Vamos a hablar sobre la meditación, pero propiamente será en nuestro próximo tema cuando realmente la veremos de forma práctica.
Meditar es simplemente una forma de pensar y todos los Sapiens en algún momento lo hacen, aunque algunos más que otros.
En aquellas ocasiones en que te quedas abstraído de la realidad, en que dices “me fui lejos” o alguien te dice “estabas en la luna”, realmente estabas meditando. Aunque sucede de forma inesperada, puedes aprender a controlarlo a tu conveniencia. A menudo se tiene la idea de que meditar es algo muy complejo, misterioso e incluso ha habido religiosos que lo consideran contrario a orar.
Desde el punto de vista biológico, cuando meditas hay un estado de relajación y un cambio en la frecuencia de las ondas electromagnéticas de tu cerebro, principalmente de ondas beta a ondas alfa, lo cual es medible mediante el electroencefalograma. Además se han hecho estudios con tomografía con emisión de positrones (TEP), que muestran los cambios de actividad cerebral en esos momentos. Todo tu cuerpo funciona diferente, se favorecen algunos procesos internos y eventualmente pueden corregirse alteraciones o enfermedades físicas o mentales.
Aunque hay muchos estudios realizados a lo largo del mundo sobre el beneficio de la meditación en el organismo, no es nuestro propósito presentarlos aquí.
Muchas personas entienden que cada vez que se va a hablar de meditación, es preciso recurrir a doctrinas orientales. En el cristianismo también hay enseñanzas de oración profunda, contemplativa, mística, pero la gran mayoría de los cristianos o no lo sabe o no le interesa. Hay que reconocer que la tendencia de los cristianos es a limitarse al mundo exterior, pero lo ideal es el equilibrio.
Meditar permite que nuestras mentes consciente e inconsciente, actúen de forma integrada o armónica. De igual forma te ayuda a desenvolverte en conexión positiva con los demás, con todo el medio ambiente y con Dios.
Tenemos diferentes niveles de conciencia y podemos pasar normalmente de unos a otros de forma gradual. Cuando se requieren niveles profundos de conciencia se utilizan técnicas como: cuentas regresivas, concentración en un péndulo, música estratégica, ejercicios de relajación, un paisaje, una cueva, un templo, etc.
Los grupos de oración presentan etapas progresivas: llegada y saludo, comunicaciones personales o religiosas, canciones “movidas”, canciones más lentas y finalmente, la oración. El tiempo real de oración contemplativa o conciencia de Dios, suele ser breve y en algunos casos, inexistente.
A nivel psicológico, necesitamos momentos para reflexionar, asimilar nuestras vivencias y replantear caminos de ser necesario. No cabe duda de que nuestra mente necesita “resetearse” cada cierto tiempo, similar a cuando dormimos. En ocasiones, al mirar hacia el pasado, podrías sentir sorpresa de lo rápido que se va consumiendo tu vida y la poca consciencia que vas teniendo de ella. Es triste vivir sin saber que viviste.
Es posible que alguien lea estas líneas con la esperanza de que presentemos la meditación vinculada a su religión o su espiritualidad preferida. No es nuestro interés vincular algo que es universal e intrínseco al ser humano, a ninguna concepción espiritual determinada. Nuestro enfoque es tan incluyente que hasta los no creyentes pueden compartirlo. No necesitas creer en Dios para meditar, pero pienso que es difícil no conocerlo después que lo hagas.
Hay diversos tipos de meditación. Podemos ver la meditación mántrica que es la que se logra con repetición de palabras, pero también con rezos y canciones. Está la meditación que se realiza focalizando la conciencia en algún tema o en tu respiración. También la meditación utilizando la imaginación, en la que con creaciones mentales, canalizas tu mente. La mejor, es la que mejor te acomode.
Tú eres tu principal campo de trabajo, es tu deber y tu derecho trabajar en ti, mejorándote sin límites. Eres tu propia referencia, la idea es que seas mejor mañana de lo que fuiste ayer. La creación está dispuesta a ayudarte y la meditación es el instrumento que utilizas en ese proceso.
En tu Yo Interior se encuentra un maestro superior a todos los maestros terrestres, por lo que aunque compartiré contigo cómo medito, no pretendo que lo hagas igual, debes “personalizar” cualquier cosa que comparta contigo. “Examinen todo y quédense con lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21)
Nuestro próximo tema: la meditación.