§ 1. Hace ya un siglo que Américo Lugo y Manuel Arturo Peña Battle llegaron a la conclusión de que en el Estado autoritario dominicano, oligárquico, teopolítico, clientelista y patrimonialista fundado por Pedro Santana y sus hateros después del golpe de Estado del 9 de julio de 1844, en virtud del artículo 210, las Constituciones de nuestro país son poco menos que letra muerta y, por vía de consecuencia, los estatutos y programas de las banderías políticas de la montonera y de los partidos políticos contemporáneos son meros mascarones de proa para asustar al adversario o seducir a los incautos votantes. Demagogia o propaganda que intelectuales y juristas pergeñan según las circunstancias y los intereses. La fuente de la afirmación tanto de Lugo como de Peña Batlle están en la carta del 20 de enero de 1916 a Horacio Vásquez que el fundador del Partido Nacionalista le dirigiera a solicitud suya y, la del autor de La isla de la Tortuga se encuentra en el prólogo titulado “Semblanza de Américo Lugo” inserto en Historia de Santo Domingo. Edad Media de la isla Española del referido autor y en Constituciones y reformas constitucionales dominicanas  (1844-1942) (Vol. I). Santo Domingo: Editora UASD, 1981 y (1844-1942) (Vol. II). Santo Domingo: Editora UASD, 1995. 

Juan Bosch

§ 2. Este introito viene a cuento porque uno de los fundadores del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el intelectual Tirso Mejía Ricart, en una entrevista concedida Acento.com el 31 de marzo de 2021 advertía acerca de una posible alianza entre el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de Danilo Medina y la Fuerza del Pueblo (FdelP) de Leonel Fernández para combatir el gobierno de Luis Abinader y abogaba, casi desesperado, para que el PRM mantuviera, como partido, su “claridad ideológica”. “Dijo que no es coherente que un partido socialdemócrata, como el PRM, aunque asume formalmente el apoyo a las tres causales en el Código Penal, muestre disidencias sobre este tema y envíe un mensaje confuso a la sociedad y a su militancia.”

§ 3. Es en esta definición del PRM como “partido socialdemócrata” donde deseo detenerme con el objetivo de demostrar que, aunque esté consignado en los estatutos de ese partido y en los del Partido Revolucionario Dominicano, del cual se escindió, ninguna de esas dos formaciones es, en la práctica, socialdemócrata.

§ 4. Si no yerro, fue Juan Isidro Jimenes Grullón el primero que teorizó en nuestro país acerca de la definición, historia y conceptos de la socialdemocracia una serie de artículos publicados en El Caribe en 1962, antes de fundar su partido Alianza Social Demócrata (ASD), con la finalidad de atraer a su seno a la juventud que no estaba afiliada a los partidos de izquierda ni al socialcristianismo, pues el tiempo urgía y el líder antitrujillista contemplaba terciar en las elecciones de diciembre de 1962, ya que había abandonado su militancia en la Unión Cívica Nacional. En esa época, la juventud estudiantil secundaria y universitaria era, en mayoría, de izquierda y fueron pocos los adeptos que la teoría socialdemócrata logró cooptar. Y del lado del PRD de Juan Bosch, era casi imposible, porque ya el Dr. Jimenes Grullón había sacado las hieles del rencor en contra del líder del partido blanco, enemistad política que se remontaba inicio de 1940 cuando Bosch desplazó a quien fungió hasta ese momento como líder del PRD en el exilio. Jimenes Grullón, para esa época de 1939-1943, se consideraba a sí mismo un hombre de primera, con todo el prestigio social de un tío y un abuelo que fueron presidentes de la República. Juan Bosch era para él un hombre de segunda y era imposible que fuera su líder.

§ 5. El caso es que, en aquellas fechas, la juventud de izquierda estaba inmersa en la lectura y asimilación de los manuales de marxismo de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética porque esta doctrina utópica era lo desconocido que la dictadura había ocultado durante treinta años y aquel no era el tiempo de prestarle atención a la socialdemocracia, condenada en esos manuales como revisionista, fundada por antiguos marxistas que habían adjurado de ese credo y ahora eran para nosotros, los renegados Eduard Berstein y Carlos Kautsky. Sin embargo, sería mucho años después de estos escarceos cuando estudiamos más a fondo, ya sin las coyundas de la izquierda, lo que fue la socialdemocracia como el discurso ideológico que sustentaba la racionalización y justificación del orden burgués del Estado nacional europeo surgido a finales del siglo XIX. Y esto vino Juan Bosch a enseñárselo más tarde a los miembros del entonces partido de principios llamado PLD en un artículo publicado en Vanguardia del Pueblo 252 del 13 de agosto de 1980, incluido posteriormente en el tomo 31 de sus obras completas editadas por Guillermo Piña Contreras (2012: 349-352).

