilustrarse más de la filosofía budista, ver Wikipedia, en el siguiente enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Budismo

Para leer el artículo del Dr. Fernández, ver el enlace siguiente: http://www.listindiario.com/la-republica/2015/2/22/357308/El-Plan-Para-Desacreditar-a-Buda