Altagracia Salazar, la «enfant terrible» de la comunicación “alternativa” dominicana, desarrolló en su espacio “El patio” un argumento explicando lo sucedido en las urnas el 5 de julio del 2020 a lo largo y ancho de la República Dominicana: La “vieja política” se basa en viejos “dinosaurios” de los partidos tradicionales; mientras que, en el momento de menor resistencia a la “prepotencia del continuismo”, ésta se vio impulsada por la “temeridad de la juventud”. El impulso de la nuevas generaciones provocó “el cambio” pero sin compromiso partidario esperando movilizarse de nuevo si se produce un recambio (o una retranca o un retroceso). Es la voluntad de vigilar a los nuevos gobernantes.
No sé si Altagracia está consciente de que su explicación es un eco de la «Teoría de las generaciones» de José Ortega y Gasset (muy conocido por ser una flamante avenida muy concurrida de Santo Domingo). Voy a volver sobre Ortega y Gasset de la mano de un egregio intelectual mexicano, Enrique Krauze, disponible en el siguiente enlace: https://www.letraslibres.com/mexico-espana/politica/el-metodo-las-generaciones.
Krauze inicia diciendo: «El de las generaciones es un método que arroja luz sobre las actitudes colectivas en la historia de México»… y de Dominicana, agrego yo, por las mismas razones de Altagracia.
¿Tiene la historia una trama? ¿Qué es una generación? Todos usamos la palabra para referir a un "nosotros" difícil de definir. Ortega y Gasset (el padre del método, en su obra En torno a Galileo) escribió: "las variaciones de la sensibilidad vital que son decisivas en la historia se presentan bajo la forma de la generación".
Además, tenemos la definición de Octavio Paz: «La generación es un grupo de muchachos de la misma edad, nacidos en la misma clase y el mismo país, lectores de los mismos libros y poseídos por las mismas pasiones e intereses estéticos y morales. Con frecuencia dividida en grupos y facciones que profesan opiniones antagónicas, cada generación combina la guerra exterior con la intestina. Sin embargo, los temas vitales de sus miembros son semejantes; lo que distingue a una generación de otra no son tanto las ideas como la sensibilidad, las actitudes, los gustos y las antipatías, en una palabra: el temple.»
Krauze señala al filósofo español Julián Marías como quien sistematizó el método de Ortega. A partir de un hecho histórico trascendente, prescribía identificar a sus minorías rectoras (sus edades, sus personajes más sobresalientes que llamaba "epónimos") para de ahí desprender el ciclo. Compuesto por cuatro generaciones separadas por quince años (la distancia habitual entre maestros y alumnos), cada ciclo era como una sinfonía en cuatro movimientos: creación, conservación, crítica y ruptura.
En términos políticos, para República Dominicana, un nuevo ciclo histórico comenzó en 1966: la difícil construcción de la democracia. Ya están en el escenario público las generaciones que lo integran: la post 65, hoy predominante, nacida entre 1950 y 1965; la Generación X (1965-1980), la Generación Y (1980-1995) y la de los menores de 20 años, que cerraría el ciclo. Esa es la dinámica de las generaciones y, si reconocemos que la última generación es la de los “muchachos de la Plaza de la Bandera”, demuestra el argumento “altagraciano” (por la Salazar).
Termino con la frase de Krauze: «No es una cábala ni un ejercicio ocioso: es un método que arroja luz sobre las actitudes colectivas. Quizás cabe recorrer las fechas pocos años atrás o adelante. Quienes habitan en los límites caen, de acuerdo con su "temple", en el grupo anterior o el siguiente. Pero vale la pena identificar la propia posición y preguntarse cuál ha sido (o podrá ser) su papel en la ronda de las generaciones.»
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Mi conclusión, aplatanando el tema, yo agregaría que de la camada de jóvenes que accede a la política por la anti-política y en contra de la “vieja política”, saldrá algún presidente o, tal vez, la primera presidenta de la República, más pronto que tarde. Altagracia es abuela, como yo. Pero todo sea por el motor de la historia y de la vida.