José Francisco Peña Gómez

§ 6. Es precisamente en ese artículo de Bosch titulado “¿Puede desarrollarse la socialdemocracia en los países de América Latina? en el que dice con toda contundencia lo siguiente: “Desde hace unos cuatro años la Internacional Socialista está llevando a cabo una ofensiva para penetrar en la América Latina a cuyos pueblos pretende convencer de que la solución para su males se halla en una fórmula mágica: la aplicación de la socialdemocracia, en su modalidad sueca o alemana, a la organización estatal de nuestros países, cosa que según los agentes propagadores de la buena nueva puede hacerse convirtiendo en socialdemócratas a partidos políticos que hasta hace poco tiempo se reconocían a sí mismos como colectividades populistas.” (Art. citado, 349). Y yo le agrego, colectividades clientelistas y patrimonialistas. Y se preguntaba Bosch: “¿Cómo puede hacerse ese milagro?, u y se respondía con toda la ironía del mundo, en este discurso que aludía, sin citarlo, a Peña Gómez como abanderado de esta propaganda en nuestro país y en América Latina: “¿Cómo puede hacerse ese milagro? Prácticamente sin esfuerzos: diciéndoles a las masas latinoamericanas que donde ha fracasado la democracia representativa triunfará la socialdemocracia; que la primera se preocupa solo dcl desarrollo político de estas sociedades pero a la segunda le preocupa el desarrollo social, y con él el económico, de las capas explotadas de la población de cada país, y para convencer a los incrédulos, si los hay, se les ponen por delante los ejemplos de cómo viven en Suecia y Alemania los trabajares y los campesinos.” (Art. citado, 350).

§ 7. En esta operación de situar el despropósito político de los socialdemócratas europeos y su visión de recolonizar a América Latina, Bosch sitúa, aunque no es un lingüista ni un especialista en el análisis de discurso, la ideología del lenguaje mágico-religioso de los políticos eurocéntricos: “Hablando de este tema dije hace poco tiempo que el maridaje de las palabras social y democracia no puede transformar una realidad social, política, económica, y por tanto histórica; que las palabras no pueden crear la materia viva de la política, que es la sociedad, que no son las palabras las que les dan vida a los hechos sino que al contrario, los hechos son los que les dan vida a las palabras; y que una realidad social como la de Bolivia o Guatemala no puede quedar convertida, gracias al poder de las palabras, en la realidad social de Cuba o Suecia.” (Art. citado, 350). En la poética de Henri Meschonnic, la palabra aislada, la lengua o el lenguaje, no poseen ningún poder (nomen numen). Pero Bosch, no podía saberlo, porque no era lingüista ni especialista en teoría del discurso. Es precisamente en el discurso donde existe el poder, y un discurso tiene poder de transformar lo que sea, porque en el discurso está el sujeto, están los sujetos de las acciones, que mantienen una relación indisoluble con lo social o colectivo y estos con la política, la historia, el lenguaje, el poema, el Estado, la literatura, la traducción y la ética. Pero lejos llegó Bosch al delinear este concepto de “las palabras”, el que pudiera implicar, forzando el pie, el discurso, porque este está hecho de palabras ordenadas sintácticamente.

Juan Isidro Jiménez Grullón

§ 8. Para concluir con Bosch, remato con esta cita apodíctica, que ya fue aludida por mí supra: “ El socialismo democrático, o su producto patentado con el nombre de social democracia, se da solo en los países de capitalismo altamente desarrollado cuando los obreros y los campesinos medios y pequeños pasan a ser integrados en un frente de clases gobernantes; y para que pueda darse ese paso se requiere que los sectores capitalistas más desarrollados del país donde vaya a establecer ese frente tengan posibilidades de sustituir con los excedentes que saquen de territorios coloniales o neocoloniales los beneficios que deban traspasar a manos de los obreros y los campesinos de su país y a quienes deberán tratar, una vez que estén formando parte del frente de clases gobernantes, como socios con derecho reconocido a participar, aunque de manera limitada, en una nueva distribución de la plusvalía que hasta ese momento percibían solo los diferentes sectores capitalistas de su país. “(Art. citado, 350). Más claro de ahí, ni el agua. Los partidos de las sociedades latinoamericanos son el sostén de los frentes oligárquicos recompuestos por los Estados Unidos luego de la revolución cubana. Desde el siglo XIX, los hijos de peninsulares que produjeron las independencias latinoamericanas de cara a España, juego simbólico parricida, construyen un sistema socio-económico que dejó intactas las estructuras coloniales heredades de los padres (España monárquica como nación con su lema de Dios patria y religión). Y los hijos de peninsulares hicieron lo que vieron hacer a sus padres: mantener la esclavitud, crear una vez liquidada la esclavitud por las potencias europeas más desarrolladas e industrializadas a las que ya no les era rentable semejante sistema de producción y recrearon los lazos clientelistas y patrimonialistas de esos frentes oligárquicos cuyo sistema hegemónico de dominación produce y reproduce continuamente la corrupción y la impunidad y ese sistema es el que rige en la actualidad a los países latinoamericanos.

§ 9. La ilusión del establecimiento de gobiernos socialdemócratas en América Latina, y específicamente en nuestro país, está inscrita en los estatutos del PRD que dirigió José Francisco Peña Gómez y dirigido actualmente como un feudo por Miguel Vargas Maldonado, así como en el desprendimiento de ese partido conocido en la ideología del siglismo como PRM, dirigido hoy por Luis Abinader e Hipólito Mejía. El PRD de Vargas Maldonado, promotor sin ética, dice en su artículo 1, párrafo, de los estatutos: “El Partido Revolucionario Dominicana se identifica con los postulados ideológicos y programáticos del Socialismo Democrático, con los lineamientos de la Internacional Socialista, y con las luchas que libran los pueblos del mundo para lograr su autodeterminación, desarrollo y superación de la pobreza.” (P. 11). Y el PRM en su artículo I párrafo II, sigue el modelo del PRD de adscripción a Peña Gómez: “EL PARTIDO REVOLUCIONARIO MODERNO (PRM) orienta su actuación en base al ideario de los fundadores de la nacionalidad e inspirado en el pensamiento y la práctica política del Dr. José Francisco Peña Gómez.” ¿Cuál es ese ideario de los fundadores de la nacionalidad dominicana? Oh, el Estado teológico político oligárquico que nos rige hoy. Y el PRM se acoge, al igual que el PRD, a este ideario y al discurso mágico-religioso del poder de las palabras (nomen numen), inscrito en el artículo 1 de sus estatutos: “El PARTIDO REVOLUCIONARIO MODERNO  es una organización política, democrática, de carácter policlasista y de orientación socialista democrática, cuyo objetivo es guiar al pueblo dominicano hacia el desarrollo humano, y garantizar la superación material y espiritual de la población, en un ambiente de democracia, libertad y justicia social. (P. 12). Si es usted amante del palabrerío sin ninguna relación práctica con lo político y la vida, he ahí un manjar perredeísta y perremeísta. Pero no se vayan, fanáticos, que esto se pone bueno. Búsquense los estatutos del PLD, que Leonel Fernández no quiso quedarse atrás de todo este palabrerío y amarró a su partido a la Internacional Socialista, para que el PRD no se saliera con la suya en este juego de intereses de las potencias neocoloniales europeas, magistralmente deslindado y situado por Juan Bosch en los párrafos citados supra. De este Juan Bosch del cual solo queda en el PLD y en la Fdel P el si te vi no me acuerdo. Que, al parecer, luego de veinte años de poder, don Pablo Mckinney viene a concienciarse de todo esto en un libro acabadito de salir de las prensas: El precio de vencer. Y todo el arsenal de artículos de los intelectuales como Frank Moya Pons, Carlos Francisco Elías, Bienvenido Álvarez Vega y el suscrito que, en su momento situaron la ideología y la política del Frente Patriótico y su racismo en contra de Peña Gómez, véase en particular Contra la ideología racista en Santo Domingo. Dos campañas por Peña Gómez (Santo Domingo: De Colores, 1998), donde señalamos en su día adónde nos conduciría ese comercio entre peledeístas y balagueristas. Pero Mckinney, más vale tarde que nunca. Veinte años de corrupción generalizada, impunidad, clientelismo y patrimonialismo y un reforzamiento del Estado teopolítico con una alianza con la Iglesia para lograr el mantenimiento del poder oligárquico, aunque es cierto que como comesolos quisieron crear su pequeña fracción burguesa a través del control político de la burocracia, pero los viejos oligarcas les pasaron factura y hoy están a punto de desaparecer como ventorrillos políticos, mientras esos oligarcas han pasado a la acción con el control firme, y la subsunción del averiada fracción burguesa, de las áreas claves del control de la industria y el comercio, las finanzas, la cultura, las iglesias y la presidencia, mientras siguen jugando gallos en el Coliseo Gallístico Alberto Bonetti Burgos de la Avenida Luperón, actividad típica de la ideología y mentalidad precapitalistas, al igual que la tauromaquia de los hateros de El Seibo y todo lo que significa el deporte como pan y circo, es decir, como ideología para adormecer a los sujetos.

Tirso Mejía Ricart

§ 10. Hoy las socialdemocracias parlamentarias en Europa y Oriente han colapsado. La primera clarinada se produjo en Austria, cortijo de Bruno Kreisky, amigo de Peña Gómez, donde la ultraderecha nazi ganó las elecciones y al primer ministro que ganó le mataron los servicios secretos no se sabe si de Israel o los Estados Unidos, porque no se podía permitir esa afrenta. Por algo derrotaron a Hitler y ahorcaron a más de uno en Núremberg. Adiós Partido Socialista de Mitterrand, que en las últimas elecciones que ganó Macron sacó un 10 por ciento de los votos. La afrenta hitleriana a la socialdemocracia sigue campante en los Balcanes, en Hungría, en Polonia, en Rusia, en Kiev, en Armenia, en Turquía, en Holanda. Hasta en Francia hubo que aliarse socialistas y comunistas y gaullistas para parar a Jean-Marie Le Pen; lo mismo ocurrió con la hija, Marina Le Pen, que amenazó con ganarle a Macron; en España Pedro Sánchez vive al salto de la pulga con un voto de diferencia en el Parlamento, cuerda floja que al menor asomo le cortan el corrupto Partido Popular, la mitad de Ciudadanos y Vox que amenaza con tragarse a todos; en Bélgica las cosas no andan bien para los socialdemócratas; en Inglaterra hace añales que Tony Blair sucumbió al olor del neoliberalismo. Y los 500 multimillonarios que gobiernan el mundo y que exhibe periódicamente les estrujan la cara a los pobres del universo, serán los responsables que la subida de la marea ultraderechista en el mundo. Cuando la clase pobre y la clase media se vean acogotadas por la miseria que provocan los Bill Gates, Elon Musk, Warren Buffet, Rupert Murdoc, David Zuckerberg y su exhibición pública de la plusvalía mundial que les extraen a los trabajadores del planeta, no tendrán otro remedio que lanzarse en brazos de los nazis, los fascistas o los ultraderechistas de Santi Abascal, Marina Le Pen y los sudistas de Donald Trump que aguardan ansiosos el desastre de las Weimer del universo para instalar a sus Hitler, Mussolini, Franco y Salazar. Adiós Billy Brandt, adiós Olof Palme, adiós Bettino Craxi, adiós Helmut Schmidt, adiós todos los líderes de la Internacional Socialista del mundo. El sueño ha terminado.

§ 11. Y aquí, en la República Dominicana, el sueño no ha terminado. Leonel Fernández inscribió al PLD en la Internacional Socialista y cambió la Constitución para inscribir en ella los Ministerios de Estado con su respectivo Jefe de Gabinete y sus viceministros con la ilusión de volver al siglo XIX y a la Constitución de 1963 y a ese espejismo de democracia parlamentaria cuando en realidad no estaba concienciado de que su república se sostenía gracias a un Estado presidencialista, teopolítico y oligárquico, clientelista y patrimonialista, corrupto y blindado con la impunidad de más de un siglo.

§ 12. Y hoy, en pleno siglo XXI, debo repetir con palabras de Martí lo que somos como Estados autoritarios latinoamericanos, oligárquicos sin esclavitud, atados a la Iglesia, a la espera, de aquí al 2500, de los constructores que vendrán a fundar los futuros Estados nacionales verdaderos u otro tipo de utopía desconocida: “Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la claridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano.” (“Nuestra América”, artículo de 1891, en Política de nuestra América. México: Sigo XXI, 1979, pp. 41-42).

§ 13. Nada de lo dicho en esta cita por Martí se ha cumplido hasta hoy en América Latina. El Estado oligárquico y teológico sin esclavitud no ha sido capaz de transformarse en Estado nacional burgués o en otro modo de producción desconocido. En “Reformas constitucionales urgentes”, texto de 1996 (incluido en Contra el racismo en Santo Domingo, ver supra) y en Política y teoría del futuro Estado nacional dominicano (Santo Domingo: Editora de la UASD, 2012), he planteado que llegaremos a fundar un verdadero Estado nacional en el 2500.